La Razón (Madrid)

Mañana 13 de Mayo; Fátima, Rusia y la guerra

- Jorge Fernández Díaz

Mañana 13 de mayo, es una fecha de enorme significad­o para el mundo, y no solo para los creyentes, sino para toda la Humanidad. Es así porque el mensaje de la Virgen en Fátima es una ayuda de gran importanci­a para este tiempo. Una es de carácter espiritual para salvar las almas de la condenació­n eterna, y la otra era –y sigue siendo– de carácter más terrenal, como intentar evitar la segunda guerra mundial y la expansión del comunismo por el mundo. Para poder discernir en profundida­d el mensaje de Fátima, es preciso conocer bien el contexto histórico del tiempo en el que «la Blanca Señora» bajó del Cielo a la Cova de Iría. Aquel 13 de mayo de 1917, ya comenzaba el cuarto año de la guerra de 1914, que apenas tres meses antes del 13 de mayo, se había convertido en la Primera Guerra Mundial tras la entrada de los EEUU en la contienda. Asimismo, en marzo había sido derrocado el Zar de Rusia Nicolás II de la dinastía Romanov, y en octubre de ese mismo año triunfará la Revolución bolcheviqu­e, y Rusia se transforma­rá en la URSS, la gran superpoten­cia comunista. Era un escenario muy grave el que afrontaba el mundo, aunque todavía no tenia plena conciencia de ello. En el plano más espiritual, tras el cambio en la Historia que había supuesto la Revolución Francesa alumbrando un mundo donde el hombre había desplazado en gran medida a Dios de sus vidas, ahora con la inminente revolución comunista, iba a consumar una nueva «vuelta de tuerca» en esa sociedad alejada de Dios. De ahí, su acuciante apelación a la conversión. Por otra parte, Portugal se había incorporad­o el año anterior a la guerra y las mujeres tenían a sus esposos, hijos y hermanos combatiend­o en ella, por lo que el 13 de julio le suplicaron a Lucia que le rogara a la Virgen que acabara con la guerra. Y Ella dirá que «acabaría pronto», pero que si no había conversión y dejaban de ofender a Dios «vendría otra guerra mayor»: que seria la Segunda Guerra Mundial. También prometió una singular gracia espiritual, la devoción de los cinco primeros sábados de mes «haciendo más fácil» superar el juicio particular al morir quien siguiera esa devoción. Conviene recordar que cuando iba a venir la Revolución francesa , el SCJ concedió la gracia de los nueve primeros viernes de mes para la salvación eterna. En Fátima, para el mundo siguiente a la revolución comunista, serán cinco los primeros sábados. Para el tiempo actual, San Juan Pablo II establecer­á la gracia del Domingo de la Divina Misericord­ia. Y no se hace caso.

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