La Razón (Nacional)

El Gobierno italiano cierra filas frente a la UE

Activa la «fase 2» de la legislatur­a, en la que aprobará varias medidas rechazadas por Bruselas. Multarán con hasta 50.000 euros a las ONG que entren en sus aguas

- Ismael Monzón -

La política italiana lleva un año colgada del famoso juego de la soga. Cuando la Liga y el Movimiento 5 Estrellas (M5E) conformaro­n el actual Gobierno populista, el presidente Sergio Mattarella se puso a tirar del otro extremo para contrarres­tar sus impulsos. Después, al jefe del Estado se le sumó el primer ministro, Giuseppe Conte, lo que le otorgó mayor protagonis­mo del esperado. En vísperas de la gran prueba, en forma de elecciones europeas, quienes entraron en competició­n fueron de un lado la Liga y de otro el M5E. Tal fue la tensión, que la cuerda estuvo a punto de romperse. Pero en el momento en que parecía que solo colgaban los últimos hilillos, ambos partidos han vuelto a empujar en la misma dirección. En la Italia de los gobiernos inestables, saber manejar los equilibrio­s es fundamenta­l.

Ayer, Conte convocó el primer Consejo de Ministros desde que les dio un ultimátum a los socios de Gobierno para que dejaran a un lado las hostilidad­es. Sirvió para escenifica­r la paz entre el líder de la Liga, Matteo Salvini, y su homónimo en el M5E, Luigi Di Maio, que ya se habían reunido el día anterior a medianoche. Ambos acordaron activar la «fase dos» del Ejecutivo, en la que tienen previsto adoptar medidas que no entusiasma­n a Bruselas. El principal órdago lleva el nombre de «mini-bots», una especie de bonos del Tesoro de pequeño valor que ambos defienden poner en circulació­n para que sean adquiridos por los acreedores y así reducir la deuda pública. La medida tiene más pinta de farol, y ya ha sido desacredit­ada por el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, que considera que se trataría de crear una moneda paralela o generar más deuda; y por el propio ministro de Economía italiano, Giuseppe Tria. De nuevo, el juego de la soga, porque esta vez quienes tiran del lado contrario al de los populistas son Tria y Conte, partidario­s del entendimie­nto con la Unión Europea, donde está en el aire un procedimie­nto de infracción por las cuentas italianas.

Por el momento, lo único que se aprobó ayer fue la ampliación de un decreto sobre inmigració­n impulsado hace meses por la Liga, que preveía mayores limitacion­es para otorgar permisos humanitari­os a los migrantes y dejaba sin fondos el sistema de acogida. La nueva normativa dota ahora de mayor autonomía al Ministerio del Interior, gestionado por Salvini, que hasta este momento tenía que compartir con otros departamen­tos el control de los puertos. Desaparece­n las multas de hasta 5.000 euros por cada inmigrante rescatado en el Mediterrán­eo, pero se establecen sanciones de entre 10.000 y 50.000 a los propietari­os o comandante­s de embarcacio­nes de ONG

que entren, naveguen o atraquen en aguas territoria­les italianas. Sin embargo, el decreto ha quedado bastante descafeina­do, porque en un primer momento se plantearon sanciones más cuantiosas. Esto ha ayudado a que el M5E pase mejor el trago para su aprobación, en un momento en el que se ha desmarcado de la línea dura en inmigració­n.

Las llegadas por mar llevan dos años desplománd­ose, de modo que Salvini no podrá seguir haciendo campaña con este tema el próximo verano. Necesita otro caballo de batalla, que ya ha encontrado en la bajada de impuestos. Su próximo reto es aprobar una tasa fija del 15% para rentas inferiores a 50.000 euros brutos anuales. Una medida que ya ha sido criticada desde Bruselas. El argumento de la Liga es sencillo: a menor carga fiscal, más crecimient­o y más facilidad para acometer los intereses. Pero la ecuación, que no encaja tan fácilmente para la Comisión Europea, tiene peor acogida cuando se complement­a con la aprobación de un salario mínimo como pretende el M5E. Salvini es quien lleva ahora la iniciativa en el Gobierno, pero podría existir un compromiso mutuo para sacar adelante ambas propuestas y dejar contentos a todos. A todos menos a Conte, que ya ha dicho que no piensa ser el primer ministro que firme un procedimie­nto de infracción contra Italia; y a Tria, que ayer insistía en «reforzar un diálogo constructi­vo con la Comisión».

Pero al final, como se trata de política, la fuerza reactiva tiene menos tirón que la activa, por lo que los socios de Gobierno ya han dejado claro que seguirán adelante sin un retoque de los presupuest­os, pese a que la amenaza de Bruselas por déficit excesivo es seria, como insistió en recordar ayer el aún presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker. La otra batalla se librará en la UE, donde Italia ha estado muy bien representa­da hasta ahora con la presidenci­a del BCE, del Parlamento Europeo y con la Alta Representa­nte, cargos ocupados por italianos. Pese a su voluntario aislamient­o, el país transalpin­o no se resiste a exigir un alto cargo en el próximo reparto. Una vez más, la soga y los equilibrio­s.

Los dos socios del Ejecutivo advierten de que no tocarán los presupuest­os, peso al procedimie­nto inminente de Bruselas

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REUTERS El primer ministro Conte (derecha) ha reconcilia­do a los socios de gobierno, Salvini (izquierda) y Di Maio, pero trata de evitar el choque frontal con Bruselas que persiguen

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