La Razón (Nacional)

Apolo 11 Una misión precaria

De todas las maravillas que ocurrieron en aquellas 195 horas, 18 minutos y 35 segundos de la expedición, quizás, lo más sorprenden­te a día de hoy es la tecnología que logró convertirl­a en un éxito… Una chapuza para nuestro tiempo

- Jorge Alcalde -

¿Sabía que entre la Tierra y la Luna en su apogeo cabrían todos los planetas del Sistema Solar?

LaLa más alta tecnología jamás compilada por un solo proyecto humano… hasta entonces. La misión Apolo 11 fue el escaparate de hasta dónde había sido capaz el homo sapiens de llevar su añeja manía de fabricar herramient­as. Lo más de lo más. Hoy nos parecería pura chatarra vintage. Y es que, entre las muchas cualidades que convierten aquel empeño en un momento épico, quizás, una de las que más llama la atención sea cómo fue la NASA capaz de poner a dos hombres en la Luna y devolverlo­s a casa con aparatos tan rudimentar­ios, poco experiment­ados e impredecib­les

como aquellos. Sí, es cierto que el ser humano salió de África hace cientos de miles de años probableme­nte en una improvisad­a balsa de troncos, entonces, ¿por qué no iba a ir a la Luna en una nave que hoy parecería de juguete barato?

No lo consideren una exageració­n infundada, por favor: la capacidad de computació­n que tenían las naves de la misión en 1969 era menor a la que tiene el teléfono móvil que llevamos en el bolsillo. A ello hay que añadir que algunos de los aparatos usados no habían gozado del suficiente periodo de pruebas previo. El módulo lunar, sin ir más lejos, la nave que debía descender a la superficie y volver a despegar a tiempo para ser rescatada de vuelta a casa, solo hizo dos vuelos de test tripulados previos. Los trajes espaciales que llevaron Armstrong y Aldrin en a Luna eran de estreno, nadie los había usado antes. Aun así, la proeza fue todo un ejemplo de despliegue tecnológic­o del momento.

Para elevar al cielo a los tres héroes se optó por utilizar un cohete Saturno V en lugar de un conjunto de varios acoplados que sumaran su capacidad de empuje. El Saturno V era un monstruo de 111 metros con peso a plena carga de casi tres millones de kilos. La NASA confiaba tanto en este gigante que lo probó solo dos veces antes de meter seres humanos dentro. El primer vuelo tripulado fue en 1968 en la misión Apolo 8 que trasladó a los primeros humanos a la órbita de la Luna. Saturn no era un aparato desconocid­o. Al fin y al cabo era el heredero de una larga saga de cohetes evoluciona­dos durante décadas. No fue el caso del Módulo Lunar Eagle. Aquella nave pequeña sería el primer artefacto creado por el ser humano para posarse en otro mundo. Y de hecho nadie tenía la menor idea de cómo se comportarí­a en el aterrizaje. Se había probado en dos ocasiones en órbita, simulando la tarea de desacoplar­se y acoplarse de nuevo a la nave nodriza. Pero la toma de tierra (más bien la toma de luna) era un acontecimi­ento para el que todo el mundo estaba virgen. De hecho uno de los momentos críticos de la misión fueron los segundos previos a la llegada, cuando Armstrong tuvo que variar brevemente la trayectori­a para no colisionar con una roca. Una suerte de improvisac­ión en un mundo desconocid­o.

Mención especial merecen los trajes espaciales que llevaron los dos primeros humanos que pisaron suelo selenita. En realidad cada misión Apolo requería de un considerab­le fondo de armario. Según la NASA, eran necesarios 15 trajes por misión. Los tres astronauta­s titulares requerían tres cada uno (uno para entrenamie­nto, uno para el vuelo y otro de seguridad). A ello había que añadir los complement­os de actividad extravehic­ular para salir a la superficie de la Luna. Los guantes y las botas de cierre hermético (las que dejaron la famosa huella) y el casco brillante de policarbon­ato nunca antes habían estado en un mundo diferente al nuestro. Por fortuna, no fallaron.

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EFE Armstrong y Aldrin llevaban un revestimie­nto protector en las botas para evitar rasgaduras y el polvo lunar Los negacionis­tas dicen que la huella lunar no coincide con la del traje, pero es por el protector que se les puso
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