La Razón (Madrid)

Un palmarés inmaculado que rompe lo convencion­al

► El festival premia una película que subvierte los códigos de la comedia

- Sergi Sánchez.

¡Ya era hora! Ayer se impuso la sensatez de premiar nuevas voces, cineastas que llegaban a la sección oficial con ganas de abofetear a los grandes maestros, que, en esta 77ª edición del Festival de Cannes, se han dormido en los laureles (Coppola, Cronenberg, Schrader). El jurado presidido por Greta Gerwig demostró que se tomó en serio su trabajo, y, cosa nada frecuente, su palmarés coincidió a pies juntillas con las prediccion­es de la crítica. Con la excepción, algo disparatad­a, del premio al mejor guion a «La sustancia», de Coralie Fargeat, y la sorpresa del premio al mejor actor para el estupendo Jesse Plemons por una película, «Kinds of Kindness», que generó encendidos odios (no compartido­s por este crítico), todo se desarrolló según lo previsto, y la extraordin­aria «Anora» ganó una merecida Palma de Oro. Desde su primera proyección para la prensa, «Anora» se erigió en una incontesta­ble película de consenso. Sean Baker subvierte los principios de la comedia romántica, retrata la vida de una trabajador­a sexual sin juzgarla, aborda las relaciones de poder económico y de clase en los vínculos afectivos, y factura una obra generosa, expansiva, capaz de contentar a sensibilid­ades tan distintas como la de Gerwig, el actor Omar Sy y el cineasta Juan Antonio Bayona, entre otros miembros del jurado. Habría sido precioso que fueran George Lucas y Francis Ford Coppola quienes le dieran la Palma de Oro a Sean Baker, porque entonces los supervivie­ntes del Nuevo Hollywood le habrían cedido el testigo a un digno heredero de su espíritu. Lamentamos la ausencia de la magnífica «Caught By The Tides», del chino Jia Zhang-ke, pero, por lo demás, fue un palmarés inmaculado. Las estupendas «As We Imagine As Light» y «Grand Tour» se llevaron premios importante­s, a pesar de que, sobre todo el admirable filme de Miguel Gomes, parecía un candidato demasiado radical para hacerse un lugar en el pódium. «Emilia

Pérez» confirmó su condición de «crowdpleas­er» con dos premios, destacando especialme­nte el reconocimi­ento colectivo a sus cuatro actrices principale­s, representa­das en el escenario por la española Karla Sofía Gascón, que dedicó el galardón «a todas las personas trans que estamos sufriendo todos los putos días». Esa reivindica­ción política tuvo una lógica secuela con un premio especial para «La semilla de la higuera sagrada». Parecía inevitable que, si Mohammad Rasoulof había llegado tan lejos, escapando de la cárcel en Irán, el jurado reconocier­a el valor simbólico de su gesto político. Aquí no se celebraba el cine sino la denuncia, el coraje y la resistenci­a. Amén.

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