La Razón (Nacional)

Rusia y el genocidio tártaro en Crimea

- Tomás Torres Peral Tomás Torres Peral. Comandante de Caballería. Academia de las Ciencias y Artes Militares.

EnEn 1860 Karl Marx en su libro «Herr Vogst» denunciaba «la táctica rusa de declarar independie­ntes zonas que le son apetitosas, deshacerse así de posibles rivales y asimilarla­s después dentro de sus fronteras». Ese método es el que utilizó Putin en Abjasia, Osetia, Trans-nistria, Trans-nistria, Crimea y ahora en Ucrania. Eso mismo hizo Catalina II en Crimea en 1783, cuando se la anexionó después de forzar su independen-cia independen-cia del imperio otomano en 1774.

En este mismo medio (21 de febrero pasado) expuse las razones por las que considerab­a que la anexión rusa de Crimea en 2014 había sido contraria al derecho internacio­nal y a la Carta de las Naciones Unidas, e incluso (3 de marzo) un crimen de agresión perseguibl­e por el Tribunal Penal Internacio­nal.

Con frecuencia se afirma que «Crimea siem-pre siem-pre fue rusa» y que desde 1954 hasta 2014 per-teneció per-teneció a Ucrania por un «regalo» de Nikita Kruschev, que la transfirió graciosame­nte desde Rusia. Cabe preguntars­e si son ciertas las ante-riores ante-riores afirmacion­es y si, en su caso, sería justo título para considerar a Crimea como parte in-alienable in-alienable de Rusia que legitime su anexión como una «vuelta a la madre patria», según Putin.

Todo el Mar Negro, incluida Crimea, compar-tió compar-tió la misma historia antigua que el resto del Mediterrán­eo y, por ello, se construyer­on en Crimea ciudades y colonias griegas, romanas, bizantinas e incluso godas. Posteriorm­ente, en la Edad Media, venecianos y genoveses expan-dieron expan-dieron su comercio en la península y erigieron sus ciudades.

Escitas, tauros, hunos, búlgaros y jázaros completan la lista de pueblos que, en diferentes épocas, dominaron todo o parte de Crimea, hasta que en la primera mitad del siglo XIII, los mongoles llegaron a Europa oriental, donde se les llamó tártaros y fundaron la «Horda de Oro» dominando la zona, incluyendo Crimea. En el siglo XV una rama meridional de la Horda fundó fundó un reino independie­nte en Crimea: el «kanato «kanato tártaro de Crimea» o la «Tartaria de Crimea», Crimea», quienes por temor a los rusos terminaron bajo el protectora­do del imperio otomano hasta hasta que Catalina II lo anexionó al imperio ruso en 1783. En los 3000 años anteriores no hubo rastro rastro de rusos en Crimea.

El Tratado de Küçük Kaynarca, de 21 de julio de 1774, firmado entre los imperios ruso y otomano, otomano, tras la derrota de este último en la guerra ruso-turca, supuso la independen­cia de Crimea hasta la anexión rusa de 1783, siguiendo la táctica táctica que Karl Marx denunció en 1860 y que Putin repitió en 2014.

A la fecha de la primera anexión rusa de Crimea Crimea (1783), los tártaros suponían el 98% de su población, pero Rusia los sometió exigiéndol­e el pago de impuestos, confiscánd­ole sus tierras e instauránd­oles el trabajo forzado, provocando una ola de emigracion­es. En 1850 solo constituía­n constituía­n el 60% y en 1905 los tártaros ya eran minoría minoría en su propia tierra. La rusificaci­ón acelerada de Crimea fue intensa e intenciona­da.

En estas condicione­s, los tártaros abrazaron las revolucion­es de principios del siglo XX como medio de poner fin de un imperio colonial brutal brutal y represivo más que como adhesión a una lucha de clases. La victoria bolcheviqu­e supuso dos generacion­es de desastres y calamidade­s para los tártaros de Crimea. Miles de ellos murieron murieron de hambre y en 1923 los tártaros eran tan solo el 25% de la población. Lo peor para ellos aún estaba por llegar. Tras la IIGM, Stalin los acusó de colaboraci­onistas con los alemanes porque muchos de ellos se alistaron en su ejército, ejército, pero no fueron los únicos, ya que otras minorías minorías también lo hicieron y, además, muchos tártaros lucharon contra los alemanes. Sin embargo, embargo, Stalin los castigó fusilando arbitraria­mente arbitraria­mente a muchos y deportándo­los en masa en insalubres insalubres trenes de ganado a Asia Central. En este inhumano destierro murieron miles de tártaros. Con tan brutal deportació­n, los tártaros, dueños y señores de Crimea en 1783, desapareci­eron completame­nte de su península en 1944. La limpieza limpieza étnica rusa de Crimea fue absoluta.

Por último, Kruschev, en 1954, en un acto de calculado absolutism­o, decidió incorporar Crimea Crimea a Ucrania, donde permaneció hasta la segunda segunda anexión rusa en 2014. Para el profesor Kurz Muñoz, la intención de Kruschev no fue inocente –el comunismo no es nada benemérito– benemérito– pues «introducía una cuña rusa en Ucrania», donde el separatism­o era un hecho después de la IIGM, a la vez que «sembraba la discordia entre entre tártaros y ucranianos al intentar traspasar a estos la responsabi­lidad moral y las consecuenc­ias consecuenc­ias de la deportació­n masiva de aquellos». Posteriorm­ente Posteriorm­ente les permitiero­n volver, pero en ningún ningún momento supusieron más del 10 % de la población de la que fue su tierra desde hacía siete siglos.

Catalina, Stalin, Kruschev y ahora Putin adulteraro­n adulteraro­n la historia de Crimea, desfiguran­do su verdadera identidad tártara, desplazand­o y exterminan­do exterminan­do a sus legítimos dueños en lo que se ha venido llamando «genocidio tártaro», pueblo que ha sido deliberada­mente sustituido por colonos, colonos, trabajador­es y funcionari­os civiles y militares militares rusos. En la actualidad hay en Crimea un millón de rusos más que en 2014.

Solo en estas condicione­s cabe entender la supuesta –y fraudulent­a– identidad rusa de Crimea Crimea sin que, en mi opinión, puedan constituir razones jurídicas, sociales o históricas válidas para que Rusia haya vulnerado el derecho internacio­nal internacio­nal y la Carta de la ONU en Crimea, como lo hizo en 2014. Karl Marx tenía razón.

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