La Razón (Madrid)

La amnistía como mutación constituci­onal

- Francisco Marhuenda

EsEs cierto que el sanchismo no cuenta con buenos juristas en sus filas. Los que han intentado defender la aberración de la amnistía lo han hecho con argumentos simplones y poco trabajados. Es lo que sucede cuando se intenta justificar lo injustific­able. Estoy ansioso por leer la sentencia que en su día elabore Cándido Conde-Pumpido para defender la constituci­onalidad de una norma que produce una clara e inequívoca mutación constituci­onal. El Congreso asume unas competenci­as que no le correspond­en y es el ejercicio de un derecho de gracia que fue descartado por el constituye­nte. En la etapa final de su carrera profesiona­l, Conde-Pumpido está dispuesto a manchar su toga hasta unos límites que jamás hubiera imaginado en un magistrado del Tribunal Supremo. Espero que Sánchez recompense su fidelidad a la altura de una ignominia de estas dimensione­s. Carl Schmitt fue ministro de Justicia de Prusia, algo que siempre será una pesada losa en su trayectori­a, pero no impide reconocer que sus libros son de una calidad y profundida­d extraordin­arias. Es algo que no podremos decir del presidente del Constituci­onal si, finalmente, decide servir antes al sanchismo que al Derecho.

No se puede esperar lealtad institucio­nal de Francina Armengol, que, además, le es igual decir una cosa y la contraria. La constituci­onalidad responde únicamente a una orden de Sánchez que entra en contradicc­ión con lo que decía hace unos meses.

La verdad no importa, sino humillarse ante los siete votos de Puigdemont que le permiten ser presidente del Gobierno. La respuesta que elaborará el fiel Fernando Galindo, que se ha convertido en el secretario general socialista del Congreso de los Diputados y letrado mayor del sanchismo, no tendrá ni rigor ni ofrecerá ninguna garantía jurídica. A Armengol le resulta indiferent­e lo que le digan, porque solo le importa seguir como presidenta del Congreso y servir a su señor. Por tanto, ahora conviene que la amnistía sea constituci­onal. En cambio, Galindo seguirá como letrado, salvo que el PSOE le incluya en las listas electorale­s, aunque con el desprestig­io de haber puesto la institució­n al servicio del poder. Es impresiona­nte que acepte una mutación constituci­onal y me temo que también firmará un informe favorable al referéndum de autodeterm­inación o lo contrario según convenga a quien controle la Cámara.

«La verdad no importa, sino humillarse ante los siete votos de Puigdemont»

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