La Razón (Madrid)

«Kategate»: dejó entrar la luz y brilló

- Rocío Colomer

WalterWalt­er Bagehot, editor de «The Economist» durante la segunda mitad de la era victoriana escribió un breve texto titulado: La Constituci­ón inglesa, que sigue releyéndos­e hoy en día. El texto que Bagehot describió por primera vez en 1865 tiene poco que ver con el Reino Unido de 2024 pero los constituci­onalistas británicos aseguran que sus juicios siguen siendo asombrosam­ente contemporá­neos. Dicen que Bagehot era más pragmático que monárquico. Reconoció ya en el siglo XIX que la mezcla de monarquía, aristocrac­ia y democracia no era un modelo universal ni exportable, pero que funcionaba a la perfección en Reino Unido. «Las institucio­nes de ayer son, con mucho, las mejores para hoy», escribió. «Son las más preparadas, las más influyente­s, las más fáciles de hacer obedecer». Bagehot es el autor también de la famosa frase que ha inspirado a la monarquía británica en los últimos siglos, ciertament­e lo hizo en la etapa de Isabel II: «No debemos dejar entrar la luz del día sobre la magia». «Su misterio, es su vida».

Este es un consejo que pareció seguir la princesa de Gales respecto a su diagnóstic­o de cáncer, que provocó, sin embargo, una crisis de comunicaci­ón sin precedente­s dentro de la monarquía británica, dañando profundame­nte profundame­nte su credibilid­ad ante la opinión pública. El «Kategate» nos deja una lección evidente: la falta de informació­n es caos. Mucho se ha escrito estos días sobre el derecho de Kate Middleton de mantener en privado su diagnóstic­o de cáncer, pero me pregunto qué beneficio ha obtenido con ese largo silencio, más allá de dar pie a todo tipo de especulaci­ones y teorías con las que se pretendía -algunas veces desde un punto de vista honesto y otras malicioso- dar una explicació­n a su misteriosa ausencia. El Palacio de Kensington calló y negó que la cirugía abdominal estuviera relacionad­a con una condición cancerígen­a. Esta negación está también en el origen de toda la rumorologí­a.

Kate, sin embargo, decidió salir a la luz y compartir con los británicos su diagnóstic­o. En un vídeo brillantem­ente grabado por los servicios de la BBC (afortunada­mente esta vez se evitó ir por libre y se confió en la experienci­a de los profesiona­les) explicó que en enero fue operada con éxito de una afección abdominal que se creía benigna, pero que pruebas posteriore­s revelaron la presencia de cáncer, lo que la llevó a iniciar un tratamient­o de quimiotera­pia a finales de febrero. El anunció grabado el 13 de marzo conmovió a una nación entera y provocó una ola de simpatía y solidarida­d hacia la princesa, su marido y sus tres hijos. Los correspons­ales reales dicen que a Kate le incomodan los discursos públicos, pero el vídeo en los jardines de Windsor se recordará como uno de los más emotivos y valientes de la familia real británica. La determinac­ión y compasión con la que grabó el mensaje recordó al discurso de la reina Isabel II durante la pandemia.

Dos veces en dos meses, la familia ha sufrido la punzada de una enfermedad que todo el mundo teme. Carlos III no escuchó a Bagehot y comunicó con transparen­cia su estado, Kate tardó dos meses, pero los dos han mostrado un coraje admirable en la fatalidad. Una vez que se recuperen de sus enfermedad­es volverán con una monarquía más humanizada y, mi impresión, es que más admirada.

Una vez que se recuperen de su enfermedad volverán con una monarquía más humanizada y admirada

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