Un cara a cara en plena Guerra Fría
Los presidentes se reúnen en Ginebra en el «momento más bajo de las relaciones»
Estados Unidos y Rusia, Joe Biden y Vladimir Putin, tenían pendiente un encuentro. La relación mutua viene jalonada por demasiados desencuentros, desconfianza y contratiempos. La tensión no ha dejado de crecer desde que el demócrata llegó a la Casa Blanca. A nadie se le escapa que Moscú apostaba por su rival, Donald Trump, pero la agenda viene cargada de conversaciones pendientes, de Ucrania a Bielorrusia, de las sanciones diplomáticas a la defensa de los derechos humanos, el futuro de un posible acuerdo nuclear con Irán, la tensión en Siria o las acusaciones de espionaje, como para permitir otros seis meses de ligazones diplomáticas bajo mínimos y denuncias mutuas. El secretario de Estado, Antony Blinken, llegó a comentar que Rusia «representa una de las amenazas de inteligencia más graves para Estados Unidos».
Bielorrusia
La penúltima cuenta pendiente, exacerbada por el el secuestro del opositor bielorruso Roman Protasevich, cuyo vuelo fue desviado y obligado a aterrizar, forzando la detención del periodista. Biden fue entonces rotundo respecto al comportamiento del aliado ruso. Calificó el incidente de «escandaloso», solicitó una investigación internacional, celebró las sanciones impuestas por la UE y prometió exigir cuentas a los responsables. La Casa Blanca pidió la inmediata liberación de los presos políticos y la celebración de elecciones libres bajo la observación de la OSCE. En una declaración, el Gobierno de EE UU advirtió que obligará a rendir cuentas al régimen de Aleksandr Lukashenko, que lejos de retractarse ha respondido a las críticas con renovados ataques a la libertad de expresión e información.
Ciberataques
El pasado 15 de abril el departamento de Estado sancionó a Rusia por «la intrusión de SolarWinds, los informes de recompensas por soldados estadounidenses en Afganistán y por los intentos de interferir en las elecciones estadounidenses de 2020». El departamento del Tesoro promovió diversas sanciones y diez diplomáticos rusos fueron expulsados por apoyar las «actividades malignas de los servicios de inteligencia rusos responsables de la intrusión de SolarWinds y otros incidentes cibernéticos recientes». A todo esto hay que sumar los ataques contra el suministro contra sectores estratégicos, como la energía y la alimentación, incluido el oleoducto Colonial Pipeline Co y la empacadora de carne JBS. Sin olvidar que el Consejo Nacional de Inteligencia de Estados Unidos considera probado que Rusia orquestó una campaña en internet para intentar influir en las elecciones de 2020.
Caso Navalni
El intento de envenenamiento y posterior detención y encarcelamiento del opositor ruso Aleksei Navalni obligó a Biden a demostrar que estaba a la altura de su apuesta por robustecer a nivel internacional la defensa de los derechos humanos, incluso si suponía enfrentarse a Rusia. Blinken deploró el intento de asesinato de Navalni en 2020 y expresó la preocupación «con respecto al autoritarismo cada vez más profundo de Rusia». Añadió que «el uso de armas químicas por parte de Rusia y el abuso de los derechos humanos tienen graves consecuencias. Cualquier uso de armas químicas es inaceptable y contraviene las normas internacionales». Navalni fue condenado a dos años de cárcel en un juicio denunciado por observadores de derechos humanos y EE UU sancionó a 7 colaboradores del líder ruso.
Ucrania
Permanente foco de conflicto desde los días de la Administración Obama y la anexión de Crimea. De fondo, el temor ruso a que Ucrania termine en la OTAN. Hace unas semanas, el ministro de Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, dijo que «Rusia tiene que entender que Ucrania pertenece al mundo de las democracias». Los últimos meses han visto un incremento de la tensión, después de que Rusia reforzara su presencia militar en Crimea.