Cuando Azaña es más importante que Felipe II
UnUn pueblo que no tiene Historia no existe. He aquí España, a la que el Gobierno quiere borrar su pasado antiguo para quedarse con lo que ocurrió anteayer, como un «Cuéntame» desde el siglo XIX y un «Sálvame» de Franco. Así se fabri-can fabri-can ciudadanos para los que los Reyes Católicos serán como los Reyes Magos, que para unos existen y para otros no. Tanto monta. Los nuevos bachilleres, según los planes del ministerio de Edu-cación, Edu-cación, irán al Prado y verán marcianos si antes no han salido en el youtube de Ibai Llanos. La corte de Velázquez será como el monolito de Kubrick, a ver quién lo entiende.
Este centrifugado histórico igual se plantea como una vanguardista tarea curricular pero lo que hará será colocar una visera en las entenderas de cual-quier cual-quier estudiante para que no vea más allá de la llegada de los Borbones y su centralización. Qué curioso. Felipe II y la España donde no se ponía el sol tendrá menos importancia que Felipe V, el villa-no villa-no del independentismo catalán. Omitir la Historia es cambiarla, construir un relato en el que no se sientan incómodas todas las sensibilidades del nuevo federalismo federalismo cultural, una hidra que lanza sus cabezas al corazón de los que están por instruir. Si se hiciera lo mismo con la Literatura no existiría Cervantes y, de paso, el español, que es un idioma que goza de muchos privilegios según dice el ministro de Consumo y de la juguetería transversal, Alberto Garzón, que igual inventa una tasa para hablarlo en lugar de ir al auxilio de un menor en Canet de Mar. Piense el ministro qué pasaría si fueran sus hijas las señaladas por la turba. Al cabo, los niños son los daños colaterales de una empresa mayor, la España nueva que empieza de cero donde importa más Juana Rivas que su vástago maltratado sexualmente. No tiene tiene importancia. Entre los movimientos totalitarios el nuevo plan no incluye el comunismo para que se salven Garzón y Yolanda Díaz, mucho ver al Papa y poco contar el rosario de muertos. Los neoliberales son más malvados con sus estafas a lo Madoff que Pol Pot. Qué son más de dos millones de camboyanos pasados a cuchillo.
Estamos pagando una educación de zopencos atrapados en la tecnología de la mentira, náufragos sin levar anclas. Este Gobierno tardoprogresista logrará el fin de la Historia que mal pronosticó Fukujama mirándose ya oficialmente en los libros de las autonomías y sus diecisiete diecisiete disparates, que es retratarse en el esperpento. Así, muerta la Historia fallece también España al fin.