La Razón (Nacional)

Curvas peligrosas

- Fernando Sánchez Dragó

NoNo me refiero a las de la red de carreteras, que son cosa de la Dirección General de Tráfico, Recaudació­n e Inmoviliza-ción Inmoviliza-ción de Vehículos, sino a las de las anato-mías anato-mías que se ven por la calle cuando uno comete la imprudenci­a de salir a ellas. ¡Ma-dre ¡Ma-dre mía! ¡Qué asquito! ¡Qué grima! Ganas dan de volver corriendo a casa. Todo son adiposidad­es, michelines, lorzas, traseros como mapamundis, tetas como calabazas, muslos como columnas de templo egipcio, barrigas como alforjas de camellero y acu-mulaciones acu-mulaciones de grasa temblona similares a las de las Venus esteatopíg­icas y los lucha-dores lucha-dores de sumo. Muchos son los factores que concurren en tan vistoso y ambulante museo de carnaza, y la mayor parte de ellos ha sido ya descrita y denunciada en esta columna, pero hoy quiero referirme a uno de los más recientes: el de ese horror gas-tronómico gas-tronómico y dietético que ha dado en lla-marse lla-marse «menú del día». Lo tiene la práctica totalidad de los restaurant­es, ya sean los baratujos y de toda la vida, ya los de muchos tenedores y carta de bullipolle­ces. Cuestan poco –entre 10 y 15 euros– y sólo se sirven a la hora del almuerzo. Se conoce que las cenas son para ricos. Lo que más llama la atención en ellos es la variedad de su ofer-ta ofer-ta y la suma de sus calorías.

Oferta: primer plato, segundo, guarni-ción, guarni-ción, pan, vino, postre y a veces café. A me-nudo me-nudo no falta el chupito homenaje de la casa. O sea: un penalti de nutrición a boca-jarro... boca-jarro... Raros son los países en los que la gente come dos platos y, encima, añade un postre. Esa costumbre sólo existe en el área de esa impostura que es la dieta mediterrá-nea. mediterrá-nea. Calorías... ¡Pues que les voy a contar! Raciones gigantesca­s (el tamaño, en ellas, sí que importa), comida de cuchara con grasientos tropezones, paellas, croquetas, rebozados, frituras, cachopos, torreznos, salchichas, embutidos, patatazas, burritos, refrescos embotellad­os, cocacolas, cerve-citas, cerve-citas, platos de supermerca­do, dulces de sobre, helados industrial­es... Y a quien que-ra que-ra renunciar a tan opíparo menú y pedir un solo plato, le costará más caro. A ver quién me explica ese misterio... Españoles: comi-lones. comi-lones. El sobrepeso y no digamos la obesi-dad obesi-dad son dos de los caminos más directos para llegar al cementerio.

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