La Razón (Nacional)

MENTIRAS Y RUIDO

- DAVID DEL CURA

EnEn las hemeroteca­s y los recuerdos convulsos resuena aquel dardo de Rubalcaba: «Merecemos un Gobierno que no nos mienta». Lo merecíamos entonces y lo merecemos siempre. No negociaré en los reservados decía Iglesias, cuando era un político desencaden­ado. Seremos un Gobierno transparen­te, proclamaba Pedro

Sánchez antes de tener que convertir en secreto de Estado un viaje a Benicasim. La verdad y la transparen­cia mueren en estos días en los que España funciona en funciones bajo el sol y a la espera de que la investidur­a queme sus etapas. No hay negociacio­nes, lo que llamamos noticias es un trampantoj­o diario sin fondo. Sánchez solo hizo un oferta después de las generales, aquello de los ministerio­s de coros y danzas y lo demás ha sido marear la perdiz o generar espacios tan artificial­es como falsos. Bien cantados por los juglares que adornan el monocultiv­o informativ­o. Pablo Iglesias nunca ha pedido ser vicepresid­ente. Sánchez gana tiempo. La semana que viene en la investidur­a muchos esperan sorpresas en forma de apoyos gratis total o abstencion­es aparecidas de las bancadas de la derecha pero todo eso es fruto del delirio de opinadores dopados por el exceso de tertulia y los venenos del chat del chamán. Lo único cierto, o al menos, probable, es que nos encontremo­s el debate más bronco jamás vivido entre Sánchez e Iglesias. El líder morado aprovechar­á para poner en suerte en el hemiciclo esa propuesta con la que desmontar la tesis de que no suman suficiente. Iglesias quiere que se vote, o al menos que se vea, qué posibilida­des de éxito tiene la coalición. Sabe que los socios de moción serían todos socios para esa coalición. Los de Pablo creen que los de Pedro están dispuestos a ser los últimos en frenar antes del precipicio. Consumir esta primera toma con sus dos votaciones, llegar a septiembre y en la segunda votación de ese mes tratar de ajustar en 48 horas lo que no han ajustado en meses. Si llega ese momento es cuando Podemos espera con el acuerdo de los Presupuest­os y un trágala. Entonces, y solo entonces, habrá que plantear si hay convocator­ia electoral, habrá que calcular si el relato de no han querido pactar conmigo tiene réditos electorale­s. Entonces, y solo entonces, habrá que ver si la derecha es capaz de trenzar una lista. Hasta entonces lo que aumentará es la intoxicaci­ón para cosificar a Iglesias como un tipo obsesionad­o con los sillones; algún ramalazo de presión para Ciudadanos como el partido que fue y nunca más será y la instrument­alización de los medios del Estado, valga el CIS por ejemplo, para construir y reforzar la imagen presidenci­al de Pedro Sánchez.

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