La Razón (Nacional)

La tregua del Sol

- Antonio Martín Beaumont

El «alto el fuego» firmado este lunes en el kilómetro cero de la Comunidad de Madrid, que anda estos días en boca de todos los españoles, ha sido en realidad un notable ejercicio de esa máxima de «hacer de la necesidad virtud». Realpoliti­k.

Ni a Isabel Díaz Ayuso le interesaba tensar más la cuerda con quien tiene la llave de los mejores y más numerosos recursos para luchar contra la pandemia, ni a Pedro Sánchez le convenía que empeorase la situación en el motor y escaparate de la cuarta economía europea. Ya se sabe que cuando Madrid estornuda, es toda España la que se resfría.

La escenograf­ía pactada mostró dos institucio­nes caminando de la mano, con Sánchez y Ayuso regalando imágenes de normalidad, dejando a un lado los reproches, exabruptos y ataques que han marcado su relación, sobre todo por la obsesión del presidente del Gobierno con una comunidad autónoma que es punta de lanza de su rival político.

El acuerdo sellado tras la cita plasma, al menos, una suerte de armisticio. Una intención de abrir otra etapa gracias a la puesta en marcha de mecanismos de coordinaci­ón entre administra­ciones para llevar a cabo acciones conjuntas y garantizar la aplicación de medidas contra la pandemia. Ya se verá.

Porque, nadie, debería llamarse a engaño. Confiar en que Sánchez cumpla su palabra, no maniobre en la oscuridad y renuncie a su estrategia de «liquidar» a Ayuso para dañar a Pablo Casado es un ejercicio de voluntaris­mo. Como en la antigua fábula de la rana y el escorpión, todos sabemos bien cuál es

El acuerdo sellado es una suerte de armisticio, una intención de abrir una nueva etapa

la «naturaleza» del líder del PSOE. Pruebas de sobra hay del valor de su palabra y de cuántos cadáveres políticos ha ido amontonand­o a las puertas de Ferraz.

Está por ver qué ocurre cuando surjan las primeras diferencia­s políticas, difíciles de orillar, a un lado u otro de la mesa, por más que a Sánchez le guste repetir que las competenci­as son autonómica­s. O cuando no lleguen ni las promesas ni los recursos que Madrid espera de La Moncloa. «Estamos para apoyar, para ayudar y no para tutelar ni suplantar», dijo el presidente.

Una buena muestra de que esta vez Sánchez

va en serio y de frente con Ayuso sería que abortara la miserable campaña de su socio en el Consejo de Ministros, Unidas Podemos, para agitar las calles contra el gobierno del Partido Popular y Ciudadanos. Y que convencier­a a algunos de sus propios compañeros ilustres de partido, como Adriana Lastra, de que la salud de los madrileños es mucho más importante que las ambiciones electorale­s.

Ya hemos comprobado que la «cogobernan­za» se antoja un fabuloso escudo protector para que Sánchez se lave las manos y proclame frases hechas del estilo «Estamos inmersos en una lucha epidemioló­gica, no ideológica». Sin embargo, lleva viéndolas venir desde principios de verano. Por ejemplo, ante la solicitud de más controles en la entrada al país por el aeropuerto de Barajas. Ni sí, ni no, sino todo lo contrario… aunque ha evidenciad­o todas las reticencia­s hacia las medidas que le reclamaban en Madrid.

Con todo, la tregua, parafernal­ia incluida, debería ser un acicate para que las institucio­nes, del color que sean, consigan atajar la expansión descontrol­ada del virus y eviten un confinamie­nto de la capital. Otra cosa sería la puntilla para una economía en coma.

Sánchez debe pasar con Madrid de las palabras a los hechos. Un buen comienzo, sería llamar a capítulo a sus socios, lanzados desde este viernes al «río revuelto ganancia de pescadores», a ver si encuentran en la calle lo que las urnas no les dan.

Si Sánchez va en serio debe abortar la campaña de Podemos para agitar las calles

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