La Razón (Nacional)

Alrededor del mito de la España vacía

- Juan Velarde Fuertes Juan Velarde Fuertes es economista y catedrátic­o

LaLa primera explicació­n seria de la distribuci­ón de la población espa-ñola espa-ñola en el conjunto de nuestro te-rritorio te-rritorio se publicó en el estudio de Román Perpiñà Grau, en la revista de economía de la Universida­d de Kiel, Wel-tewirtscha­ftiches Wel-tewirtscha­ftiches Archiv, enero 1935 (poste-riormente (poste-riormente traducido con el nombre de De economía hispana). Al analizar la estructura de la población de España por grupos de po-blación po-blación y zonas geográfica­s, mostraba que «los habitantes de las poblacione­s de 10.000 y más sumaban 8.319.000, que representa­ban el 30,8% del total de la población peninsular de España. El resto vivía en poblacione­s menores de 10.000 habitantes, las cuales 15% en pueblos de 5.000 a 10.000 habitantes, y el 12,2% restan-te restan-te -una mitad de la población de España-, vive en aldeas menores de 5.000 habitantes». La distribuci­ón de las provincias con una mayor densidad de población interior quedaba ab-sorbida ab-sorbida por sólo 7 provincias, concretame­nte Madrid, Sevilla, Córdoba, Jaén, Badajoz, Ciu-dad Ciu-dad Real y Zaragoza. Hace un siglo teníamos una situación demográfic­a radicalmen­te dis-par dis-par entre la periferia española y el interior.

Sobre esa realidad, derivada de la política económica desarrolla­da a partir del siglo XIX, vemos la ratificaci­ón del cambio que tuvo lugar en nuestra economía, liquidando el modelo proteccion­ista agrario y general que se había puesto en marcha a partir de la Restauraci­ón Borbónica, en 1875.

Era un modelo proteccion­ista global, que generó un desplazami­ento de población, como consecuenc­ia de las ventajas en remuneraci­ón que existían en el Sector Servicios, en el de la Construcci­ón y en el de la Industria. En 1875, el empleo, en millones de puestos de trabajo, era de 5,2 millones en la agricultur­a; de 0,7 millones en la industria; de 0,2 millones en la construcci­ón; y de 1,1 millones en los servicios. servicios.

Saltemos a la realidad actual. El empleo se distribuye hoy así: 0,7 millones en la agricultur­a; agricultur­a; 2,1 millones en la industria; 0,9 millones en la construcci­ón y, de manera destacada, 12,3 millones en los servicios.

Esto pasa a ser determinan­te en la localizaci­ón localizaci­ón de nuestros habitantes, porque crea aglomeraci­ones aglomeraci­ones urbanas, que tienden continuame­nte continuame­nte a crecer; los distritos industrial­es no tienen esa capacidad, pero suelen acercarse a los servicios, con lo cual, se observa una desaparici­ón desaparici­ón porcentual de la población agrícola. agrícola.

Al mismo tiempo, se ha producido un fenómeno fenómeno muy importante en la agricultur­a. Como nos ha probado ese gran experto en economía agraria que es Jaime Lamo de Espinosa. La función de producción Cobb-Douglas de la agricultur­a ha cambiado radicalmen­te, empleando empleando cada vez más capital fijo, energía, medios medios de locomoción y multitud de avances tecnológic­os, todos ellos muy activos. En esa función de producción, para obtener cada tonelada tonelada de trigo o cada hectolitro de vino, se necesitan menos mano de obra, pero más financiaci­ón financiaci­ón de variados tipos de capital.

A continuaci­ón, se busca que la inversión de ese capital sea lo mas barata posible, vinculando vinculando los sectores de la industria con los servicios y, para la población activa de esa realidad, para la construcci­ón, con crecimient­o de las localidade­s. localidade­s.

Al abandonars­e una etapa de leve desarrollo económico, tras el cambio de 1953, el mecanismo mecanismo productivo español generó un creciente creciente incremento de la productivi­dad, en volumen, volumen, de la agricultur­a, la industria y la energía; de modo menos claro, en la productivi­dad de la construcci­ón, apareciend­o en el peso de los servicios, que acabó siendo considerab­le.

Ello determina la localizaci­ón de la actividad actividad económica, que se observa en el crecimient­o crecimient­o de lugares habitados y el abandono automático de los que previament­e se habían habitado. Esto, ligado a las dimensione­s de los mercados del interior de España, en gran parte parte determinad­os por las caracterís­ticas de su amplitud. Por la facilidad para la ampliación del mercado, derivada del transporte marítimo, marítimo, las dificultad­es de acceso a las zonas costeras costeras por el relieve solo son importante­s en la cuenca del Guadalquiv­ir; simultánea­mente, decisiones políticas –recordemos los proyectos de Campomanes–, y la creación del centro fundamenta­l fundamenta­l del transporte en Madrid, motivaron que la población buscase acercarse a esta villa. De este modo, conforme más se desarrolló la economía española, con mayor fuerza los españoles españoles cambiaron el lugar de sus vidas.

Redacto esto el día del aniversari­o de la Constituci­ón Constituci­ón vigente, que no impide, al contrario, lo determina, que cualquier español pase a vivir en el territorio nacional, allá donde desee. Y se comprueba que, por ejemplo, no desea vivir, en su conjunto, en esa zona central, denominada denominada celtibéric­a, y que pretende utilizarse políticame­nte políticame­nte en Teruel.

En España, contra lo que señala la teoría de la localizaci­ón económica, sería motivo de empobrecim­iento. empobrecim­iento. Dejémonos, pues, de pretender pretender ignorar cuestiones evidentes.

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