«Si Hitler hubiese logrado la bomba atómica, hoy tendríamos un Tercer Reich»
Sam Kean revela en «La brigada de los bastardos» el plan nuclear de los nazis y la brigada de científicos que lo sabotearon para que no desarrollaran ese arma
¿Qué¿Qué habría sucedido si Hitler hubiera desarrollado una bomba atómica? ¿Alemania hubiera ganado la guerra? ¿Las habría lanzado sobre Londres, Moscú o París? Estas preguntas, que parecen extraídas de una historia de ciencia-ficción o una distopía, no están tan lejos de la realidad. De haber contado el Führer con un arma atómica muy probablemente la Historia hoy sería distinta. Y esta posibilidad existió. «¿Puedes imaginar cómo habría sido? Hitler, con una bomba, podría haber ganado la Segunda Guerra Mundial. Si la hubiera obtenido más tarde o simplemente bombas sucias (radioactivas), podría haber evitado los desembarcos que se produjeron durante el Día-D o haber llevado las cosas a un punto muerto. En teoría, podríamos haber tenido incluso un remanente de aquel Tercer Reich hasta el día hoy», comenta el historiador norteamericano Sam Kean y colaborador de la revista «Science». Él, un día, decidió contar esa aventura, solo que los héroes no eran buscadores de horizontes lejanos, sino físicos y espías. Personas comprometidas que, al igual que los «Monuments Men», decidieron atajar al nazismo.
Ellos fueron los encargados de interrumpir el plan atómico alemán. Uno, Boris Pash, dirigía una extraña unidad. Su nombre era Alsos y estaba formada por comandos, pero no constituidos solo por científicos y espías. Ellos se encargaban de recorrer Europa con una única misión: recopilar los secretos sobre la amenaza más terrible que podían imaginar: el proyecto de la bomba atómica nazi. Como Alsos actuaba de manera independiente, desvinculada de cualquier grupo militar superior, la gente lo denominaba «la unidad de los bastardos». «Estaban preocupados por esta realidad –comenta el autor a este diario– especialmente en Washington. Pero eran principalmente los científicos del Proyecto Manhattan los que vivían aterrorizados ante la idea de que Hitler obtuviese la bomba atómica, especialmente los que habían sido expulsados de Alemania por los nazis». No es ninguna hipótesis. Uno de los hombres involucrados en esta batalla apenas conocida hoy en día fue Samuel Goudsmit. Él tenía la desagradable tarea de acudir a la zona donde caían los misiles alemanes V-1. Un arma de última tecnología que atemorizaba a los ingleses por la noche. A la mañana siguiente, Goudsmit tenía «la misión de inspeccionar los cráteres de los V-1 con un contador geiger. Los mandos militares lo arrastraban de un desastre a otro, prácticamente empujándole por las pendientes en llamas para escuchar el sonido que indicaba radioactividad». Como cuenta en el libro, «el alto mando nazi estaba furioso por la invasión del Día D y los aliados tenían miedo de que contraatacasen lanzando armas nucleares a través del canal de la Mancha».
El Club de Uranio
Según Kean, «el Proyecto Manhattan realmente no empezó a disparar a toda máquina hasta 1943, y la primera bomba estaba lista en 1945. Dado que Alemania fundó el llamado Club de Uranio en 1939, entonces, teóricamente, ellos podrían haber tenido bombas listas ena 1942 o 1943. Y, a menor escala, también podrían haber producido “bombas sucias” radiactivas». Esto hubiera cambiado el escenario bélico. Pero la sorpresa sobrevino después. «La batalla no era por el conocimiento. El objetivo de la misión Alsos fue, sobre todo, capturar científicos y material germano y averiguar qué lejos estaban los alemanes de conseguirlo, y tomar esa información y usarla en el Pro
yecto Manhattan. Sin embargo, también se apoderaron de esa información y se envió uranio alemán para emplearlo en las armas atómicas de Japón».
«La brigada de los bastardos» obtuvo grandes éxitos, aunque su mayor logro fue que lograron «sabotear la planta de agua pesada que había instalada en Noruega y que se bombardearan a los científicos alemanes en Dahlem, desalojándolos de sus laboratorios y, esto es relevante, interrumpiendo el trabajo que llevaban a cabo». La era atómica había nacido antes de Hiroshima. Como dice Kean, «es cierto que la Guerra Fría ha terminado, pero las bombas existen y continúan siendo una amenaza». Y ante el temor que siguen sintiendo los científicos de que la especie humana se extinga en una hecatombe nuclear, responde: «El miedo es cierto. Solo se necesita un conflicto que se complique con un país decidido a eliminar al enemigo. Entonces, las cosas empeorarían rápidamente».