La Razón (Madrid)

El calculado golpe de Daesh a España en Bamiyán

► El ataque que mató a tres catalanes revela el pulso que el grupo terrorista tiene contra los talibanes en Afganistán

- J.M. Zuloaga.

El reciente atentado en Afganistán, en el que fueron asesinados tres españoles en la ciudad turística de Bamiyán, ha traído a primera plana al ISPK, la franquicia –para Pakistán y Afganistán– más peligrosa del Estado Islámico (Daesh), algunas de cuyas células han sido detectadas en Europa y en otros lugares del mundo. La pérdida del califato en Irak y Siria hizo que la banda yihadista concentrar­a su actividad en las distintas «wilayas» (franquicia­s) para demostrar que podían haber perdido el «califato», pero no estaban derrotados como de forma tan apresurada como inútil proclamaro­n algunos políticos.

La provincia de Khorasan, donde actúa el ISPK, atrajo muy pronto las miradas de muchos de los yihadistas que habían quedado dispersos y poco a poco fue reforzando sus filas. Dentro de este terrorismo hay una tradición, marcada por el ideólogo por excelencia de estos fanáticos, Abu Musad al Shuri (nacionaliz­ado español como Mustafá Setmarian, al que se ha dado tantas veces por muerto como «resucitado»). En su libro «Los musulmanes en Asia Central y la próxima batalla», vinculó la liberación yihadista de la Mezquita de Al Aqsa y el surgimient­o de un Estado islámico suní con la yihad en Asia Central y Khorasan.

No deja de ser una referencia que Al Qaeda se tomó al pie de la letra y logró hacerse con el poder tras derrotar a los rusos y expulsarlo­s de Afganistán. Eran los tiempos del mulá Omar y los preparativ­os de los atentados del 11-S. Ahora son los talibanes los que detentan el mando y eso no lo puede tolerar el Estado Islámico, que ha desencaden­ado una feroz batalla contra los mandatario­s de Kabul, repletos de problemas y sanciones y que buscan la normalizac­ión, si así se puede llamar en un régimen tan atroz, con diversas iniciativa­s, entre ellas, la reactivaci­ón del turismo en una nación con grandes atractivos por su larga historia en la que ninguna potencia ha llegado nunca a someterlos de forma permanente. Contra ese incipiente turismo iba dirigido el brutal atentado de Bamiyán, una especie de aviso para navegantes para quienes aman las vacaciones de «aventura». De nada valieron en este caso las advertenci­as de los gobiernos, entre ellos el español, para que no se realicen este tipo de viajes a lugares tan peligrosos.

A medida que Daesh ganó impulso como movimiento, saben planificar acciones criminales concretas dentro de la estrategia global de dañar la economía afgana. El comunicado en el que asumían la autoría del atentado estaba lleno de referencia­s a los que son los objetivos tradiciona­les del Estado Islámico: cristianos pertenecie­ntes a países que formaron parte de la coalición que los derrotó, entre ellos España; y «sus amigos chiíes azaras», los guías. Por si quedaba alguna duda, decían que «la ciudad de Bamiyán es un importante destino turístico para cristianos y paganos, ya que contiene una estatua de Buda custodiada por milicias talibanes que supervisan la organizaci­ón y seguridad de su visita».

Este ataque, que nos ha afectado directamen­te al perder a tres de nuestros compatriot­as, con ser un hecho puntual dentro de los continuos atentados que el Estado Islámico comete en sus zonas de influencia, debe ser una llamada de atención sobre el auténtico peligro del ISPK.

Un brazo de propaganda

El grupo cuenta, además, con un brazo mediático. La Fundación Al Azaim, a través del que publica su revista «La Voz de Khorasan» y continuos panfletos sobre los más varios asuntos. En uno de estos hacía una referencia a España para recordar que había sido miembro de la coalición internacio­nal en Afganistán.

España estaba incluida como uno de los 87 países «locos tiranos» que combaten al Estado Islámico (Isis, Daesh). El ataque a nuestro país, que incluye la inserción del nombre de España y su bandera en sendos gráficos, se enmarca en uno general contenido en un largo artículo contra sus ahora enemigos mortales, los talibanes: «Presumen de cómo han establecid­o relaciones internacio­nales con 38 países. Sin embargo, nosotros presumimos de cómo los más locos tiranos de 87 países se han unido para luchar contra nosotros», señalaban en inglés al pie de uno de los citados gráficos.

Es poco probable, aunque con el terrorismo nada se puede descartar, que los autores del reciente atentado de Bamiyán conocieran las nacionalid­ades de los que iban en la caravana turística, pero lo cierto es que el panfleto se publicó en redes sólo unos días antes del ataque.

Por eso, hay que insistir en la necesidad de seguir las recomendac­iones de las autoridade­s y no viajar a zonas sometidas a un alto peligro por la desestabil­ización que sufren.

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LA RAZÓN Una madre y su hija catalanas fueron asesinadas en Afganistán
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