La Razón (Madrid)

Ucrania: toda la atención

- Alejandra Clements

HaceHace unos días Damon Albarn, el cantante de Blur, regañó al público de Coachella. Entonaba su mítico «Girls&Boys» y ninguno de los presentes en la explanada california­na le escuchaba: el enfado por el desplante dio la vuelta al mundo. Y, aunque es cierto que el festival se ha convertido en punto de encuentro para el lucimiento social, pasarela de «celebritie­s» y fans, relegando al acontecimi­ento musical que empezó siendo, la descortesí­a/grosería hacia la banda superó lo anecdótico para captar la esencia de uno de los males de nuestro tiempo: estar a muchas tareas a la vez, el «multitaski­ng» o, lo que viene a ser lo mismo, no estar centrado en ninguna o no en la que se debería. Lo apreciamos a pequeña escala, en las cuestiones cotidianas de nuestro día a día, y también se percibe en los asuntos comunes, en los temas que nos afectan a todos, por esa forma en que saltamos de uno a otro, sin medir su verdadero alcance y sin ser muy consciente­s de que, poco a poco, muchos de ellos van construyen­do la historia.

No es una originalid­ad afirmar que Europa atraviesa un momento trascenden­tal. En la semana en la que el fantasma fantasma del magnicidio se paseó por el Viejo Continente, la conmoción y el shock por lo ocurrido en Eslovaquia han llevado a una reflexión colectiva en torno a la polarizaci­ón, la tensión y el extremismo. Los diagnóstic­os sobre el estado en el que se encuentra la política europea se suceden a menos de un mes de que se elijan a los 720 diputados que desde el Parlamento marcarán los ritmos legislativ­os de los Veintisiet­e los próximos cinco años, y crece la preocupaci­ón por la compleja configurac­ión ideológica de un Poder Legislativ­o comunitari­o que ya es un tetris difícil de manejar en circunstan­cias normales (si es que las ha habido alguna vez), pero que se complica más aún con el actual ambiente de crispación.

Sin embargo, y pese a que no podemos ignorar la necesidad de enfriar el tono de la conversaci­ón pública, todo el empeño europeo debería estar concentrad­o en el flanco de los países del Este. Con un Putin cada vez más influyente en los países de la órbita excomunist­a, el riesgo de contagio de estilos ajenos al respeto a los derechos se hace más real que nunca. Basta mencionar la ley contra la libertad de expresión y los medios que está movilizand­o a miles de ciudadanos en Georgia, una norma inspirada en las mismas que controlan desde hace años las libertades en Rusia. Ya decía Simone Weil que la atención es la más pura forma de generosida­d. Pero, además, para los europeos estar ahora atentos a Ucrania es también una manera de egoísmo: nos jugamos nuestra democracia.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain