La Razón (Nacional)

TENGA USTED MIEDO A LA ADOLESCENC­IA

ESTE CONTROVERT­IDO RETRATO DE LA ADOLESCENC­IA MODERNA RESULTA TAN ALARMISTA COMO POCO CREÍBLE

- Nando Salvá - Madrid

UnaUna de las primeras preguntas que le surgen a uno al sentarse frente a «Euphoria» es esta: ¿a quién va dirigida? Por un lado, habla de la segunda hornada de miembros de la Generación Z y, en concreto, retrata la adolescenc­ia moderna como un tránsito descontrol­ado a través de las drogas, el alcohol, el porno y la depresión. Por otro, sin embargo, su público idóneo no parece ser ese colectivo. De hecho, da la sensación de haber sido diseñada para que una parte de los espectador­es adultos se alarmen contemplan­do cuánto se coloca su progenie y qué abominable­s costumbres sexuales tienen, y para que la otra respire aliviada por no tener hijos adolescent­es. Es una serie tan obviamente desesperad­a por provocar que, al final, todo cuanto logra provocar es tedio.

Su protagonis­ta es Rue, que nació tres días antes del 11-S y que siendo solo una niña fue diagnostic­ada de varios desórdenes psicológic­os trastorno de la personalid­ad, trastorno obsesivo compulsivo, ansiedad– y convenient­emente medicada; años después, las

drogas pasaron a ser su vía de escape. Al principio de «Euphoria» acaba de salir de rehabilita­ción después de sufrir una sobredosis, y pese a ello sigue decidida a seguir metiéndose de todo. Rue tiene una amiga, Jules, que es transgéner­o y pasa las noches manteniend­o encuentros sexuales a veces violentos con hombres mayores con los que contacta a través de una app; y también está su compañera de instituto Kat, que se siente horrorizad­a al descubrir que el vídeo grabado cuando perdió la virginidad ha sido subido a «Pornhub» (el portal pornográfi­co más visitado en todo el mundo), aunque no tarda en pillarle el gusto a exhibirse online.

Trauma y disfunción

Tanto esos como los otros personajes de la serie en la edad del pavo se comportan de forma invariable­mente compulsiva y aparenteme­nte resueltos a hacerse daño, y de ninguna otra manera. El retrato que «Euphoria» traza de la juventud es todo trauma y disfunción; ni rastro de diversión, ni de gozo, ni de deseo. Y eso queda especialme­nte claro en la representa­ción que la serie hace del sexo, que es abundante y casi exclusivam­ente disuasoria. Aquí los impulsos carnales de la chavalada no tienen que ver con la búsqueda del placer o la manifestac­ión de una emoción sino con la crueldad aprendida de la pornografí­a. Y eso la convierte en una serie mojigata convencida de ser justo lo contrario.

Cierto que, en sus mejores momentos, «Euphoria» captura con cierta eficacia las consecuenc­ias de ser la primera generación genuinamen­te online en haber crecido en el mundo del «sexting», el ciberacoso y las drogas sintéticas, pero resulta difícil identifica­rlos entre todas esas escenas en las que los penes erectos aparecen con tanta frecuencia como las flores en primavera –hay un episodio en el que el espectador atento llegará a contar hasta 30– y, en cualquier caso, resulta difícil tomarlos en serio pese a que a menudo llegan envueltos de la solemnidad y los aires de importanci­a que exudan al hablar quienes se creen en posesión de la verdad absoluta. Porque tener 16 años no necesariam­ente es sinónimo de sentirse triste y vacío y miserable y humillado y temeroso de aparecer en un vídeo sexual por mucho que «Euphoria» intente convencern­os de que sí. No hay más que fijarse en una persona real de 16 años.

¿POR QUÉ HAY QUE VERLA?

Para saber por qué ha dado tanto de qué hablar y para entender que no es para tanto

¿POR QUÉ PODRÍA DEFRAUDART­E?

Sus ansias de provocar son tan evidentes que tan solo genera indiferenc­ia

¿CUÁNTOS CAPÍTULOS Y CUÁNTO DURAN?

Su primera temporada son ocho capitulos, de unos 55 minutos cada uno

¿DÓNDE PUEDO VERLA?

HBO

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La actriz y cantante Zendaya protagoniz­a este drama sobre la adolescenc­ia

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