Memorias de Christina
Directora: María Pérez Sanz. Guión: M. Pérez Sanz, Juan Carlos Egea. Intérpretes: Christina Rosenvinge, Alito Rodgers, Isabelle Stoffel. Fotografía: Ion De Sosa España, 2020. Duración: 65 min. Drama.
La maravillosa opera prima de María Pérez Sanz cobija, realmente, dos historias de amor: la de Karen Blixen, famosa escritora que firmaba como Isak Dinesen y autora, entre otras obras, de aquellas famosísimas «Memorias de África» que Sydney Pollack inmortalizó en el cine, y su criado somalí Farah Aden, así como la de esta con el salvaje paisaje y la roja tierra del continente negro, donde la autora tenía una granja junto a las colinas de Ngong. Dos historias de amor enigmáticas, delicadas, fantasmagóricas, capaces, en el primer caso, de traspasar las fronteras socioculturales entre la colona danesa, que habla español, y su juicioso asistente, y, en el segundo, de llenar el corazón de una europea que un día decidió alejarse de sus raíces con los numerosos sonidos de las noches y los días en aquel rincón del mundo. Pero que nunca estuvo sola. Parsimoniosamente, Karen se peina, desayuna, come con hambre un mango mientras llora, mira a los animales, habla con una amiga que le cuenta el dolor de un aborto y enferma gravemente, aunque la pócima de un curandero la sanará. «El diablo nos acecha a todos», advierte a Farah en un filme de pocos pero fascinantes diálogos hasta desembocar en unos últimos minutos tan nostálgicos, extraños y estimulantes como, al cabo, toda la película. La película sobre una mujer que quizá, al igual que su producción literaria alcanzó la inmortalidad, conseguía quedarse para siempre en el lugar que más feliz la hizo. No en vano las casas, los espacios, siempre albergarán algunos retazos y gestos de nuestras vidas más allá del tiempo y de la muerte.
Lo mejor
Rosenvinge inyecta a su personaje toda la delicadeza, el magnetismo y la nostalgia que necesitaba
Lo peor
Sorprendentemente, porque no es lo usual para nada, que no dure media hora más