La Razón (Madrid)

«El bombón perfecto es suave, ligero y homogéneo»

► Lluc Crusellas idea el «afternoon tea» del Mandarin Oriental Ritz y vende sus chocolates

- Tatiana Ferrandis. MADRID o d a r P l e d º P Pza. de Neptuno C/ Juan de Mena II X o s n o lf A / C Mandarin Oriental Ritz Dónde: Precios:

Gastrochic

Un impresiona­nte elefante de chocolate de 170 kilos fue una de las piezas que convirtió a Lluc Crusellas en el mejor chocolater­o del mundo durante la pasada edición del World Chocolate Masters en París. Un reconocimi­ento que recogía con 26 años, ahora tiene 28, de ahí que haya sido el ganador más joven y en el único español en recibir semejante reconocimi­ento. Además, la Academia Internacio­nal de Gastronomí­a le otorgó el premio al mejor chef pastelero, el mismo que ya poseen otros grandes del oficio como Paco Torreblanc­a, Oriol Balaguer, Montse Abella y Jordi Bordas. Sus maravillos­as piezas de chocolate las elabora en Vic, en Eukarya (eukaryaxoc­olata. cat), una tienda y obrador, desde donde vende online a toda Europa. ¿Qué comprar? Tabletas, bombones, rocas, grajeas, chocolate en polvo… Ya puestos en situación, los madrileños podremos degustar sus creaciones hasta final de junio en el Mandarin Oriental Ritz, ya que el chocolater­o diseña los dulces del «afternoon tea». Se trata de una selección de cuatro piezas, que son el tatin de manzana con su caramelo y chantilly, el xocosu, la tartaleta de pistacho y, por último, una tarta de avellana y chocolate con leche, que se acompañará­n de una edición limitada de bombones a adquirir para llevar o consumir en Palm Court. Como ejemplos, los de avellana, piñón,

Pza. de la Lealtad 5

Hotel Mandarin Oriental Ritz

Plaza de la Lealtad, 5. «Afternoon tea», 56 euros; bombones, desde 26. chocolate con haba tonka y el de pistacho. Incluso, probaremos una réplica del bombón de aceite de oliva y limón, que presentó en el citado concurso. Lo acompañan el de lima y vainilla, muy fresco y agradable en boca, y el de café con leche y praliné de avellana. Asimismo, la caja «caja floral» la componen el de mango y fruta de la pasión; el de albaricoqu­e y caramelo y el de pistacho, uno de sus ingredient­es preferidos, en diferentes texturas, entre otros. Lluc está feliz con la experienci­a, que considera «una oportunida­d y una responsabi­lidad, porque Madrid saborea un momento dulce gastronómi­camente hablando», dice quien también ha ofrecido en Harrods sus obras efímeras y elaboró otro majestuoso elefante, que presidió los grandes almacenes londinense­s durante dos meses. Lo cierto es que aprecia las oportunida­des que le llegan en bandeja sin perder la cabeza para saber cuáles merecen la pena, porque « nos ayudan a nosotros y al sector del chocolate», reconoce. Al adentrarno­s en él durante nuestra conversaci­ón, menciona el auge del café de especialid­ad en nuestro país y lo poco que se conoce el chocolate de calidad y «bean to bar», que traducido significa «del haba a la tableta», ya que hace referencia al proceso, que comienza en la adquisició­n de las habas y culmina en la fabricació­n de cada pieza. Uno de sus orígenes preferidos es el Papua Nueva Guinea, un cacao que destaca por su carácter y por sus notas refrescant­es y afrutadas.

Probaremos sus elaboracio­nes hasta junio. En verano abre en La Santa Market, en la Costa Brava

Su reto no es otro que divulgar la cultura del chocolate, que aquí no existe y sí se mantiene en Suiza y en Bélgica como destinos pioneros: « La gente se ha acostumbra­do a consumir chocolates comerciale­s sin saber su procedenci­a por falta de informació­n. Por eso, es tan importante dar a conocer el buen chocolate de origen y cómo es un sucedáneo. En definitiva, cómo es un chocolate de origen». La diferencia, prosigue, no radica en si es industrial o artesanal, sino en el origen, en la receta, en la calidad de los ingredient­es y en el proceso. Para saber reconocerl­os, es necesario probar ambos: « Muchos consumidor­es no han degustado jamás un chocolate con aromas ácidos, a frutos rojos, con notas a frutas amarillas o a ahumadas del tostado. Un chocolate tiene mil matices, además del dulce y el amargo». ¿Somos consciente­s del trabajo que conlleva hacer un bombón? «No y es una lástima. La parte estética es la del pintado, le sigue el encamisado, que es la cápsula que acoge el relleno y antecede al cierre con chocolate», explica minutos antes de confirmar que la dificultad radica en el equilibrio de texturas, de sabores y en la conservaci­ón, porque es un producto que no se come según lo compras. También, en lograr un bombón suave, ligero, homogéneo en boca y con mucho líquido, por eso su vida útil se reduce.El equilibrio entre la durabilida­d, la textura y el sabor es lo más complejo: «Si lo logras, obtienes el bombón perfecto».

De sabores reconocibl­es

Al referirnos a las tendencias, está de acuerdo en que nos divierten «los sabores raros», pero, en realidad, lo que se vende son los productos de gustos reconocibl­es y golosos bien ejecutados, así que, entre ellos, destacan el caramelo, el praliné, la nata, la vainilla y los frutos secos. Y, aunque poseen menos azúcar que antes, «el comensal busca esa parte de dulce placer». Así que sí, nos apasiona un bombón rico de avellana impecable con un buen chocolate con leche súper equilibrad­o y de calidad. ¿Su próximo proyecto? Abre este verano un «pop up» en el que ofrecerá siete postres urbanos (brownie, lemon pie, tarta de queso…) en La Santa Market, situado en la Costa Brava.

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CEDIDA El mejor chocolater­o del mundo, Lluc Crusellas, tiene como reto la divulgació­n de la cultura del chocolate de origen
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