El Gobierno se fue de puente en plena sexta ola
LaLa imagen que el Go-bierno Go-bierno está trasladan-do trasladan-do en esta sexta ola de la pandemia de Co-vid-19 Co-vid-19 vuelve a ser exasperante. Lejos de aprender de los errores de andanadas anteriores del virus -sobre todo, de la primera de ellas, la de marzo de 2020-, el Ejecutivo ha preferido disfru-tar disfru-tar plácidamente del Puente amparado en el colchón de los casos contenidos, al encontrar-se encontrar-se España en esos días en situa-ción situa-ción de riesgo medio por no haber superado entonces los 300 contagios por cada 100.000 habitantes. El Ministerio de Sa-nidad Sa-nidad se limitó a lanzar hace dos viernes un informe muy mejorable sobre la variante Ómicron, a difundir el martes con nocturnidad flagrante los datos sobre la incidencia de los tres días anteriores y a presumir el miércoles del aplauso del se-cretario se-cretario general de la Organiza-ción Organiza-ción Mundial de la Salud (OMS) –cuya llegada al cargo apoyó España–, por la generosidad de nuestro país en el reparto de vacunas. Nada más. Mientras esto ocurría, el primer ministro británico en persona decretaba el teletrabajo y endurecía las restricciones ante el avance de la nueva variante; Dinamarca adelantaba las vacaciones es-colares es-colares y vetaba el ocio noctur-no, noctur-no, y Francia anunciaba un plan para ganar sitio en sus uni-dades uni-dades de cuidados intensivos, por citar sólo algunos ejemplos. A estas alturas resulta claro que Carolina Darias mejora con creces lo hecho por el nefasto Salvador Illa. A diferencia del catalán, la ministra canaria es dialogante, empatiza con el sector sanitario y ha triunfado plenamente con la campaña de vacunación. Sin embargo, hay tics del pasado que aún debe corregir. España no debe ir a rebufo de los demás estados ni aguardar pasivamente a que Ómicron nos invada. No es de recibo tampoco que las estadís-ticas estadís-ticas oficiales sigan apagadas los fines de semana.