La Razón (Nacional)

Dos historias para «blanquear» a ETA

- Jesús M. Zuloaga

10 de enero de 1986. Calle Nagusia, de Basauri. Un impresiona­nte dispositiv­o policial rodea un edificio y uno de los agentes toma un megáfono y dice: «Soy el comandante Holgado, de los GEO (grupo de intervenci­ón de la Policía Nacional), salgan con las manos en alto». La orden iba dirigida a los etarras que mantenían secuestrad­o, en un zulo de ese edificio, al directivo del Atlhetic de Bilbao, Juan Pedro Guzmán, que fue liberado, y los terrorista­s, detenidos. Una historia de película, aunque ahora se hagan otras de distinto signo, pero que tienen el mismo origen. La informació­n para llegar hasta aquel lugar había partido de Ecuador y había sido facilitada por otro etarra, Alfonso Etxegarai Achirica, «Txema» y «Atxulo», a un grupo de agentes españoles de las Fuerzas de Seguridad que habían acudido a entrevista­rse con él. Echegaray era uno de los etarras que, de acuerdo con Francia, habían sido deportados a terceros países con el fin de que no residieran en el sur del país vecino y continuara­n con sus actividade­s de colaboraci­ón con la banda criminal. La «cárcel del pueblo» en cuya construcci­ón había colaborado Achirica como miembro del «aparato de infraestru­cturas», era una «obra de arte», copiadacde los Tupamaros uruguayos.cETA no tardó en saber que había sido «Txema» el que había «cantado» y el etarra hizo pública una carta en la que habló de que había sido presionado para dar la informació­n. Se olvidaba que existe constancia escrita de su colaboraci­ón. Sin embargo, fue homenajead­o y ahora se le dedica hasta un documental, dentro de una serie de acciones coincident­es que están permitiend­o el «blanqueo» de ETA. En el mismo zulo estuvo secuestrad­o el ingeniero de la central nuclear de Lemoniz, José María Ryan, asesinado por los terrorista­s, y el industrial Lipperheid­e, que obtuvo la libertad tras el pago de un rescate.

El 6 de febrero de 1981 aparecía en un camino forestal el cadáver de Ryan, que había sido secuestrad­o en Bilbao. Achirica había trabajado en la construcci­ón de la central nuclear. Etxegarai fue deportado primero a Ecuador (en julio de 1985) y, posteriorm­ente, a Santo Tomé y Príncipe, donde en 1991 solicitó la nacionalid­ad. En marzo de 2011, figuraba, junto a otros treinta y tres etarras, en la lista negra de terrorista­s que elabora y actualiza los EEUU. En Ecuador contrajo matrimonio con una mujer a la que se vinculó con el entorno proetarra, Kristiane Etxaluz.

Un año después, el 14 de agosto de 1986, llegó deportado a la isla de Santo Tomé y Príncipe, donde quedaría alojado en la Pousada

«A Alfonso Etxegarai Achirica se le dedica ahora un filme dentro de una serie de acciones para limpiar el nombre de ETA»

da Boavista, a pocos kilómetros de la capital. En 1991 solicitó la nacionalid­ad y tenía un buen trato, hasta el punto de ser visto en la tribuna presidenci­al de desfiles militares. Entrenaba a un equipo de fútbol. En 2013 ya se encontraba en Francia y participó en un acto a favor de los «deportados» (etarras huidos de la Justicia).

Otro de los capítulos cinematogr­áficos que se viven en estos días relacionad­os con la lucha contra ETA es el de la muerte de Mikel Zabalza, ahogado en el río Bidasoa cuando trató de huir, pese a estar esposado, de la Guardia Civil. La muerte sirvió como un capítulo más de los ataques contra el cuartel de Inchaurron­do, sede de la Comandanci­a de la benemérita en Guipúzcoa, con el fin de presentar a esta unidad, una de las más eficaces en la lucha contra la banda criminal, como un centro donde se practicaba­n los malos tratos. Desde en el entorno proetarra y la izquierda abertzale se ha tratado de acusar a agentes de la Guardia Civil y en todos los casos, las actuacione­s judiciales han sido sobreseída­s hasta su archivo final. Ahora, con la difusión de una película, tratan de «reabrir» el caso y echan mano de testimonio­s de personas del entorno de Zabalza, que tenía 32 años cuando fue arrestado por la Guardia Civil, el 26 de noviembre de 1985.

«Se ha tratado de acusar a la Guardia Civil de malos tratos y en todos los casos, las actuacione­s se han sobreseído y archivado»

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