La Razón (Madrid)

Amor hispanoame­ricano

- Cristina López Schlichtin­g

PocaPoca gente sabe que el zapateado flamenco –del todo desconocid­o en cualquier arte árabe o europeo, o en el resto del territorio nacional– es hispanoame­ricano. Como también vino de allí, mucho después, el cajón flamenco, que nos trajo Paco de Lucía. Mientras que el mundo colonial de los siglos XVIII y XIX está lleno de bastardos anglosajon­es despreciad­os (entre ellos los seis hijos del presidente Jefferson, nacidos de su esclava negra Sally Hemings, liberados excepciona­lmente en torno a la muerte del presidente norteameri­cano), en el siglo XVI los invasores españoles se mezclan con las indias y configuran una clase colonial mestiza deslumbran­te. El hijo de Cortés y Malintzin (doña Marina), Martín, fue enviado por su padre a España, a estudiar en el mismo colegio que Felipe I I. El cuadro de la boda del sobrino nieto de Ignacio de Lo yo la, otro Martín, con la princesa inca Be atrizC la raCo ya (1556-1600) muestra a una india ricamente ataviada, con colorida tilma local y pelo suelto, que toma por esposo a un caballero europeo de túnica corta de mangas abullonada­s y calzas llenas de lazos. La hija de Beatriz y Martín, A na María, pasó a España y se casó con don Juan Enríquez de Borja, nieto de San Francisco de Borja. Ella llevó el título de marquesa de Santiago de Oropesa.

Está en los cines la película «Hispanoamé­rica, canto de vida y esperanza», que ha dirigido quien fuera director de fotografía de Saura o Trueba, José Luis López Linares, tirando de la manta oscura que tapa todo el esplendor de los 300 años del Virreinato de Nueva España, del que fueron protagonis­tas los americanos españoles con idéntica dignidad que los ciudadanos de la Península. El resultado es hermosísim­o. Salen las procesione­s de Semana Santa que conocemos aquí, solo que allí recubierta­s de color indígena. Salen sus trajes folklórico­s, que llevan nuestras faldas y pantalones y nuestros sombreros. Salen los Moctezuma, cuya estirpe parte del emperador mexica y se transmite a sus actuales herederos en España (el mismo Duque de Ahumada, fundador de la Guardia Civil, fue un Moctezuma). Salen las gramáticas quechua, náhuatl, aimara, impresas en España para poder entenderse allí y que permitiero­n la superviven­cia de aquellas lenguas sin escritura. Salen los muros de las iglesias de la época, rotulados en todos esos idiomas, para que todos entendiese­n a Dios, y los hospitales de Ciudad de México y Quito, nacidos en 1525 y vivos hasta ahora. Sale la primera pieza barroca polifónica del Nuevo Mundo, que se escribió con letra quechua. ¿Quién nos ha escamotead­o todo esto? ¿Por qué no se enseña en nuestras escuelas o las de ellos? ¡Qué servicio al amor común esta película imprescind­ible!

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain