Sánchez se escandaliza ahora con Bildu tras premiarle con Pamplona
► Pasa al ataque con la izquierda abertzale ante el temor de que gobiernen en País Vasco, pero le mantiene como socio en Madrid
En público, los socialistas fingen enfado, pero, la hemeroteca confirma que se trata tan solo de una estrategia política. El PSOE salió en tromba ayer contra Bildu después de que su candidato a la lendakaritza, Pello Otxandiano, no reconociera a ETA como una banda terrorista. El propio Gobierno se cerró en banda a la posibilidad de que tras las elecciones vascas el PSE pueda pactar con Bildu para favorecer su gobernabilidad, sin embargo, igual que niegan otorgarles poder en el País Vasco, rechazan quitárselo en el Congreso de los Diputados, donde fuentes del Ejecutivo reconocen que seguirán buscando su apoyo para aprobar la agenda legislativa. Así, el Gobierno sigue utilizando una doble vara de medir según necesite o no en cada momento los apoyos de sus aliados.
«Todos los españoles sabemos bien que ETA es una banda terrorista. No reconocerlo no solo es reprobable, sino un absoluto desprecio y que muestra un negacionismo incompatible con la democracia», contestó por boca del Gobierno la ministra portavoz, Pilar Alegría, quien fue más allá y tildó a su socio Bildu de «cobarde». El Gobierno pasa al ataque total tan solo cuatro meses después de «premiar» al mismo partido con la alcaldía de Pamplona. Entonces, cuando desbancaron desbancaron a UPN de la alcaldía, no utilizaron el mismo baremo –el argumento de que Bildu no condena a ETA– que ahora sí abanderan, en medio de la campaña por el 21A. Igual que permitieron que la alcaldía de Pamplona esté en manos de Bildu, recabaron en mayo un pacto para que María Chivite(P SO E) continúe continúe al frente del Gobierno en Navarra. Reeditaron así el pacto de 2019. El partido abertzale se abstuvo en sendas investiduras de la candidata socialista. El mismo patrón se repite en Madrid, donde el Ejecutivo de coalición cuenta con oxígeno gracias a que Bildu, entre otros, votó a favor de Pedro Sánchez en su investidura (el mismo voto que en las generales de 2019).
Con esta hemeroteca, el Ejecutivo insiste en su rechazo a Bildu por no condenar a ETA: «No compartimos en absoluto las palabras del candidato de Bildu. Muchas personas han sido asesinadas por ETA, no reconocerlo ya no es que sea cobarde, sino que es un desprecio enorme hacia todas las víctimas y hacia la sociedad española en su conjunto», advirtió desde el Consejo de Ministros. Y también avaló las palabras que horas antes había pronuncia do el candidato del PSOE en el País V asco, EnekoAndue za, quien se ratificó en su línea roja de pactar con Bildu: «No puedo permitir que esa gente gobierne y muchísimo menos que gobierne gracias a nosotros», dijo el candidato a lendakari del PSE, «y muchísimo menos después de lo que dijo», zanjó.
El P SO Eh a encontrado en el respecto a ETA de Bildu, una oportunidad perfecta en medio de una campaña en la que la izquierda abertzale arrasa en las encuestas, mientras la alianza PNV y PSE cotiza a la baja. En la sede socialista hay temo raque su pinza no sume lo suficiente tras las elecciones en el País Vasco y es por eso que han pasado al ataque contra Bildu utilizando, de nuevo, a ETA en un intento de traducirlo en movilización por parte del electorado progresista no abertzale en las elecciones de este domingo. Los socialistas saben que en esta semana se juegan la posibilidad de reeditar el gobierno con el PNV y es por ello que miran con preocupación el avance de Bildu. Desde el debate electoral en TVE –donde Bildu se negó también a condenar a ETA– el candidato del PSE insiste en sus mítines electorales en sus críticas al socio de Sánchez en Madrid.
A pesar de la dureza que ahora mantiene Moncloa en público, fuentes gubernamentales reconocen que seguirán negociando con Bildu en el Congreso para sacar adelante la agenda legislativa. Rechazan, además, la posibilidad de que Bildu les retire el apoyo en Madrid. «Hay acuerdos parlamentarios», tranquilizan en el Ejecutivo, desde donde zanjan así la posibilidad de que la diferenciación con sus socios pueda perjudicarles directamente en su acción gubernamental.