Ortega Cano, un corazón vapuleado por los disgustos
Al diestro, que abandonó ayer el hospital tras su cateterismo, le han confirmado que su hijo deberá estar otro año en el centro psiquiátrico
Problemas coronarios, cardiopatías, desafueros familiares, problemas continuos… El débil corazón de José Ortega Cano no gana para disgustos, incluso se le ve algo desmejorado. Hace dos días era sometido a una operación que encendió todas las alarmas porque no se conocía el alcance de la misma, incluso llegó a decirse que le habías descubierto una extraña mancha en dicho órgano y que podría tratarse de un tumor maligno. Sin embargo, la intervención se limitó a la renovación de dos stents. Y veinticuatro horas después era dado de alta en el hospital madrileño Montepríncipe. Allí se enteraba con gran disgusto de que su hijo, José Fernando, no abandonará este mes de junio el centro psiquiátrico de Ciempozuelos en el que lleva ingresado desde hace cuatro años, tal y como estaba previsto.
Así, una resolución judicial le obliga a permanecer allí otros doce meses como consecuencia de haberse saltado la orden de alejamiento de su novia, y madre de su hija Rocío, Michu. En la casa familiar ya le estaban preparando una fiesta de bienvenida, a la que se sumaría la celebración de su 29 cumpleaños, que, precisamente, es hoy.
Ortega Cano tiene que lidiar con demasiados obstáculos. Personas cercanas al torero aseguran que, además, le estremece pensar lo que puede contar Rocío Carrasco en las próximas entregas de su docudrama sobre determinados episodios de su vida con Jurado. Su hija lo ha dejado bien claro: que Ortega se vaya preparando para la que le puede caer encima. Otro frente abierto para un corazón delicado.
Tampoco le gusta que su esposa Ana María desvele intimidades de su matrimonio. La tertuliana de «Viva la vida» habla sin tapujos y muchas veces presiona a su marido para que entre en directo obligándole a decir lo que no desea. Este último año está siendo muy duro para un hombre al que los médicos le han recomendado que se tome la vida con mayor tranquilidad, tarea casi imposible por todo lo que ocurre a su alrededor.
Dicen que los toreros tienen una fortaleza infinita, pero José, a sus sesenta y siete años, se engaña a sí mismo cuando manifiesta que «estoy entre nervioso y tranquilo». Se niega a aceptar que se siente más lo primero que lo segundo. Intenta demostrar una fortaleza que le falta porque está muy fatigado y los disgustos le afectan demasiado.
F.O. le conoce desde hace años y desvela que «vive más para los demás que para sí mismo, por eso hace suyos los problemas de las personas a las que quiere. Es muy sensible, un buen hombre al que le empiezan a sobrepasar los enfrentamientos familiares. Entre unos y otros le están minando la moral. Y ahora que se sentía feliz de pensar que su hijo recibiría el alta, le han hundido con esa nueva sentencia que impide que vuelva a casa».
Se encuentra «muy débil»
Ayer, a la salida del hospital, el veterano diestro intentaba demostrar un gran optimismo: «Mi corazón está fuerte. Han resuelto el problema y estoy bien». Su esposa añadía que «sus médicos le recomiendan que lleve una vida tranquila y sin disgustos, cualquier alteración es mala».
Sin embargo, dos horas después de recibir el alta, Ana María declaraba ,bastante afectada a las puertas de su domicilio, que su marido está «regular» y que, si no le llega a agarrar se le hubiese desplomado al salir del centro médico porque está «muy débil». Unas declaraciones que hacían saltar las alarmas sobre el preocupante estado de salud del ex torero. Para aclararlo, LA RAZÓN se puso en contacto con Aniceto, marido de su hermana Conchi, que aseguraba que «está bien, solo se ha mareado un poco en el coche porque está débil. Está flojito pero ya está en casa, ha comido y se ha echado a dormir y está mejor».