Clara Serra despide a Iglesias: narcisista, servil e hipermasculinizado
Estuvo en Podemos y luego pasó a criticar a Iglesias por perpetuar el «heteropatriarcado» y a Irene Montero por consentirlo
Clara Serra anticipó el destino de Pablo Iglesias hace ya seis meses blandiendo el mito de Narciso, aquel personaje que podría haber tenido una larga vida si no se hubiese contemplado a sí mismo: «Se enamoró de su propio reflejo y se ahogó». La exdiputada regional de Podemos y luego de Más Madrid emitía su podcast «Los hombres de verdad tienen curvas» desde los estudios de La Casa Encendida junto al politólogo Alfredo Ramos. La metáfora le pareció excelente para hablar de política y masculinidad y apuntó directamente hacia el exvicepresidente y también a Pablo Echenique de esta manera: «Tenemos el caso de dos hombres reconociéndose mutuamente los méritos propios y ajenos». Uno sujetando el espejo al otro.
Su compañero asentía mientras ella consumaba: «Podemos es un partido hipermasculinizado. Cuando preguntas quién quiere ser cabeza de lista, todos los hombres levantan la mano porque lo traen de serie. Esa masculinización ha traído un proceso de muy poca calidad democrática». Serra arremetió contra un modo de hacer política «poblado de hombres con egos demasiado grandes, demasiado enamorados de sí mismos y centrados en recibir reconocimiento y admiración. Hombres nacidos para ser secretarios generales. Una política en clave individual que te hace ser servil hasta que consigues autoridad. Hoy voy a tragar con todo porque un día seré el amo y el señor».
¿Cambiará el panorama ahora que una mujer se postula como sucesora de Iglesias? Serra, que ha conocido el partido desde dentro, lanzaba otra advertencia en forma de pregunta que hoy cobra más sentido: ¿En qué han quedado aquellas exigencias que prometían un cambio profundo? «En nada. Es un debate que se abrió en el 15-M y se ha quedado en organizaciones que siguen igual que las organizaciones que tanto criticaban», respondía Ramos.
Clara es la hermana de Isa, la política que, tras la marcha de Iglesias, se queda al frente de Unidas Podemos en la Asamblea de Madrid. Se conocen como las pijas de la izquierda y son hijas de Fernando Serra, columnista conservador y cofundador del diario Libertad Digital. Lo que ahora se adivina es un cisma fraternal, igual que sucedió cuando Clara tomó partido por Errejón. Durante un tiempo, la tensión fue palpable. Ni siquiera mediaba entre ellas una mirada cuando se cruzaban en la Asamblea.
Isa está pendiente del recurso contra su condena por atentado a la autoridad. El carácter de Clara es más apacible y se advierte en ella el poso de una buena educación. Su trato es correcto y tiene una entonación más delicada que la hermana. Sus redes sociales dan cuenta de sus dos pasiones: el dibujo a acuarela y las acrobacias a lomos de un caballo. En alguna tertulia política se ha dicho que en México serían «niñas fresas», que es tanto como decir engreídas, superficiales y de cuna pudiente.
Acabar con los géneros
Pasó de ser la mano derecha a Errejón a no ostentar ningún cargo en el partido y ahora continúa su activismo feminista en otras tribunas. Acaba de abrir su propia escuela «on line» donde imparte cursos de diez horas a razón de 80 euros. Al final, expide un certificado que acredita que el alumno ha repensado «la masculinidad hegemónica». En ellos despliega su particular feminismo recurriendo a títulos como «Ese hombre que tú ves ahí» y lanzando preguntas que, a juzgar por su temeridad, no admiten más respuesta que la que ella aporte: «¿Existen los hombres de verdad? ¿No deberíamos abolir el género para ser libres?» En otro de sus cursos indica dónde está ese botón para hacerlo con otro sugerente llamamiento: «Para abolir el género, pulse aquí».
En esas ponencias en las que sitúa a Iglesias como arquetipo de masculinidad perniciosa expresa que la categoría de hombre ha quedado obsoleta y se pregunta si no sería necesario abolir la heterosexualidad para acabar con el heteropatriarcado. Pone en duda «la pureza feminista» próxima al partido socialista con arengas similares al feminismo de Irene Montero, pero con matices. Al menos, su ataque al amor romántico es más liviano. «Sería difícil convencer a muchas mujeres de tener que elegir entre amor y el feminismo», dice. De hecho, ella mantuvo un idilio con el podemita Dani Iraberri, conocido como el Chris Pratt del partido por su parecido con el actor.
En enero de 2020 pidió una estatua y una calle para la llamada ladrona de Satisfyer, la mujer detenida en Alicante por robar 40 unidades de este juguete sexual. «Es la Robin Hood del feminismo», declaró. Amiga de dar leña al mono, arremete a menudo contra el «machismo estructural» de la formación morada y también contra Irene Montero y las mujeres feministas del Gobierno: «Perpetúan el statu quo», dice. En el mencionado podcast, «Los hombres de verdad tienen curvas», remata a Iglesias con un fragmento de ‘Indiana’, la canción de Hombre G cuya letra gamberra le traslada al héroe vencido que se victimiza cuando quiere ocupar el espacio que ha tomado otro.