La Razón (Madrid)

El spaguetti western nació a media hora de Madrid

► Hoyo de Manzanares acogió, hace 60 años, el rodaje de «Por un puñado de dólares». La película no solo inventó un género nuevo: hoy es un icono pop

- J. V. Echagüe.

En la carretera que une Hoyo de Manzanares con Colmenar Viejo, a unos 36 kilómetros de Madrid, se encuentra un descampado visto por cientos de millones de personas en todo el mundo, aunque la mayoría no sea consciente. A mediados de los años sesenta, allí se rodó un muy modesto «western» italiano que, como muchos otros, camuflaba sus orígenes gracias a pseudónimo­s norteameri­canos. Por un lado, un director con apenas un par de «peplums» en su currículum, y que firmaba con el nombre de Bob Robertson; por otro, un actor todavía más ignoto de 34 años, este sí california­no de pura cepa, cuyo mayor logro era haberse hecho fijo en una serie de televisión; y junto a ellos, un músico que, en los créditos, respondía al nombre de Don Savio, con muy poca experienci­a en bandas sonoras. Estrenada hace sesenta años, en agosto de 1964, en un cine florentino de segunda fila, la cinta pasó desapercib­ida el primer fin de semana... para dispararse en taquilla en días posteriore­s. El «boca a boca» corrió como reguero de pólvora en Italia y en España, país que puso parte del capital. Los personajes antes citados eran Sergio Leone, Clint Eastwood y Ennio Morricone. El título, «Por un puñado de dólares».

La película supuso el nacimiento de todo un subgénero, el «spaguetti western». Un término más bien peyorativo y atribuido al crítico español Alfonso Sánchez. Con él, se hacía referencia a ese carácter «impostor» de una producción que ocultaba su procedenci­a italiana para que el espectador incauto «picara» y creyera que estaba ante un «auténtico western». Eso no impidió un éxito descomunal. Haciendo honor a su título, apenas 200.000 dólares de presupuest­o pasaron a ser cuatro millones en taquilla. Las «copias», no solo en Italia, sino en el resto del mundo, se multiplica­ron. El propio Leone rodó dos filmes más con Eastwood, «La muerte tenía un precio» (1965) y «El bueno, el feo y el malo »(1966), con formando así la hoy conocida como «Trilogía del Dólar».

Aquel primer filme introducía una nueva manera de contar una historia ya conocida. Épica pero desmitific­adora, violenta pero divertida, misteriosa pero irónica... Sin él, muy posiblemen­te, cineastas como Quentin Tarantino no serían lo que son hoy. Aún podemos encontrar la huella de Leone tanto en la cartelera como en las plataforma­s. Y por su parte, la figura de Eastwood, con su poncho verde y su mugriento cigarro toscano, hace mucho que dejó de ser un cliché para abrazar el estatus de icono.

Con motivo de su sesenta aniversari­o, Hoyo de Manzanares está de celebració­n. La localidad puede presumir de contar con un «santuario» cinéfilo: Golden City, considerad­os los primeros decorados estables para el género «western» en Europa. De hecho, Leone y Eastwood no fueron los primeros en rodar allí, ni «Por un puñado de dólares» fue el primer «western» italiano producido en Hoyo. Esos mismos decorados debutaron en 1962 con «El sheriff terrible», parodia del Oeste a la que seguirían varias cintas más antes del desembarco de Leone. En total, la zona acogió un centenar de películas.

Más conocida por los vecinos como «Los decorados», Golden City echó a andar en 1962, cuando Eduardo Manzanos, productor, guionista y director, en nombre de la Cooperativ­a de Cine Español (Copercines), solicitó al Ayuntamien­to la ocupación de dos hectáreas en el Monte de Los Altillos. El objetivo, auspiciar rodajes. Junto a los decoradore­s Jaime Pérez Cubero y José Luis Galicia, un centenar de trabajador­es, 300 metros cúbicos de madera, 60 toneladas de cemento y medio millón de ladrillos, se puso en pie todo un poblado del Oeste: una calle principal, con edificacio­nes a ambos lados; un establo a la derecha de la misma; una ermita a la izquierda... y, por supuesto, un «saloon» con vistas a la sierra de Hoyo... que en otras produccion­es hizo las veces de hotel, banco o mansión. No en vano, las calles de Golden City llegaron incluso a simular a las del Chicago de los años treinta.

Desgraciad­amente, muy poco

queda de todo aquello. Hoy, solo se conservan dos abrevadero­s: uno construido en el mismo año 1962, y otro de 1970. En 1972, los decorados dejaron de utilizarse. Y la madera de aquellas casas del «Oeste» era muy golosa para alimentar las estufas en invierno. Poco a poco, Golden City se extinguió.

El Ayuntamien­to de Hoyo de Manzanares, con la alcaldesa Victoria Banderas al frente, no ha querido dejar pasar la oportunida­d de reivindica­r la importanci­a de aquel escenario en este aniversari­o. Bajo el nombre de «Hoyo 2024, un año de cine», se desarrolla­rán varias actividade­s dedicadas a tal fin. Tras el pistoletaz­o de salida del pasado miércoles, con el homenaje al productor Enrique Cerezo, este mismo fin de semana se celebrarán varios eventos que girarán en torno al filme de Leone. Hoy y mañana, «Revive Golden City» permitirá visitar la recreación histórica de la vida en el Far West a cargo de la Asociación Imperial Service; los días 18 y 25 de mayo, la Asociación HoyoCine celebrará visitas a los antiguos decorados, en una ruta de 2,3 kilómetros. Ese mismo sábado 18, y en el lugar exacto del rodaje, se proyectará al aire libre «Por un puñado de dólares», teniendo como fondo las mismas montañas que se identifica­n en la película. Además, y hasta el 22 de diciembre, la oferta gastronómi­ca de la localidad dará un giro «tex-mex»comohomena­je.Ycomo colofón, se estrenará «The Magnificen­t Stranger», documental sobre el rodaje del filme. Un título, «El magnífico extranjero», que, en principio, era el elegido para la película, hasta su reemplazo por el de «Per un pugno di dollari».

Regreso a San Miguel

Era 1963 cuando Leone, junto a su esposa Carla, acudió a un cine romano para ver «Yojimbo», de Akira

La localidad celebra este aniversari­o con varias actividade­s para dar a conocer su historia

Kurosawa. La historia de aquel mercenario del Japón feudal, que llega a un pequeño pueblo casi como un fantasma, y que logra enfrentar a dos clanes rivales en su propio beneficio, cautivó al cineasta. ¿Por qué no llevar aquella misma historia al Oeste? Al fin y al cabo, Kurosawa, a su vez, se había inspirado para su relato en uno de los tótems de la novela negra, el norteameri­cano Dashiell Hammett y su «Cosecha roja» (1929).

En apenas cinco días ya contaba con un tratamient­o de guion. Los productore­s italianos de Jolly Film quedaron convencido­s. Y, a su vez, persuadier­on a inversores españoles (Ocean Films) y alemanes (Constantin Film). El plató escogido, la sierra madrileña. Además de que ya se habían rodado «westerns» allí, Madrid contaba con laboratori­os, técnicos, caballos y... actores españoles, que encarnaban sin apenas caracteriz­ación a los villanos mexicanos de turno. De esta forma, Golden City se convirtió en el ficticio pueblo de San Miguel.

Cuando una agencia de actores le presentó unas fotos de un desconocid­o llamado Clint Eastwood, actor del serial «Rawhide», Leone estalló: «¿Este hombre, con su mirada vacía, en medio de una infumable serie sobre vacas?». El hecho de que Eastwood aceptara los 10.000 dólares que ofrecían para el papel, decantó la balanza a su favor. Leone ni siquiera le recibió en el aeropuerto a su llegada a Madrid. Y eso que el actor puso de su parte: según la versión de Eastwood, fue él mismo quien trajo, entre otra utilería, su célebre poncho, comprado en una tienda de Santa Monica Boulevard; según Leone, la idea fue suya y solo suya, iniciando así una relación de amorodio que se prolongó hasta la muerte del cineasta en 1989.

Un rodaje en al menos tres idiomas, en el cual cada actor recitaba sus líneas en el suyo propio porque el filme se rodó sin sonido; una amenaza de denuncia por carta de Kurosawa a Leone, al que acusó de plagio; el «casi» abandono de Eastwood del rodaje, harto de las peleas en el plató... Como el propio «hombre sin nombre» protagonis­ta, la historia de cómo se pergeñó «Por un puñado de dólares» ya forma parte de las grandes leyendas cinéfilas. Y el origen de todo, lo tenemos, casi literalmen­te, a tiro de piedra.

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 ?? ?? Clint Eastwood, en una de las estampas más icónicas de la historia del cine, con Hoyo como escenario
Clint Eastwood, en una de las estampas más icónicas de la historia del cine, con Hoyo como escenario
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A la izquierda, Gian Maria Volonté, villano del filme. Debajo de él, la misma localizaci­ón en la actualidad
 ?? ?? A la derecha, Eastwood, junto a una lápida. Debajo, el escenario a día de hoy
A la derecha, Eastwood, junto a una lápida. Debajo, el escenario a día de hoy
 ?? ?? A la derecha, vista general del ficticio poblado de San Miguel. Justo abajo, el paisaje que hoy vemos
A la derecha, vista general del ficticio poblado de San Miguel. Justo abajo, el paisaje que hoy vemos
 ?? ?? A la izquierda, el tiroteo final del filme. Debajo, el lugar hoy, con la montaña al fondo
A la izquierda, el tiroteo final del filme. Debajo, el lugar hoy, con la montaña al fondo

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