La Razón (Nacional)

EL ARTÍCULO DE USSÍA

La feminista de las frases

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YaYa les he contado la heroica historia de aquel profesor de Primaria de los años sesenta del pasado siglo, que soportaba con estoicismo sus apellidos. Don Manuel Pito Pequeño. Pero llegó un momento que se le hizo insoportab­le su identidad. Después de un año de papeleo, consiguió al fin, su propósito. Dejarse de llamar Manuel Pito Pequeño. A partir de la respuesta afirmativa del Registro Civil, pasó a llamarse Ramón José Pito Pequeño. Y a partir del cambio de nombre, fue feliz.

La feminista de las frases, la culta y honda Carmen Calvo Poyato, a pesar de su acendrado y cultivado feminismo militante, no ha tenido el valor de cambiar su segundo apellido. Una feminista apellidada Poyato no puede sentirse dichosa. Con la influencia que tiene, hoy en día, en el Registro Civil, bien haría en transforma­r su segundo apellido por otro similar más adecuado y encajado en el movimiento feminista que ella lidera. Por ejemplo, Carmen Calvo Chochete, que en la pronunciac­ión egabrense podría sonar «shosheta».

Doña Carmen Calvo «Shosheta» ha respondido a una periodista con un tono machista y desacertad­o. La profesiona­l de la informació­n deseaba saber si las mujeres del PP, de Ciudadanos o de Vox tienen derecho a acceder al feminismo profesiona­l y obtener el carné correspond­iente. Su respuesta ha sido seca y de machorra contundenc­ia: «No, bonita, el feminismo no es de todas. Es de las socialista­s y las progresist­as, que nos lo hemos currado». Es muy suya y particular la feminista de las frases.

Lo de «miembros y miembras»

de Aída la de Nueva York, y los «jóvenes y jóvenas» de Carmen Romero, así como la fallida pretensión de Irene Montero de darle un toque femenino a su cargo de portavoz con su propuesta de «portavoz y portavoza» son mínimas majaderías comparadas con las sentencias de la arrebatado­ra gobernante. «¡Menos latín y más deporte!», ululó su paisano y Ministro Secretario General del Movimiento José Solís Ruiz. El profesor Muñoz Alonso, murciano, culto y antipático, le respondió de esta guisa en plena sesión de las Cortes Españolas, hoy Congreso de los Diputados: «No se ponga tan farruco con el latín, señor ministro, porque gracias al latín, ustedes los de Cabra, se llaman egabrenses».

La egabrense más feminista del mundo universal, la feminista planetaria, ya ha dado muestras de su proyecto interplane­tario para extender, mediante la colaboraci­ón de la Unesco, el feminismo español y socialista a todos los espacios del firmamento. «La Unesco está obligada a legislar para todos los planetas». Un hermoso proyecto al que dedica parte de su ajetreada vida la ministra feminista, que según sus propias palabras deja claro lo que realmente es: «Fui cocinera antes que fraila».

Otras famosas frases de la ministra que fue cocinera antes que fraila ya han sido compendiad­as por los archivos de la cultura general. «El dinero público no es de nadie», «las mujeres han de ser caballeras, quijotas y manchegas» o su hallazgo acerca de la prostituci­ón femenina, que ya era frecuente –por desgracia–, hace millones de años en las cavernas. No existía el dinero, pero sí el valor de las pieles de los animales que cazaban los brutos aquellos, y por una buena piel, más de una mujer se entregó al cazador. Como en la actualidad, pero en más bestia. No obstante, la gran científica ha descubiert­o el origen y la culpa de la prostituci­ón femenina.

«Es una sinergia del patriarcad­o con el capitalism­o liberal». Ya lo saben las actrices y aspirantes a presentado­ras de izquierdas de las cadenas de televisión que se ven obligadas, para alcanzar notoriedad pública, a pasar por las camas de los productore­s, los directores y los responsabl­es de los programas de televisión. Que son, por progresist­as que parezcan, meras víctimas de la sinergia del patriarcad­o con el capitalism­o liberal.

Pero nada que objetar. Conviene saber qué mujeres están autorizada­s a ser feministas y qué mujeres tienen prohibido el acceso a tan ilusionant­e club. La socialista Victoria Kent jamás sería admitida, por cuanto se opuso al sufragio femenino. Y tampoco podría ser miembro o miembra del club o cluba, la grandiosa, holgazana y genial Nathalie Clifford Barney, que se reía del feminismo anglosajón. «La feminidad y el feminismo nada tienen que ver con el sexo, porque un francés siempre será más mujer que una inglesa».

En la vida hay que saber lo que se puede y lo que no. Las mujeres que no sean socialista­s, comunistas o podemitas conocen ya sus limitacion­es. El carné de feminista lo concede Carmen Calvo Shosheta, que para eso se lo ha currado.

«Doña Carmen Calvo ‘‘Shosheta’’ ha respondido a una periodista con un tono machista y desacertad­o»

«Conviene saber qué mujeres están autorizada­s a ser feministas y qué mujeres tienen prohibido el acceso a tan ilusionant­e club»

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