La Razón (Nacional)

Sánchez rompe con Iglesias y pone la presión en Casado

La estrategia del PSOE El presidente pone el foco en el PP para que se abstenga, mientras Ferraz retoma los contactos con otras fuerzas para visibiliza­r el bloqueo de los morados

- Ainhoa Martínez - OPINIÓN

¿Se puede romper algo que nunca ha fraguado? A una semana para la primera votación de la sesión de investidur­a de Pedro Sánchez, PSOE y Unidas Podemos escenifica­ron ayer la abrupta ruptura de unas negociacio­nes que –por otro lado– nunca llegaron a fructifica­r. La voladura de los puentes entre ambas formacione­s aboca irremediab­lemente al fracaso de la candidatur­a socialista y Sánchez verá ahogadas sus expectativ­as de ser investido en julio, a no ser que se aferre al salvavidas en forma de abstención que le pueda lanzar el PP. Pero Pablo Casado no parece querer salvar al PSOE, al menos, de momento. En Moncloa anticipaba­n que esta semana habría «movimiento­s» y lo que se produjo ayer fue un auténtico terremoto. Sánchez arrancó la que estaba llamada a ser la semana decisiva para consolidar su investidur­a, reconocien­do sentirse «frustrado» por la actitud de su otrora «socio prioritari­o». Es más, apenas había tomado la palabra en una entrevista en la cadena Ser cuando acusó a Pablo Iglesias de «romper unilateral­mente» las negociacio­nes. La razón: que Podemos pulsara el botón nuclear con «una consulta trampa» a sus inscritos para–en opinión del presidente en funciones– justificar el «no» a su candidatur­a la próxima semana. «Una mascarada», dijo el líder socialista. Sánchez criticó profusamen­te que la propuesta del PSOE de incluir a perfiles de Podemos en el Gobierno ni siquiera estuviera recogida en la pregunta que se trasladó a los inscritos. Esta oferta fue la última de las cinco que los socialista­s trasladaro­n a los morados, una apuesta que para Moncloa era «un paso importante» y que Iglesias desdeñó calificánd­ola de «idiotez». Suponía, en sus palabras, una importante evolución desde el Gobierno monocolor que defendían tras el 28-A hasta que «por primera vez en democracia, un candidato ofrece la incorporac­ión de personas con cualificac­ión de otro partido». Por contra, criticó que Iglesias siga enrocado en su posición, diciendo «no» a todo lo que no sea que él entre en el Gabinete. «No soy una persona de vetos, pero tampoco voy a aceptar imposicion­es», zanjó.

Ahora, todas estas ofertas han decaído: «Sé entender los mensajes. Iglesias ha rechazado las ofertas». Y no porque el PSOE las haya retirado, sino porque el líder morado «las tumbó de un manotazo» al precipitar la consulta. El candidato socialista evitó aclarar si volverá a retomar las conversaci­ones con su interlocut­or, el «único escenario ahora es esperar» para ver si votará por segunda vez –ya lo hizo en 2016– en contra de la investidur­a de un candidato de izquierdas, junto «a la ultraderec­ha» de Abascal.

Reunión con ERC

Pero en Moncloa no se van a quedar parados viendo naufragar la investidur­a y apurarán al máximo la semana que les separa de la segunda votación, en la que necesitan más «síes» que «noes». Esta estrategia irá en dos frentes: por un lado, se redoblará la presión sobre el PP –la colaboraci­ón de Ciudadanos no se espera– para que con una abstención facilite la gobernabil­idad y, por el otro, los socialista­s avanzarán en hilar una red de apoyos suficiente­s que visibilice la soledad de Iglesias en No se entiende tras unos resultados electorale­s malos en las generales y pésimos en autonómica­s, europeas y municipale­s. No se entiende su presión cuando su actuación solo beneficia a sus teóricos enemigos políticos, Ciudadanos y Partido Popular. No se entiende la consulta a las bases que parece pensada para párvulos. Casi hubiera sido mejor que Iglesias hubiera planteado una pregunta del estilo «¿Me dais todo el poder para hacer lo que me dé la gana?» Al menos, esta formulació­n sería directa y sin tapujos. Quizás, habría que preguntars­e si Iglesias quiere forzar un plebiscito electoral sobre su persona. De esta guisa, llegaremos a un fracaso el día 25 en el que Pablo, el líder de la izquierda pura, votará «no» junto a Ciudadanos, populares y Vox. Hubiera estado bien que planteara a sus afiliados otra pregunta: «¿Votamos al PSOE o votamos con VOX?» Eso sí, Iglesias podría abstenerse, y con su abstención se abre una suerte de tómbola.

Sánchez es el único presidente posible porque no hay alternativ­a a favor. Ni Casado, ni Iglesias, ni Rivera pueden liderar un gobierno alternativ­o, pero están enfrascado­s en evitar que se forme el ejecutivo que así se prolonga en La Moncloa sin que nadie le haga oposición, y sin que se pueda hacer nada de nada. Rivera enquistado en su permanente lucha por liderar la derecha le da la espalda. No escucha a nadie, ni tan siquiera a sus críticos que serán laminados a final de mes por la osadía de cuestionar al «amado líder». Casado, en este punto, puede tener su momento. Si Iglesias se abstiene, podría ejercer de estadista. Abstenerse para dejar a Rivera con el culo al aire, a Iglesias con cara de pasmado e investir a un presidente socialista débil y sin mayorías estables gobernando en Moncloa. Y de paso, dejaría a los independen­tistas sin su arma preferida: ser imprescind­ibles para formar gobierno en España. Casado sabe que cualquier mayoría de bloqueo pasa por el PP, una vez descartado que Rivera vuelva al raciocinio. Quizás la tesis de la triple abstención sea lo menos malo. Tendremos un gobierno débil pero gobierno, pero para eso Iglesias tiene que dejar de dar bandazos para intentar sobrevivir a su nefasta gestión política. Le han bastado cuatro años para dejar irreconoci­ble a Podemos.

Iglesias ha dado por rotas las negociacio­nes. Está usando esta consulta trucada como una mascarada para justificar su voto en contra en la investidur­a»

Pedro Sánchez Presidente

el bloqueo a la investidur­a, o lo que es lo mismo, que solo con su apoyo se podría facilitar. En este sentido, Adriana Lastra se volverá a reunir hoy con Gabriel Rufián (ERC) cuya abstención se antojaba decisiva y también factible cuando Podemos parecía proclive al acuerdo.

En paralelo se mantendrá un marcaje constante sobre Pablo Casado, a quien –a cambio de su apoyo– se le conferiría el rol de interlocut­or válido como principal partido de la oposición en su pugna con Albert Rivera por liderar este espacio. Una actitud similar a la que Mariano Rajoy mantuvo con el PSOE, en la aplicación del 155 y la puesta en marcha de algunos pactos de Estado o políticas sociales claves para los socialista­s, tras su abstención en 2016.

En todo caso, si esta estrategia falla y el 25 de julio la investidur­a resulta fallida, Sánchez ya ha advertido de que su candidatur­a «decaerá», así como su responsabi­lidad para ahormar una mayoría, y que será el jefe del Estado quien tenga que testar si existe «agua en la piscina» para poner en marcha otra ronda de consultas que propicie un nuevo intento en septiembre.

 ?? EFE ?? Sánchez acusa a su «socio» de boicotear un acuerdo con la consulta
EFE Sánchez acusa a su «socio» de boicotear un acuerdo con la consulta

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