Un Veronese con ecos de Tiziano y de Giambologna
Esta obra habla de mitología, pero también de la historia del arte y del magisterio. Ovidio, uno de los autores que más influencia ejerció durante el Renacimiento y los siglos posteriores, transmite la historia. Tiziano la tomó prestada para uno de sus lienzos y Veronese recoge el guante del maestro para dar su propia versión delcapítulo en este lienzo que se puede ver en la exposición «Pasiones mitológicas» del Museo del Prado. Vemos aquí a un Perseo descendiendo del cielo como un ángel (es inevitable pensar en San Jorge y el dragón al reparar en esta imagen) para liberar a la princesa Andrómeda que se ha ofrecido en sacrificio a una bestia marina. La obra de Veronese incluye un valeroso ejercicio anatómico por parte del artista que puede apreciarse en la forzada postura de ella, que choca inmediatamente al espectador y que tiene un punto de inverosimilitud que eclipsa por un instante el trabajado desnudo del pintor.
La obra, que por lo general no suele incluirse en el catálogo de las principales de este creador, ha sido objeto de especulación por parte de los especialistas debido precisamente a esta figura femenina. Es un lienzo inusual, si no singular, dentro de la propia colección de Veronese y esto ha animado a muchos críticos a meditar si, en realidad, la composición podía responder a las precisas instrucciones que hubiera dado algún mecenas hasta ahora no identificado. A falta de este detalle menudo, parece ser que en la realización del lienzo pesó el influjo de otra obra maestra: «El rapto de las sabinas» que Giambologna ejecutó en Florencia. Un grupo escultórico que está datado en unas fechas muy cercanas a este cuadro. En la estatua hay también una mujer que comparte claras similitudes con la de Veronese. Una coincidencia que parece no obedecer al capricho y la suerte y sí a esa otra historia dentro de la historia del arte que es la influencia, inspiraciones y admiraciones entre los propios creadores.