Felipe V y la contienda que cambió el mapa de Italia
► La Guerra de Sucesión certificó el cambio de dinastía, pero también la mutilación territorial de la Monarquía Hispánica
ParaPara el primer monarca español de la dinastía borbónica, Felipe V, la Paz de Utrecht, que puso fin al imperio español en Europa, no fue más que un paréntesis. Concluida la Guerra de Sucesión española con la toma de Barcelona en 1714 y de Mallorca al año siguiente, el rey y sus ministros, encabezados por el cardenal Giulio Alberoni, comen-zaron comen-zaron a proyectar la recuperación de Italia de manos de los Habs-burgo Habs-burgo austriacos, con quienes España no había firmado la paz. Los preparativos militares y nava-les, nava-les, camuflados como socorro para Venecia, enzarzada en una contienda contra el imperio oto-mano oto-mano desde 1716, propiciaron la rápida recuperación de Cerdeña (1717) y Sicilia (1718). Sin embar-go, embar-go, las potencias europeas, enca-bezadas enca-bezadas por Reino Unido y Fran-cia Fran-cia –gobernada por el duque de Orleans, rival de Felipe V, duran-te duran-te la minoría de edad de Luis XV– reaccionaron de manera enérgica, temerosas de un resur-gir resur-gir español que amenazase el equilibrio de poderes, e intervinieron intervinieron en Italia en favor del emperador emperador Carlos VI y llegaron a invadir la propia España, lo que obligó a Felipe V a pedir la paz y renunciar, de nuevo temporalmente, temporalmente, a sus pretensiones.
Consciente de la necesidad de tejer una alianza en la que sustentar sustentar su posición, el monarca español español se aproximó primero a Francia, Francia, donde trató en vano de tejer un enlace matrimonial entre su hija, la infanta Mariana Victoria, con Luis XV, y luego, en un giro copernicano, a la Austria de Carlos Carlos VI, con quien firmó en 1725 una serie de tratados en Viena que aspiraban a revolucionar la política europea. De la alianza con su antiguo rival por el trono español, Felipe aspiraba a obtener obtener apoyo para la sucesión del infante Carlos –futuro Carlos III de España, primogénito de su segundo segundo enlace, con Isabel de Farnesio– Farnesio– al gran ducado de Toscana y a los ducados de Parma y Piacenza Piacenza ante la inminente extinción de las dinastías de los Médicis y los Farnesio.
Ante la negativa del emperador, emperador, el monarca hispánico rompió rompió la alianza y firmó un acuerdo con el Reino Unido en 1729 en el que logró el apoyo inglés a sus pretensiones. Este se materializó materializó en 1731, cuando una escuadra escuadra anglo-española trasladó al joven don Carlos a Italia, donde fue agasajado por el gran duque Juan Gastón de Médicis y aclamado aclamado como gobernante de Parma Parma y Piacenza.
Una ocasión muy deseada
Dos años después se presentó la ocasión que más ansiaba Felipe V. El imprevisto resultado de las elecciones al trono de PoloniaLituania, PoloniaLituania, en las que fue escogido el advenedizo Estanislao Leszczynski Leszczynski –suegro de Luis XV– en lugar del hijo del anterior monarca, monarca, Federico Augusto de Sajonia, desencadenó una contienda, la Guerra de Sucesión polaca, que arrastró al conflicto a todas las potencias europeas excepto a Gran Bretaña y las Provincias Unidas. Rusia y Austria se declararon declararon a favor del pretendiente sajón, y Francia, de Leszczynski.
Felipe V, que vio la ocasión de arrebatar Nápoles y Sicilia a los austriacos, selló con Luis XV el Primer Pacto de Familia y aprestó un ejército que desembarcó en la Toscana en noviembre de 1733. Mientras otro franco-piamontés invadía el Milanesado austriaco, el ejército español, con el conde de Montemar al mando y acompañado acompañado por don Carlos, enfiló hacia el sur y penetró en Nápoles en marzo de 1734. Las fuerzas austriacas, inferiores en número, abandonaron la capital del reino y se retiraron a la provincia de Apulia, en la costa del Adriático, donde esperaban recibir refuerzos refuerzos desde Trieste.
Montemar, un general curtido y determinado, marchó a su encuentro encuentro decidido a entablar batalla. El destino de Nápoles se decidió el 25 de mayo frente a la ciudad de Bitonto. Bitonto. El general imperial, el príncipe príncipe Antonio Pignatelli di Belmonte, Belmonte, había atrincherado sus fuerzas en una posición en apariencia inexpugnable, inexpugnable, pero las tropas españolas españolas lanzaron un asalto decidido y lograron quebrantar sus defensas. Todo el ejército austriaco fue apresado apresado en Bitonto o, al día siguiente, en Bari. El infante Carlos, aclamado rey de Nápoles como Carlos VII, vio así su trono asegurado. En los meses meses siguientes, el ejército español desembarcaría en Sicilia y agregaría agregaría la isla a los dominios del vástago de Felipe V.
La guerra concluyó en 1735 antes antes de que las tropas españolas lograsen expulsar por completo de Italia a los austriacos. Aun así, por fin las ambiciones itálicas de Felipe Felipe V –e Isabel de Farnesio– se habían habían visto satisfechas. Su logro, la creación del reino de las Dos Sicilias, Sicilias, perduró más de un siglo, hasta hasta que fue anexionado por el reino de Cerdeña en 1861 en el contexto de la Unificación italiana.
Consciente de la necesidad de apoyos, el monarca se acercó a Francia y a la Austria de Carlos VI