Cannes, más que «Furiosa», encantada con la nueva entrega de «Mad Max»
George Miller regresa a la Tierra Baldía, esta vez con Anya Taylor-Joy y Chris Hemsworth como protagonistas, para enaltecer una vez más la famosa saga
Los que esperen de «Furiosa» una prolongación aberrante de ese «cartoon» abstracto, hiper cinético y polvoriento que era «Mad Max: Furia en la carretera», tal vez se lleven un chasco. Era imposible llegar más lejos, George Miller sabía que podía poner en peligro el cambio de marchas de una saga que necesitaba ampliar el arco dramático de su mitología para asentar su discurso político. Por ello, «Furiosa», que arrancó sus motores fuera de concurso en ese Cannes que hace nueve años validó a Miller como el inventor de un nuevo modelo de «blockbuster», hace bandera de su condición de precuela alimentando la simplicidad conceptual de su hermana gemela con algo tan antiguo –tan griego, tan clásico, tan shakesperiano– como un origen.
Si la destrucción del planeta y el empoderamiento femenino parecían dominar «Furia en la carretera», «Furiosa» está más preocupada por reivindicar el necesario levantamiento de las fuerzas antisistema –¿no es Furiosa la Mesías de una nueva civilización, un matriarcado sostenible?– contra la estupidez de los populismos. No debemos olvidar también que «Furiosa» es la historia de una venganza, como lo era «Mad Max», el origen de la saga. Miller cierra, pues, el círculo de su obra magna con una película diríamos más novelesca, cuya estructura episódica, cinco capítulos, remite a una odisea que recorre otra vez los caminos de la Tierra Baldía tomando como modelo el género de la «road movie» apocalíptica.
Un Trump post-nuclear
Hablábamos de círculo, y podríamos hacerlo en plural: tras ser secuestrada por Dementus (un impagable Chris Hemsworth) siendo niña, Furiosa atravesará varios círculos del infierno –la Ciudadela, la Ciudad del Gas, la Granja de la Bala– para convertirse en la guerrera manca que todos conocimos en «Furia en la carretera» con el rostro de Charlize Theron. Ahora es Anna Taylor-Joy, a la que Miller solo concede treinta réplicas en dos horas y media para dejar que su mirada – más concretamente, el blanco de sus ojos, luz cegadora iluminando las sombras de su maquillaje– canalice la razón de ser de su existencia: acabar con el villano y regresar a su hogar, a la Tierra de la Abundancia, una utopía. En ese itinerario dantesco, Dementus (aplaudamos los nombres inventados por Miller, propios de un cómic de Astérix: Erectus, Rictus, Pústulo) aparece como la némesis del silencio autoimpuesto de Furiosa: es el psicópata que habla por no callar, el que ha convertido el imperio de la palabra, y de la infantilización de su locura: ese osito de peluche que le acompaña pegado a su espalda, en una ética de la violencia. Un Trump de la era post-nuclear.
Miller, no obstante, está con el cine mudo. Las escenas de acción
«Quizá la estructura por bloques del filme lo acaba perjudicando al ralentizar por momentos la película»
«Una sola secuencia de persecución de ‘‘Furiosa’’, de apenas 15 minutos, tardó 79 días en rodarse»
Trece plantas, 11.570 metros cuadrados construidos en un terreno de 971 m2, y que pasarán a albergar un nuevo hotel en pleno Paisaje de la Luz. El número 21 de la madrileña calle Alcalá, antigua sede del grupo Generali, diseñado por Eusebio Bona Puig y construido por Luis Mosteiro Canas entre los años 1932 y 1935, tendrá una nueva vida. La Junta de Gobierno del Ayuntamiento de la capital ha aprobado inicialmente el plan especial urbanístico que hará viable la reconversión de su uso de residencial a hospedaje. Una intervención que, afirman desde Cibeles, supondrá «la puesta en valor del inmueble».
El edificio está sujeto a una serie de obligaciones. Se encuentra incluido en el Catálogo Municipal de Edificios Protegidos, motivo por el cual tiene atribuido un nivel de protección grado 1 nivel 2, lo que obliga al promotor a salvaguardar elementos arquitectónicos como la fachada, el portal y la escalera común central. De hecho, su «blindaje» viene por varios frentes: pertenece al «Conjunto Histórico Recinto de la Villa de Madrid», a la «Zona de Amortiguamiento del Paisaje de la Luz» y a la «Zona de Protección Arqueológica Recinto Histórico de Madrid». Esta última catalogación responde a que se encuentra dentro de la «Cerca y arrabal de Felipe II», y por existir a su alrededor monumentos considerados BIC, como el edificio del Banco Bilbao Vizcaya, el Casino de Madrid, La Equitativa y las iglesias de las Calatravas o de la Concepción Real de Calatrava.
El plan especial cuenta con los informes preceptivos para la protección del patrimonio. Así, el pasado mes de febrero, fue valorado positivamente tanto por la Comisión para la Protección del Patrimonio Histórico, Artístico y Natural del Ayuntamiento como por la Comisión Local de Patrimonio Histórico del municipio de Madrid de la Consejería de Cultura.
Tras esta aprobación inicial y el pertinente plazo de alegaciones, el nuevo hotel albergará un restaurante en su primera planta y una sala de reuniones en la segunda. Una nueva prueba de la imparable oferta hotelera de la capital.