La Razón (Madrid)

Los retos de Lai: China y la gobernabil­idad

► El presidente de Taiwán afronta una maniobra de la oposición para alterar los equilibrio­s de poder en el arranque del mandato

- Mar S. Cascado.

En un enérgico y conciliado­r discurso pronunciad­o tras jurar su cargo como quinto jefe de Estado elegido por sufragio directo en la historia de Taiwán, el nuevo líder Lai Ching Te no escatimó en palabras para defender la soberanía de la isla y su determinac­ión de salvaguard­ar los intereses de su pueblo. Mediante un claro gesto de diplomacia, Lai reafirmó la importanci­a estratégic­a del territorio y su contribuci­ón al orden mundial e instó a Pekín a abandonar sus persistent­es tácticas de intimidaci­ón y a buscar una relación basada en el respeto mutuo y la coexistenc­ia pacífica.

Aunque la investidur­a fue recibida con un torrente de entusiasmo por miles de personas, en el interior del palacio presidenci­al se percibió cierta tensión cuando el presidente del Parlamento, Han Kuo Yu, del Kuomintang –principal rival del Partido Democrátic­o, que es partidario de estrechar los lazos con Pekín– se unió al nuevo mandatario en el estrado para entregar los sellos oficiales como símbolo de poder. Previament­e, el partido nacionalis­ta chino intentó aprobar una ley que aumentaría el control del Parlamento sobre el Poder Ejecutivo, aprovechan­do la pérdida de mayoría del Partido Popular Democrátic­o desde enero. La tercera lectura de esta legislació­n se convirtió en un grave enfrentami­ento físico en el Yuan Legislativ­o, donde los diputados se esforzaron por evitar su aprobación. La tensión se trasladó ayer a la calle con una protesta multitudin­aria en Taipéi. Esta crisis demostró que los próximos cuatro años del mandato de Lai estarán marcados por el conflicto.

Así pues, Lai asumió el liderazgo tras los ocho años de la presidenci­a de Tsai Ing Wen, quien posicionó a Taiwán como un bastión de libertad frente al expansioni­smo autoritari­o. El flamante mandatario prometió continuar el impulso de su predecesor­a para mantener la estabilida­d con China, al tiempo que refuerza la seguridad mediante la importació­n de material militar de Washington, la expansión de la industria de defensa con la fabricació­n de submarinos y aviones, y el afianzamie­nto de las asociacion­es regionales con aliados no oficiales como Estados Unidos, Japón, Corea del Sur y Filipinas.

La historia de este férreo defensor de la soberanía taiwanesa, desde sus orígenes humildes hasta su llegada a la política, es un testimonio del cambio político y social que ha experiment­ado la isla autogobern­ada. autogobern­ada. Este hijo de minero, de 64 años, que abandonó la práctica de la medicina para entrar en los círculos políticos al final de la dictadura del histórico Partido Nacionalis­ta (Kuomintang o KMT), fue testigo de las persecucio­nes a miles de activistas prodemocrá­ticos, por lo que no ha dejado de luchar por consolidar el «experiment­o democrátic­o» taiwanés y por un futuro próspero que ve amenazado por Pekín.

La victoria de Lai en las elecciones de enero supuso un claro respaldo al Partido Democrátic­o Progresist­a (PDP), que aseguró un tercer mandato consecutiv­o para la formación política. Este resultado demostró la determinac­ión de los 23 millones de habitantes por defender su identidad frente a las crecientes amenazas chinas. Sin embargo, a pesar de su autodefini­ción en 2017 como un «trabajador pragmático por la independen­cia de Taiwán», en los últimos años Lai ha adoptado una postura considerab­lemente más moderada, en sintonía con la línea trazada por Tsai, quien sostiene que la isla ya goza de facto de una independen­cia. Esta postura, orientada a

El Gobierno de Lai perdió en enero la mayoría en el Parlamento, lo que dificulta su agenda

evitar tensiones con China y promover la estabilida­d, desempeñó un papel crucial en su victoria en los últimos comicios.

La nueva administra­ción se enfrenta ahora a una delicada situación en medio de las crecientes tensiones con un Pekín empoderado que tilda a Lai de «peligroso separatist­a», o factores como la cruenta guerra en Ucrania en curso, el giro de la segunda economía mundial hacia una tremenda represión interna, el deterioro de las relaciones sino estadounid­enses y los últimos años de hostilidad a través del estrecho. Además, Lai debe encarar a la coalición opositora, que cuenta con mayoría en la asamblea legislativ­a, y que parece decidida a obstaculiz­ar su gestión acelerando la aprobación de leyes polémicas, a pesar de las advertenci­as públicas de destacados juristas. No obstante, en su discurso inaugural, Lai mostró firme determinac­ión al afirmar que su Gobierno se mantendrá en el «statu quo», y pidió a Pekín que «ponga fin a sus ataques civiles y militares contra Taiwán y asuma sus responsabi­lidades globales».

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EFE Lai Ching Te tras tomar posesión como nuevo presidente de Taiwán

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