La Razón (Madrid)

En busca de la Mesa del rey Salomón en Jaén

Desde hace siglos, hay leyendas que apuntan que el tablón del monarca bíblico, la reliquia más buscada de la Antigüedad, podría haberse quedado en Andalucía

- David Hernández de la Fuente.

Geografía mítica

SoloSolo hay un objeto más buscado en la historia de la geografía mítica, y más disputado entre diversos territorio­s -desde el próximo Oriente a nuestra tierra de Poniente-, que el Santo Grial del que bebió Cristo y en el que su vino se tornó sangre o viceversa: es la famosa mesa del rey Salomón, que realmente no sabemos si fue mesa, tabla, espejo, una suerte de altar o qué tipo de reliquia mágica se supone que fue. Tal vez, como en el caso del Grial (¿bandeja o copa?), o como en el de la piedra filosofal de los alquimista­s, el error de sus empedernid­os buscadores fue andar en pos de un objeto físico, cuando en realidad pudo tratarse ante todo de una realidad metafísica e inmaterial, de un reino interior o un elixir secreto que se guardaba en las entretelas del corazón o de la psique. Pero esa es otra historia… Para muchos fue un objeto litúrgico o una suerte de espejo mágico que era capaz de revelar el futuro o que permitía ver en él latitudes lejanas. Quizá fue aquella mesa de los cuentos que se pone sola y se cubre en sobreabund­ancia de manjares y bebidas, o esa especie de ventana a otra dimensión –una bola de cristal– que también aparece en los repertorio­s del folklore.

Como quiera que sea, la mesa del rey Salomón fue a parar a las Españas, perdidas por unos pueblos y ganadas por los otros, desde los romanos a los visigodos y de estos a los árabes. Y precisamen­te entre visigodos y árabes se encuentran las más interesant­es leyendas que permiten seguirle la pista, desde el sur de la península, en concreto Huelva o Jaén, o desde el Noreste, Gerona o Barcelona, hasta el epicentro del mundo visigótico en Toledo, en la misteriosa cueva o casa de Hércules: luego sigue otros derroteros hacia el Noroeste o Noreste en varias rutas legendaria­s que atraviesan la geografía hispánica de la antigüedad tardía y el temprano medioevo. Conste que andamos siempre, y más en este caso, en busca de objetos máfrado gicos de tipo iniciático. En este residen varias claves del esoterismo hispano, desde los símbolos cabalístic­os hebreos, al Bafomet de los templarios, o la antigua reliquia, que los árabes descubrier­on en suelo hispano y fue famosa en todo el mundo islámico. Es en todo caso, un viejo arquetipo mítico, el objeto de poder: en este caso es interesant­e que la mesa errante del rey bíblico Salomón esté en claro y sugerente contraste con la mesa redonda de los caballeros del rey Arturo.

La historia de origen hebreo cuenta que el rey Salomón, el mítico monarca de Israel que vivió a comienzos del primer milenio a. C., sabio, hijo de David, edificó su gran templo de sabiduría según la Biblia para sustituir al tabernácul­o móvil de los israelitas que remonta a Moisés desde su revelación en el Sinaí. Salomón construyó dentro de él un mueble fantástico en el que hizo inscribir una leyenda que contenía citodo citodo el saber del cosmos, simbolizad­o en el poder taumatúrgi­co y demiúrgico de la Palabra. Se trataba nada menos que de la fórmula secreta del nombre del sumo Hacedor, el verdadero nombre de Dios, el que no puede escribirse ni pronunciar­se, salvo en el acto creativo y sagrado del demiurgo de mundos: una fórmula jeroglífic­a y arcana según la tradición de la cábala. Esta fórmula de nombre sacro, que refleja la tradición apofática en torno al concepto de Dios, que no puede pronunciar­se, concebirse, pensarse o escribirse, habría sido grabada por el mítico rey sabio de sabios en un objeto de poder, ya fuera una tabla, una mesa, un espejo o una especie de mueble fundamenta­l en el templo de Jerusalén. Aparece alguna alusión en el libro de los Reyes como partedelmo­biliario:una mesa que es capaz de abarcar el mar.

Hay conexiones con el mundo del esoterismo y la filosofía griega. Esta tabla o mesa sagrada se ha comparado a veces con la tabla de esmeralda del contexto hermético de los textos atribuidos al mítico Hermes Trismegist­o, personaje legendario, producto del sincretism­o grecoegipc­io y supuesto autor del muy falsario corpus que lleva su nombre. Hay quien dice también que la expresión inscrita en la mesa parafrasea un viejo fragmento de Heráclito: el camino hacia arriba y hacia abajo es uno y el mismo. El camino de la mesa del rey Salomón empieza a ser errabundo cuando se produce el saqueo y destrucció­n de su templo en los tiempos del rey caldeo de Babilonia Nabucodono­sor II famoso, por haber conquistad­o, Judá y Jerusalén. Destruido de nuevo el templo por Tito en el año 70, parece, según atestigua Flavio Josefo, que se habría guardado la mesa en Roma, junto con otros objetos preciosos del templo de Jerusalén. La siguiente estación es el saqueo de los visigodos de Roma bajo el liderazgo del terrible Alarico en agosto de 410. Entonces parece que la mesa fue llevada a Carcasona, antigua capital de los visigodos en el sur de la Galia. Ya se acercaba al Finisterre hispano y al reino visigótico, adonde habría ido a parar a partir de Amalarico. Tendremos que seguir la pista a esta mesa errante en sucesivas entregas.

LUNES 20 DE MAYO DE 2024

LA RAZÓN

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EFE Interior de la cripta del barón de Velasco, en Arjona (Jaén)

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