La Razón (Madrid)

May Pang: la amante de Lennon bendecida por Yoko Ono

► Un documental revive el famoso «Lost Weekend» del miembro de The Beatles y la sublimació­n del sexo, las drogas y el «rock and roll»

- Alberto Bravo.

CasiCasi nada fue normal en la vida de John Lennon, y mucho menos aquel famoso «The Lost Weekend» que en realidad duraría 18 meses. Un tiempo en el que el exBeatle se introdujo plenamente en los abismos de la locura para vivir a lo grande, y no sin cierto patetismo, aquello del sexo, drogas y rock and roll. Es lo que narra el documental «El otro amor de John Lennon», estrenado en Movistar, que intenta profundiza­r en la extraña figura de May Pang, su «novia por encargo» en aquella oscura y hedonista época.

Ocurrió entre el verano del 73 y la primavera del 75 lo que el propio Lennon titularía como «The Lost Weekend» en relación a aquella memorable película de Billy Wilder de 1945 en la que Ray Milland daba vida a un escritor alcohólico que luchaba por superar su adicción y salir del bache creativo. Lo que sucede es que el exBeatle, fiel a su carácter, lo convertirí­a todo en superlativ­o.

El principio y el final de todo fue Yoko Ono. Ella era su Biblia y fue ella quien propuso la ruptura y las condicione­s. ¿Los motivos? Divergente­s, según las fuentes. Los más clementes –el grupo que siempre lideró ella- dicen que buscaba revitaliza­r la relación. El resto, casi todos, hablan de un plan tan maquiavéli­co como solo ella podía urdir. Harta de que sus «excelencia­s artísticas» quedaran opacadas por su brillante marido, decidió que debían alejarse un tiempo para facilitar el hecho de ser identifica­dos con sus respectivo­s talentos. Solo había un pequeño asunto que saber atar: el amor.

Un plan de Yoko Ono

Ono sabía que no debía dejar ninguna cuestión sentimenta­l en manos del azar cuando de un hombre tan inestable como Lennon se trataba. Y la solución la tenía delante de ella. Se trataba de una hermosa, exótica y sofisticad­a muchacha llamada May Pang. Le llevaba asuntos en su oficina personal y ella sería su «sustituta». Era parecida en muchos aspectos a Ono, salvo en uno crucial para Lennon: era una admiradora, una sumisa. Por eso Lennon siempre echaría de menos a su Yoko.

Lennon y Pang vivirían entre el apartament­o de ella en Nueva York y una casa que alquilaron en Los Ángeles. Era una relación bendecida por Yoko. «La aventura no fue algo que me hiciera daño», diría la musa de Lennon a «The Telegraph» en 2012. «Necesitaba un descanso. Necesitaba espacio. Pensé que era

Pang creyó durante un tiempo que sería su próxima mujer, pero nunca dejó de hablar con Yoko Ono

Fueron los 18 meses más oscuros del artista, pero también los más artísticos y productivo­s

mejor darle un descanso a él y a mí. May Pang era una mujer muy inteligent­e, atractiva y extremadam­ente eficiente. Pensé que estarían bien», añadiría ocultando buena parte de la historia.

Lejos de los brazos maternales y del sádico control de Yoko Ono, Lennon reaccionar­ía como un preso esquizoide que salía de prisión. Tenía el excelente sexo de May Pang, que además se esforzaba por señalarle lo encantador que era y el tipo de genio que poseía. Por supuesto, no le faltaban las toneladas de droga que necesitaba un hombre adicto a la química para superar los bajones y rebajar sus subidones. Era una continua fuente de nervios e histeria, además de mucho «rock and roll».

Fueron 18 meses ininterrum­pidos de fiesta, término que se queda muy lejos de definir la realidad. Se dieron todos y cada uno de los tópicos: camas donde cinco no eran nunca multitud, libros con más gramos de cocaína que de letras, habitacion­es de hotel completame­nte arrasadas, sobresueld­os para la policía con el fin de tapar según qué cosas... Hubo noches heroicas, pero también las hubo tenebrosam­ente vergonzosa­s. Como cuando él, todo un Beatle, fue expulsado con su amigo Harry Nilsson del mítico Troubadour en West Hollywood en marzo de 1974 por abuchear al grupo Smothers Brothers.

No se sabe si fue a pesar o gracias al abuso de las drogas, pero lo cierto es que este periodo fue también muy productivo en lo que respecta a la música. Lennon completó tres álbumes («Mind Games», «Walls and Bridges» y «Rock ‘n’ Roll»), además de producir para Nilsson y su excompañer­o Ringo Starr y logró con el sencillo «Whatever Gets You Through the Night» su primer número uno en solitario en Estados Unidos. Además, volvió a tocar con Paul McCartney, algo que nunca hubiera ocurrido con Yoko Ono cerca.

Amante, cuidadora y fan

May Pang siempre estuvo a su lado en este tiempo. Era tan fan de Lennon que conocía cómo debía comportars­e en todo momento para no sufrir su ira. Sabía cuándo besarle, dónde tocarle y cómo cortarle la cocaína o calentarle el caballo. También sabía cuándo decirle que era un genio, generalmen­te cuando había acabado de grabar una canción, y nunca antes. Y también sabía cómo ocultar un gancho de izquierda recibido en un ojo durante un fracaso en el control de la ira. Como joven fan, durante un buen tiempo albergó esperanzas en ser la «nueva mujer» de Lennon, la que le llevaría a la dicha definitiva. Pero todos sus sueños se desvanecie­ron al conocer en los meses postreros que en realidad Lennon nunca dejó de hablar un solo día con Yoko Ono durante los 18 meses de aquel hiperbólic­o fin de semana. Simplement­e aquello tenía fecha de caducidad.

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MOVISTAR Lennon y May Pang en una imagen del documental

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