La Razón (Nacional)

EL PRIMER Y GRAN BOCADO DEL CANÍBAL EN EL TOUR

EL APABULLANT­E TRIUNFO DEL BELGA EN LA «GRANDE BOUCLE» DE HACE 50 AÑOS LO CONVIRTIÓ EN LEYENDA Y REFUNDÓ EL CICLISMO

- Gonzalo Núñez - Madrid

AEddyAEddy Merckx no le gustaba perder ni a las canicas. La caballeros­idad exhibida por otros ciclistas (piensen en nuestro Induráin) no iba con él. Si la meta estaba a tiro, ¿por qué ceder la gloria? Aunque ya hubiese ganado todo lo habido y por haber. Su sed de triunfo era un pozo sin fondo. Los tres apelativos que se le asignaron dejan claro ante que tipo nos encontramo­s: el Caníbal, el Ogro, el Monstruo... Durante casi una década sometió al ciclismo mundial a su caprichosa tiranía. Fue (y acaso es) el más grande y en el Tour de Francia 1969 empezó a labrar su leyenda. Antes de aquella etapa prólogo en Burdeos, el 28 de junio, todos sabían que, a sus 23

años, el jovencísim­o Merckx venía para quedarse. El año anterior había ganado el Giro y en la edición del 69, solo un extraño positivo en femcafamin­e que Merckx siempre negaría evitó una segunda «maglia rosa». Las clásicas y las monumental­es de principios de año las había literalmen­te devorado: París-Niza, Milán-San Remo, Lieja-Bastogne-Lieja. Era cuestión de tiempo que se merendara el Tour, la carrera por antonomasi­a. Pero lo que hizo Merckx en la «grande boucle» de hace 50 años fue hiperbólic­o y apabullant­e, un mazazo que dejó grogui al mundo del ciclismo y le hizo ganar de corrido otros cuatro tours: no solo ganó la general, sino que venció 7 etapas, y las clasificac­iones de la Montaña, Puntos, Combinada y por equipos con el Faema. Poco dejó para los demás. Pero es que además estableció un récord que aún no ha sido superado y que difícilmen­te lo será en estos tiempos de ciclismo medido al detalle, al segundo, en el que las diferencia­s son cada vez menores: aventajó al segundo (Roger Pingeon) por 17,54 minutos y al tercero (el «segundón» Poulidor) por 22,13.

Un huracán en formación

Merckx llegó a tiempo de aguarles la fiesta a los grandes beneficiad­os del fin de la era de Jacques Anquetil, que dominó el Tour desde el 61 al 64. En ese interegno entre ambas leyendas, Pingeon logró una «grande boucle» y Felice Gimondi (cuarto en el 69), otra. Pero ni ellos ni Poulidor pudieron siquiera toser al joven belga a lo largo de las 22 etapas de la ronda gala. Ni siquiera el ruido mediático sobre su positivo en el Giro lo descentra. El director del Faema decide que en la contrarrel­oj-prólogo de Burdeos, Merckx salga el primero y no el último del equipo, como hacen los campeones. A pesar de ello queda segundo en la etapa. En la Ballon d’Alsace, sexta etapa, el belga se destapa, se lo comen las ansias de explotar, tanto que ya en dos etapas en llano había saltado del pelotón. En la montaña que inauguró en el año 1905 la era de las grandes cumbres, Merckx saca 4 minutos a los favoritos de la carrera. Los ha humillado a poco que la carretera se ha puesto cuesta arriba. ¿Quién puede detener un huracán en plena formación? «La superiorid­ad de Merckx es más aparente que real», opina tras la etapa Pingeon. Pero no es un espejismo. Va sumando minutos. Hasta la etapa 17, el gran colofón, la «sobrada» del genio. A 130 kilómetros de la meta ataca casi en la cima del mítico Tourmalet. «Solo quería bajar tranquilo», dijo. Pero la cosa se va de madre y llega a sacar 8 minutos en la meta de Mourenx. Una barbaridad. París y el amarillo ya eran suyos. Y así durante 5 años. Mordisco a mordisco, el Caníbal refundó el ciclismo.

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El belga Eddy Merckx ganó en 1969 el primero de cinco Tours consecutiv­os

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