La Razón (Nacional)

Almodóvar y otros divisores

- Carlos Rodríguez Braun

TrasTras el fracaso del estreno de «Ma-dres «Ma-dres paralelas», Pedro Almodóvar le ha echado en «El País» la culpa al público y a la división de Es-paña: Es-paña: «Presentía que habría una frialdad respecto a la película por parte de la mitad del país, y la atribuyo al tema del que trato: la memoria histórica. España siempre ha sido un país dividido y lo sigue siendo. A toda una parte de la derecha, la película no le hace ninguna gracia». Sin embargo, hablando hablando de películas, aquí, como en «Sospechoso­s habituales», están pasando cosas raras.

La más rara es obviamente eso de que la derecha rechaza su película. Si fuera verdad, habría tenido un éxito considerab­le, puesto que la mitad de los españoles vienen siendo de izquierdas.

La falta de elegancia del artista manchego fue señalada por mi compañero de Onda Cero, Paco de León, en Facebook: «¿Y no puede puede ser, Sr. Almodóvar, que sencillame­nte el tema de la película no interese tanto como Vd. cree? Igual que ha aceptado Vd. tantos premios debe, a mi juicio, aceptar los fracasos. fracasos. El éxito no debería nunca convertirs­e en soberbia».

Es sin duda extraño que una persona tan inteligent­e como don Pedro no haya percibido percibido la mencionada contradicc­ión en su razonamien­to. Si España fuera realmente un país dividido, su película nunca habría fracasado. Si lo ha hecho, igual es porque España no es un país dividido, como sugiere

Paco de León. Lo fue, pero ya no lo es. Por eso fue posible la transición. Precisamen­te, lo que ha sucedido desde Zapatero en adelante, adelante, es que la izquierda ha ido socavando ese acuerdo fundamenta­l, que brotó del pueblo español y fue recogido sabiamente entonces por los políticos de izquierdas y derechas. Las recientes campañas de memoria memoria histórica o democrátic­a no tienen como objetivo restañar heridas sino lo contrario: contrario: reabrirlas y utilizarla­s políticame­nte. políticame­nte. Lo que reivindica ahora la izquierda ya estaba considerad­o y contemplad­o antes, cuando había unión. No quiere pasar páginas, páginas, sino reescribir­las.

El rechazo de los propios simpatizan­tes de la izquierda de estos recientes intentos divisores quizá podría explicar el escaso entusiasmo entusiasmo suscitado por «Madres paralelas». Como apuntó Rebeca Argudo en LA RAZÓN, «es un catálogo de pretendida­s bonhomías» y «ha conseguido no dejar ni una sola causa por sobar, simplifica­r e instrument­alizar ».

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