Jerusalén, tres veces santa
Lugar sagrado para las tres grandes religiones monoteístas, Jerusalén se ha convertido en el destino religioso por excelencia y ahora, gracias a la vacunación, en uno de los más seguros del mundo
SinSin duda alguna, el Monte de los Olivos es el auténtico kilómetro cero para cualquier recorrido por Jerusalén: una atalaya desde la que podremos contemplar una magnífica panorámica de la ciudad santa, coronada por la resplandeciente Cúpula de la Roca. Unas vistas de las que se clavan en el corazón para siempre y que prologan una ciudad única, recogida en sí misma dentro de sus murallas, destruida por dos veces, conquistada y reconquistada hasta la saciedad.
Y fue aquí, en este mismo monte cuajado de olivos centenarios, donde también comenzó la pasión de Cristo, en el lugar donde ahora se erige la basílica de Getsemaní. En este templo se custodia la roca en la que, se supone, Jesús rezó horas después de haber celebrado la última cena con sus discípulos y donde sería apresado por los miembros armados del Sanedrín. En su interior, las emociones de visitantes y peregrinos se disparan y muchos son los que rompen a llorar sin poder evitarlo, quizás invadidos ya, aún sin saberlo, por el «síndrome de Jerusalén», un insólito trastorno psiquiátrico que, según los expertos, afecta a cerca de un centenar de personas al año, las cuales desarrollan una especie de angustia mental al visitar los lugares sagrados de esta ciudad.
Antes de dejar atrás el Monte de los Olivos y adentrarnos en las calles de Jerusalén conviene hacer dos paradas ineludibles: la primera en otro templo en el que, según la tradición de los cristianos ortodoxos, está la tumba de María, madre de Jesús; y la otra, en el cementerio judío, con más de 150.000 tumbas, cuya tradición de enterramientos se remonta hasta 3.000 años y está considerado como la necrópolis urbana más antigua del mundo.
OCHO PUERTAS
Encerrada entre murallas, ocho son las puertas que dan acceso a la Ciudad Vieja de Jerusalén, formada por cuatro barrios (judío, musulmán, cristiano y armenio) donde se concentran mercados, lugares sagrados de las tres religiones y los enclaves históricos más importantes. Ocho puertas, aunque solo siete estén abiertas. La otra, la Puerta Dorada (también conocida como Puerta de la Misericordia), la más antigua de todas y la única con acceso directo al Monte del Templo (o Explanada de las Mezquitas), permanece sellada sellada desde el año 1541 y no se volverá a abrir hasta que el Mesías haga su entrada en Jerusalén. Traspasando la Puerta de los Leones entramos de lleno en el barrio musulmán, con sus bulliciosos mercados y calles cargadas de aromas de incienso y especias. Desde este acceso, no hay que caminar demasiado para llegar hasta la Vía Dolorosa, la calle más transitada de la Ciudad Vieja, ya que en ella se encuentran nueve de las catorce estaciones del Vía Crucis recorrido por Jesús que culmina en el Santo Sepulcro (ya en el barrio cristiano), erigido en el mismo lugar, supuestamente, donde se encontraba el pequeño monte (llamado Gólgota en arameo y Calvario en latín) donde Jesús fue crucificado, enterrado y resucitado.
Las otras cinco estaciones del Vía Crucis están precisamente en el interior de este templo, con categoría de basílica, que está bajo custodia de seis cultos cristianos diferentes: armenios, coptos, etíopes, griegos, sirios y franciscanos. Nada más entrar, bajo la penumbra apenas rota por la luz de pequeñas lámparas y miles de velas, la concentración de energía se hace notar: multitud de creyentes se agolpan arrodillados alrededor de una roca con forma de lápida; muchos la besan, otros frotan sus manos, rosarios o prendas de vestir por su superficie y, los más osados, incluso, llegan a tumbarse sobre ella. El motivo de tanto fervor no es otro que la creencia de que en esta roca, llamada «piedra de la unción», fue limpiado y cubierto de aceites el cuerpo de Jesús después de ser bajado de la cruz. El sepulcro de Jesús está bajo un mausoleo con forma cúbica al que solo pueden acceder cuatro personas a la vez y en el que solo se puede permanecer unos pocos minutos.
MURO DE LAS LAMENTACIONES
Si el Santo Sepulcro es el lugar más sagrado para toda la cristiandad, para los judíos lo es el Muro de las Lamentaciones, el último vestigio de lo que fuera el segundo Templo de Salomón (custodio del Arca de la Alianza) destruido por completo –salvo este muro– por Tito, en el año 70 d.C., bajo las órdenes de su padre, el emperador Vespasiano. Los judíos creen que las plegarias que se depositan entre sus piedras, escritas en pequeños papeles, son las primeras en llegar hasta Yahveh y por ello son sagradas e intocables. Los lugares de oración están divididos en
dos secciones a las que pueden acceder hombres y mujeres por separado después de haber pasado unas férreas medidas de seguridad.
Al otro lado del muro está la denominada como Explanada de las Mezquitas (o Monte del Templo para los judíos) con el icónico símbolo dorado que representa a Jerusalén: la Cúpula de la Roca, el tercer lugar más sagrado para los musulmanes (después de La Meca y Medina) que marca el punto exacto donde el profeta Mahoma ascendió a los cielos y donde Abraham a punto estuvo de consumar el sacrificio de su hijo Isaac.
Solo los musulmanes tienen acceso al interior de la cúpula y las medidas de seguridad, al igual que ocurre al otro lado del muro, también resultan de lo más estrictas.
MAHANE YEHUDA
Otra parada obligada en la ciudad es Mahane Yehuda, pues no en vano tiene el privilegio de estar considerado como el mercado más famoso de todo Israel. Por el día, como en cualquier otro mercado del mundo, aquí se venden todo tipo de productos típicos locales; pero al caer la noche, a modo de un Doctor Jekyll y Mister Hyde se tratara, los puestos se transforman en concurridos y festivos locales de ocio nocturno muy apreciados por la gente más joven.