La Razón (Madrid)

Crisis de identidad en la ópera italiana

- Gonzalo Alonso

DeDe vez en cuando la ópera experiment­a una convulsión en Italia que recuerda a los tiempos en los que Montserrat Caballé se tuvo que enfrentar al público en un teatro italiano que protestaba porque en el reparto eran casi todos extranjero­s y ella defendió al tenor. De cuando en cuando hay asociacion­es que elevan las protestas y dos de ellas denunciaro­n la ausencia de artistas nacionales en el Festival Puccini Torre de Lago en 2021, tildando de inconcebib­le que se prescinda de cantantes italianos a la hora de interpreta­r papeles en los que el mercado nacional es fuertement­e representa­tivo. En estos días salta a la prensa italiana la queja de que en el próximo Festival de Verona solo 43 de los 149 papeles principale­s serán artistas del país.

Otras denuncian la invasión de extranjero­s para dirigir sus teatros, como Sebastian Schwarz, Alexander Pereira, Stèphane Lissner o Dominique Meyer. Curioso que en Italia no encuentren figuras relevantes para comandar su gran tesoro cultural, la ópera, y deban recurrir a extranjero­s. Nombramien­tos a golpe de talonario y con contratos llenos de salvaguard­ias a pesar de la gran crisis que atraviesan los teatros. Lejos, muy lejos, quedan los tiempos de Ghiringhel­li o Siciliani, intendente­s que dominaban la economía tanto como lo artístico. En el San Carlo de Nápoles se da una peculiar situación: los tribunales han obligado a readmitir a Lissner. El gestor fue destituido destituido en mayo de acuerdo con una ley aprobada por el gobierno de Meloni, que fija en 70 años la edad límite para dirigir fundacione­s lírico-sinfónicas. Desde el año pasado era Carlo Fuortes, exdirector de la Rai, quien ostenta la dirección, designado por el Comité de Dirección de la Fundación del teatro, pero Stéphane Lissner se reincorpor­ó inmediatam­ente a su puesto como intendente del San Carlo de acuerdo con el Tribunal Laboral de Nápoles, que ha ratificado que la anulación de su contrato «no respeta sus derechos fundamenta­les». Andrés Maspero se incorpora como director del coro esta temporada, tras despedirse en julio como titular del Coro Intermezzo en el Teatro Real. El citado Fuortes, que acababa de tomar posesión al frente del Maggio Musical florentino, se ve ahora sentenciad­o a 16 meses de prisión por la muerte de un trabajador en la Ópera de Roma en 2017.

Y siguen los recortes. En el Teatro Verdi de Salerno se ha reducido el caché de Daniel Oren, además de recortarse la programaci­ón en un tercio respecto a la de 2023. Pero Oren se halla también en la prensa por su decisión de cambiar la puesta en escena de «Nabucco» de Verdi en otro Teatro Verdi, esta vez el de Trieste, sin contar con el regista Giancarlo del Monaco, creando una polémica por una violación de los derechos de autor y una guerra entre ambos artistas entre bastidores dada después a conocer. Y llegamos a la gran duda en la Scala, donde la alcaldía de Milán y el Ministerio de Cultura italiano discuten acerca del futuro de la superinten­dencia del teatro. Uno es partidario de prorrogar un año más a Dominique Meyer y el otro de contratar a Fortunato Ortombina, lo que también conllevarí­a la sustitució­n de Riccardo Chailly por Daniele Gatti, para quien no parecen regir las acusacione­s de abuso de 2018. Y aún queda más por contar, como la meteórica carrera del corista Roberto Guenno en Turín gracias a sus relaciones con el superinten­dente William Graziosi o el déficit de Maccerata o los problemas de Alberto Veronesi en Torre del Lago y el centenario de Puccini.

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EFE El Teatro de la Scala vive en la incertidum­bre sobre su futuro director

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