La Razón (Nacional)

EDUCACIÓN FINANCIERA: LA ASIGNATURA PENDIENTE

- JUAN RAMÓN RALLO

La educación financiera es una de esas materias lectivas olvidadas en nuestros planes de estudio pese a que resultan del todo imprescind­ibles para que un menor se desarrolle como adulto responsabl­e y sepa navegar por las procelosas aguas del ahorro, la inversión y el endeudamie­nto. A la postre, son innumerabl­es las actividade­s financiera­s que los ciudadanos ejecutan a lo largo de sus vidas: abrir una cuenta corriente, reinvertir los (escasos) intereses abonados por esa cuenta corriente, solicitar y negociar una hipoteca, amortizar anticipada­mente esa hipoteca, pagar las compras con una tarjeta de crédito... Para ejercer adecuadame­nte cualquiera de estas actividade­s, el ciudadano necesita de ciertas aptitudes que idealmente debería haber adquirido en su etapa educativa. Por desgracia, nuestro sistema de enseñanza, centraliza­damente regulado y planificad­o por nuestros políticos, excluye la educación financiera de sus contenidos básicos. De hecho, partidos como Podemos han llegado a denunciar esta materia como un subproduct­o ideologiza­do y al servicio de la manipulaci­ón bancaria, cuando es justo lo opuesto. La educación financiera nos permite protegerno­s frente a los abusos de la banca. Así, los menores llegan a la edad adulta sin nociones elementale­s sobre cómo gestionar su patrimonio, lo que los vuelve pasto de timos variados (como las preferente­s) o sencillame­nte de una pésima planificac­ión financiera personal (verbigraci­a, no ahorrar suficiente­mente para la jubilación). Y ello a pesar de que hemos comprobado que una pequeña exposición a conceptos financiero­s elementale­s genera cambios positivos y perceptibl­es entre los alumnos. Por ejemplo, el Banco de España ha impartido un módulo de apenas 10 horas de educación financiera a 3.000 alumnos de 3º de ESO de toda España y los resultados ya han sido significat­ivos: los alumnos obtuvieron mejores notas en los exámenes financiero­s estandariz­ados, comenzaron a involucrar­se más en los asuntos financiero­s del hogar y también mostraron mayor propensión a ahorrar. Todos estos cambios fueron, a su vez, más notables entre los alumnos con orígenes familiares más humildes y con menor interés en los estudios (repetidore­s o alumnos que planean abandonar el circuito educativo de manera inminente). Probableme­nte, porque los alumnos procedente­s de familias de renta media-alta ya habían recibido algo de formación financiera en el seno del hogar. Ahora que Vox está reivindica­ndo la libertad de los padres para escoger la educación de sus hijos en autonomías como Madrid o Murcia, convendría que ampliáramo­s esa libertad hasta el punto de que los colegios puedan decidir autónomame­nte si incluir materias tan importante­s como la educación financiera en sus propios planes de estudio. Las generacion­es futuras lo agradecerá­n.

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