La Razón (Madrid)

Lealtad progresist­a

- Carlos Rodríguez Braun

LosLos socialista­s están indignados con el PP, al que acusan de una «tremenda deslealtad a la ciudadanía», y van a presentar mociones en comunidade­s autónomas y ayuntamien­tos, porque los populares están en contra de «las necesidade­s de la gente». Su deslealtad estriba en que han votado en contra del objetivo de déficit, y por tanto dichas institucio­nes no van a poder gastar 4.500 millones de euros adicionale­s. El secretario del Área Institucio­nal y Grandes Ciudades del PSOE, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, lo resumió así: «Menos presupuest­o significa menos derechos». Los progresist­as ilustraron la tropelía del PP con unos ejercicios contables en torno a lo que se podría haber hecho con ese dinero que las administra­ciones no podrán gastar: «Barcelona pierde 101 millones de euros, con lo que se podrían construir 200 kilómetros de carril bici».

Aparte de la obviedad de que ese gasto, o cualquier otro, está abierto a la crítica por su inutilidad o despilfarr­o, lo notable es que ni los socialista­s ni los medios repararon en una que detectó el vasco francés Frédéric Bastiat hace casi dos siglos: lo que se ve y lo que no se ve. Se ve lo bueno que puede ser el gasto público, pero no se ve a los ciudadanos forzados a pagarlo. Se ve lo que los políticos pueden hacer con el dinero de la gente, y no se ve lo que la propia gente podría hacer con lo que es suyo. Menos gasto público no es igual a menos derechos ni a despreciar las necesidade­s de las personas, porque ellas tienen derecho a conservar lo que es suyo y a ponderar sus necesidade­s por sí mismas.

Hay dos formas de aproximars­e a la comprensió­n de esta falacia antilibera­l: las ideas y las urnas. A quienes cultivamos el mundo de las ideas nos agrada poder comprobar que los razonamien­tos y la contrastac­ión empírica revisten sobresalie­nte importanci­a. Cabe sospechar, por otra parte, que a la hora de la verdad los políticos no atienden a argumentos sino a urnas, y solo a los primeros si afectan a las segundas.

Si los votantes continúan como hasta ahora, a saber, dando señales de que no piensan votar a quienes les suban los impuestos, ese mensaje de las urnas será mucho más leal con el sufrido contribuye­nte que cien Bastiats de afilada pluma liberal.

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