El autobús atiborrado de droga que inspiró al movimiento hippie
► Tom Wolfe retrató en «Ponche de ácido lisérgico» las aventuras de Ken Kesey y los «Ángeles bromistas» a bordo de una caravana repleta de música y LSD
Todo cambió cuando Ken Kesey conoció el LSD. El escritor estadounidense, creador de «Alguien voló sobre el nido del cuco», fue partícipe de que esta droga se convirtiese en una experimentación lúdica, en un entretenimiento recreativo y, posteriormente, en símbolo y herramienta para el «hippismo» que se vivió durante los 60 en EE UU. Fue en 1964 cuando el autor se unió a los llamados «Ángeles bromistas» para dejar en la Historia una imagen que parece digna de ficción o, pues eso, de sustancia psicotrópica. Junto a artistas y bandas como Grateful Dead recorrieron el país en un autobús pintado con colores fluorescentes al que apodaron «Furthur» («Más allá»).
Y no solo se cantaban canciones entre las paredes de aquella caravana. Fue un caos. Pero uno, al menos, divertido. Se incluyó un sistema de sonidos, una torreta de observación en la parte superior hecha con el tambor de una lavadora, así como una serie de diseños pacíficos y psicodélicos con la palabra «Sunshine» bien grande.
Un disparate
Hay quien dice que es esta estampa a la que evocaron los Beatles en «Yellow submarine». Un viaje alimentado por el disparate y que finalizó, como no podía ser de otra manera, en Woodstock, aquel festival que movió a masas de nómadas hippies y que aglutinó a las más grandes bandas de música de la época. La mayor crónica que se ha escrito jamás sobre el épico viaje de Kesey y compañía la articuló Tom Wolfe en 1997 en «Ponche de ácido lisérgico». Tras una investigación exhaustiva, entrevistas minuciosas y un agudísimo ojo para el detalle revelador, estructuró este volumen tildado por los críticos de la época como una «novela de no ficción». Un intereante reflejo del verdadero núcleo del movimiento hippie unido a una historia contada con escrupulosa fidelidad, la seducción de una atmósfera y unos personajes reales dignos de las mejores ficciones. «Esta obra es al movimiento hippie lo que ‘‘Los ejércitos de la noche’,’ de Norman Mailer, fue a los movimientos de protesta contra la guerra de Vietnam», resumieron desde «The New York Times».