La Razón (Nacional)

Lotería de Navidad: no todo es estadístic­a

► Jugamos para que nos toque, pero no solo por eso; además, al análisis matemático de la lotería debemos sumar otra serie de capas

- Ignacio Crespo.

VayaVaya por delante que no compro lotería, pero sería corto de miras si sentenciar­a aquello de que la lotería es el im-puesto im-puesto por no saber matemática­s. La tesis de quienes lo repiten es sencilla. Con la estadístic­a en la mano, sostienen que no solo es muy poco probable que alguien gane, sino que ni siquiera jugando las suficiente­s veces será más posi-ble posi-ble que le sonría la fortuna. Puede que así tenga más papeletas de comprar un número ganador, pero una vez dividimos el premio, resta-mos resta-mos el 20% de impuestos y sustrae-mos sustrae-mos el precio de todos esos déci-mos déci-mos que compramos, lo más probable es que hayamos perdido dinero. No hay ningún misterio tras esto, la Lotería de Navidad está pensada para recaudar y para que las pequeñas pérdidas de un gran número de personas se conviertan en ganancias que cambian las vi-das vi-das a unos poquísimos individuos. Podríamos decir que no genera riqueza, sino que la reparte y que lo hace por un coste. De hecho y para quitarnos de dudas, se calcu-la calcu-la que solo un 70% de lo ingresado por la compra de números es des-tinado des-tinado al premio. Y tiene sentido, porque de alguna manera hay que sostener a las administra­ciones, a la Sociedad Estatal de Loterías y a Apuestas del Estado.

Esto es así y los números no mienten, pero del mismo modo que es verdad, podemos decir que no es toda la verdad. Cabe pregun-tarse pregun-tarse por qué juega la gente. ¿Aca-so ¿Aca-so piensan que se trata de una buena inversión? La ilusión no es lo mismo que la confianza estra-tégica. estra-tégica. Aquí es donde entran en juego algunos sesgos, por supues-to, supues-to, pero también algo que los crí-ticos crí-ticos no suelen tener en cuenta: el espíritu festivo y la tradición que acompaña a la Lotería.

No hay vuelta de hoja, adquirir lotería como inversión económica es muy mala idea, pero también lo es comprar el árbol de Navidad o pagar la luz de la iluminació­n de esas fechas. Nada de eso nos da un retorno económico y, es más, tie-nen tie-nen un impacto ambiental que no es desdeñable. Un árbol artificial debería de reutilizar­se durante 12 veces para que iguale su huella de carbono con uno natural y que las emisiones de 40 kg de dióxido de carbono se repartan (virtualmen­te) entre esos años para equivaler a la huella de 3,5 kilos de dióxido de carbono que deja uno natural.

Es más, no olvidemos que el plástico plástico de esos abetos no terminará su vida cuando acaben los 12 años, se alargará en el tiempo durante siglos si no son correctame­nte tratados. No nos sorprender­á saber que, generalmen­te, generalmen­te, pocas familias reutilizan reutilizan sus árboles artificial­es durante 12 Navidades seguidas. A cambio de dichos problemas y sin posibilida­d de recuperar la inversión, cuando compramos uno lo único que estamos estamos consiguien­do es ese árbol. Y aquí viene el giro, porque, por algún motivo, la frase anterior no parece dramática en absoluto. Lo que describo describo es una compra, como tantas otras que hacemos por capricho, porque podemos. La decoración de nuestra casa, esa ropa que compramos compramos sin necesitar… sus beneficios no son evidentes ni la inversión más inteligent­e, pero eso es porque, simplement­e, simplement­e, no se trata de inversione­s. Tanto cuando compramos un árbol como cuando compramos un décimo décimo estamos pagando por participar del espíritu navideño. Y por supuesto supuesto que hay formas gratuitas de sentirse sentirse parte de las fiestas, pero esta vía rápida y arrastrada por la tradición es una buena motivación para comprar comprar Lotería y nada tiene que ver con saber o no saber matemática­s.

Animales rituales

Y es que para estudiar un hecho social como es la Lotería de Navidad Navidad no podemos quedarnos solo en la capa de análisis que nos proporcion­a proporcion­a la estadístic­a o, mejor dicho, una aplicación directa de la estadístic­a probabilis­ta. Hay muchas muchas más a las que debemos pres

tar atención si queremos entender realmente por qué se sigue comprando. comprando. Un factor importante, aunque sobre amplificad­o, es que funcionamo­s por asociación. Nuestro cerebro relaciona conceptos conceptos que suelen presentars­e juntos de tal manera que unos terminan terminan evocando al resto. A un nivel de explicació­n diferente e igualmente válido, la psicología habla del aprendizaj­e asociativo, donde aprendemos a anticipar lo que suele aparecer acompañado de otro evento (cada vez que como chocolate me siento bien). Normalment­e, Normalment­e, la explicació­n del aprendizaj­e asociativo se formula de otra manera, pero en este caso es especialme­nte importante insistir insistir en que la asociación no ha de ser necesariam­ente causal, esto es: que una cosa no tiene por qué causar la otra, tan solo han de presentars­e presentars­e juntas.

Atendiendo a esto, es más sencillo sencillo comprender uno de los motivos por los que aprovecham­os la Lotería Lotería de Navidad para participar del espíritu navideño. Podríamos hablar hablar de la mercadotec­nia, del consumismo, consumismo, de la existencia inauténtic­a inauténtic­a que decía Heidegger, pero nada de ello hace menos cierto que somos somos animales rituales. Cuando compramos un décimo, esas asociacion­es asociacion­es se disparan, es algo que desde siempre hemos relacionad­o con la Navidad, con esas fechas en las que estamos inmersos y que queremos disfrutar. De alguna manera manera y como si fueran las sustancias de Anaxágoras, en la Lotería hay una parte de las luces de las calles, de la nieve, de los villancico­s, de los regalos... Dentro del ámbito festivo, todo está en todo.

Doña Manolita y la fuerza bruta

Y lo mismo sucede cuando hablamos hablamos de los establecim­ientos. Hace semanas que frente al ya legendario local de Doña Manolita Manolita se agolpan colas de tres horas. Las matemática­s nos dicen que no es más probable que toque un número comprado allí, ni en Manises, ni en ninguna otra parte. Si han tocado tantos números comprados en Doña Manolita es solo porque porque ha vendido más. Y, en un bucle retroalime­ntado, cuantos más vende más coincide que algunos tengan tengan premio, mejor publicidad publicidad se hace, más gente se reune frente a su puerta puerta y más números premiados premiados vende. Es una estrategia de fuerza bruta, bruta, que dirían en informátic­a. informátic­a. Cuando no sabemos sabemos la clave de aquello que queremos hackear, una opción es probar todas todas las combinacio­nes posibles hasta que una coincida. coincida. Eso es un ataque de fuerza bruta, y es más o menos menos lo que ocurre en estos locales que, no sabiendo qué va a tocar, tienen la suerte de vender una cantidad descomunal descomunal de números.

Sería muy fácil quedarse aquí y hablar de doblemente anuméricos anuméricos a quienes gastan tres horas de su sábado para conseguir un trozo de papel que probableme­nte probableme­nte no toque, pero volveríamo­s a equivocarn­os. El mismo argumento argumento de que los décimos son parte de un ritual que disfrutamo­s disfrutamo­s como un todo se repite para la situación de Doña Manolita. Cada parte de ese ritual contribuye contribuye a nuestro sentir festivo o, al menos, al de muchas personas. Tengo bastante claro que yo seguiré seguiré sin comprar Lotería, pero también sé que tiene más que ver con mi forma de entender las fiestas fiestas que con mi conocimien­to de las matemática­s.

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