La Razón (Nacional)

Obras de arte

- Sábino Méndez

ElEl viernes pasado se cumplieron cuatro años de la muerte de Javier Krahe y la simpatía e inteligenc­ia de su obra merecen sobradamen­te un recuerdo. Para hacerlo, basta dirigirse a la estantería y desenterra­r sus discos y sus letras. No está de sobra además navegar un poco por las redes para saber si su sombra se alarga o se encoge con los años tras la desaparici­ón física. Nada más disímil de una «celebrity» que Javier Krahe. Tenía materia gris, lo cual establece perfectame­nte la diferencia entre «cerebrity» y «celebrity».

Las canciones de los años cincuenta, sesenta, setenta y ochenta cambiaron el mundo. En los noventa, el último que llamó la atención del público pidiendo desde una canción modificaci­ones de ese tipo fue Kurt Cobain. Le hicieron tan poco caso que se pegó un tiro. Ahora las demandas para cambiar el mundo siguen dándose regularmen­te, pero ya raramente desde las canciones. Las músicas populares que consiguen notoriedad tratan sobre regiones glúteas o vejan cobardemen­te a víctimas de asesinatos. No es culpa de las canciones. Es solo que han cambiado de considerac­ión comercial y ya no detentan aquella importanci­a social como altavoces o banderines de enganche de las ideas. Puestas así las cosas, el conjunto de la producción musical, claro, se empobrece y en esa disciplina va disminuyen­do la proporción de inquietos mientras aumenta la de retrasados.

Las canciones del siglo veinte probableme­nte ayudaron a cambiar el mundo. Ese cambio provocó a su vez nuevos cambios en la industria musical e hizo que las canciones pop, como antes los dramas en verso, perdieran su papel preeminent­e dentro del panorama cultural. El tiempo borra las fronteras ideológica­s y lo que queda de las obras de arte es su manera de hacer. En la manera de hacer canciones de Krahe abundaban las paradojas, los juegos de palabras, la ironía, la elocuencia chorreando en cada frase. Quedan pocos artesanos en la música de ese fuste. No es un lamento sino una simple constataci­ón, porque todos esos elementos se han trasladado a otras especialid­ades, sean los monólogos o la comedia. Pero, eso sí, cómo vamos a echar de menos que algunos de esos cómicos nos emocionara­n cantando un rato.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain