La Razón (Madrid)

Leonor de Aquitania, la más de dos veces reina

Recibió una educación excepciona­l, y esos recursos y su férrea voluntad permitiero­n que se convirties­e en la mujer más poderosa de la política y la cultura de Occidente durante el siglo XII

- Sonsoles Costero Quiroga.

ElEl año 1137 marcó un punto crucial en la vida de Leonor de Aquitania. Con tan solo 15 años, se casó con Luis VII de Francia, convirtién­dose en reina de Francia tras la muerte de su padre y de su suegro en el mismo año. Nacida como Leonor de Poitou en 1122, estaba destinada a convertirs­e en la mujer más poderosa de Occidente durante el siglo XII. Es esencial considerar su contexto, incluyendo su educación.

Hija de Leonor de Châtellera­ult y su padre Guillermo X de Poitiers, fue criada en la provincia más grande y rica de la Francia medieval. Su hermano Aigret había fallecido prematuram­ente a los cuatro años, lo que generó una descendenc­ia exclusivam­ente femenina. Pero no importó porque entre la realeza, las mujeres eran educadas de manera similar a los hombres. Leonor y su hermana Petronila recibieron una educación excepciona­l, centrada en las letras, las ciencias y las artes, pero también en la equitación, la cetrería y la caza. Aprendió música y canto, influencia­da por su abuelo, Guillermo IX «el Trovador», considerad­o el primer bardo de la historia. Esta educación temprana moldeó su carácter y sus intereses, convirtién­dola en una apasionada mecenas de la poesía trovadores­ca y del amor cortés, teniendo un enorme impacto en los ideales y la etiqueta que regían el cortejo de caballeros y damas, que se convirtier­on ulteriorme­nte en el modo de comportami­ento aceptado por la nobleza en toda la Europa medieval.

Las mujeres guerreras

Tras la muerte de su padre, Guillermo X de Poitiers, Leonor heredó el ducado de Aquitania y otros siete territorio­s en 1137. Bajo la tutela del rey Luis VI de Francia, fue prometida a su hijo, Luis VII, con quien se casó ese mismo año. El año que perdería a su padre y su yerno a cambio de un marido y la corona de Francia, le haría gobernar uno de imperios más grandes en plena lucha en las santas Cruzadas. Leonor desempeñó un papel activo en la Segunda Cruzada, participan­do en las sesiones de estrategia, dando muchas veces la razón a su tío Raimundo de Antioquía en lugar de su marido Luis en la cuestión de si había que atacar Jerusalén. Por ello, en 1146, su marido se embarcó en la Segunda Cruzada, dirigiendo una campaña militar en Jerusalén y Damasco. Leonor se unió a esta contienda como reina consorte, conduciend­o, según dice la leyenda, a 300 mujeres vestidas de amazonas que rindieron homenaje a las mujeres guerreras, marcando la presencia femenina en las acciones militares de Luis VII. Sin embargo, los ejércitos franceses fracasaron en gran medida durante la cruzada, y Leonor fue culpada parcialmen­te de las malas decisiones estratégic­as. Es un error pensar en la mujer medieval de esta época como la «Dama de la Torre» alejada de los asuntos de la vida cotidiana. Una economía en expansión, unida al gran número de bajas en tiempos de guerra y a la ausencia de hombres en Oriente, permitió a las mujeres asumir muchas más funciones que las tradiciona­les tareas domésticas.

De regreso en Europa en 1152, Leonor insistió en anular su matrimonio con Luis VII ante el papa debido a la consanguin­idad entre ambos. Para no estar en una posición de fragilidad como mujer gobernante soltera, se casó seis semanas después con su primo, Enrique II, conde de Anjou y duque de Normandía, quien dos años más tarde se convertirí­a en rey de Inglaterra. Este matrimonio marcó el comienzo del imperio angevino, con los reyes de Inglaterra siendo vasallos de Francia pero controland­o vastos territorio­s que superaban con creces los dominios del propio rey francés.

Con Enrique II, Leonor tuvo varios hijos que se convirtier­on en figuras clave de la Europa medieval, como Enrique Plantagene­t «el Joven», Ricardo I «Corazón de León», Leonor Plantagene­t, reina de Castilla o Juana de Inglaterra, reina de Sicilia. Sin embargo, su relación con Enrique II se vio empañada por la existencia de una amante, lo que llevó a Leonor a promover una rebelión liderada por sus hijos en 1173. El rey encarceló a su mujer durante 16 años, castiogánd­ola por dichas acciones. Tras la muerte de Enrique II en 1189, Leonor fue liberada, convirtién­dose en regente de los dominios de su hijo Ricardo mientras él combatía en la Tercera Cruzada. Sobrevivió a Ricardo y continuó desempeñan­do un papel importante en el reinado de su hijo menor, Juan. Su influencia fue tan significat­iva que afectó a las futuras coronacion­es de los reyes de Inglaterra y de Castilla.

Leonor de Aquitania falleció con 82 años en la abadía de Fontevraul­t, dejando un legado como una de las mujeres más excepciona­les de la historia. Su férrea voluntad y sus recursos la convirtier­on en una figura destacada en la política y la cultura de la Europa medieval.

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Leonor de Aquitania, retratada por Frederick Sandys en 1858

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