La agonía de un ciclo en la peor coyuntura
ElEl escándalo Pegasus es el último eslabón de una cadena de acon-tecimientos acon-tecimientos de dife-rente dife-rente naturaleza que han dejado en evidencia la incon-sistencia incon-sistencia del primer gobierno de coalición de la democracia. Desde su origen el gabinete entre socia-listas socia-listas y comunistas nunca destiló una impronta de competencia y confianza y los sucesivos envites de una tormentosa legislatura solo han desnudado a un equipo sin cohesión ni congruencia ni mayor interés que la estancia en el poder por el mayor periodo de tiempo posible. El asunto del espionaje ha multiplicado las tensiones in-ternas in-ternas que ya se habían convertido en indisimulables por otros desen-cuentros desen-cuentros entre los coaligados y lo más negativo para las opciones de presente y de futuro del Ejecutivo de Pedro Sánchez es que el motor generador de todo ese brutal des-gaste des-gaste político e institucional no es la oposición, como sería lo natural, sino Unidas Podemos y los aliados de Frankenstein. Ayer mismo Pere Aragonés, presidente catalán, for-zó for-zó a Sánchez una cita inminente sobre Pegasus. Otra prueba de que el bloque que dirige el estado no es que esté descosido o enfermo de deslealtad, es que asoma como un cuerpo político quebrado, pleno de desconfianza interna, sin liderazgo ni rumbo, inmerso en una guerra de guerrillas entre facciones. Pa-rafraseando Pa-rafraseando a Sánchez, un Gobier-no Gobier-no con exceso de voces y ninguna palabra. En estas circunstancias, España encara unos meses de enormes turbulencias y extremas dificultades de toda índole, tanto domésticos como foráneos. La guerra en Ucrania y la crisis energética, energética, sumados al estallido de la inflación, ha destrozado el espejismo espejismo orquestado por la propaganda oficial de una recuperación económica económica consistente y pujante, más allá de que el Gobierno se mantenga mantenga abrazado a esa quimera retórica. España confrontará el futuro zaherido zaherido por los desequilibrios y con un estrecho margen de respuesta por el sobreendeudamiento que la izquierda ha cebado y que nos aboca a un escenario de enormes riesgos con las subidas de los tipos de interés y el final de la época de los estímulos, más el aderezo de los precios, el déficit y el paro. Negar la realidad no la desvanecerá, la agravará, agravará, como ha hecho en estos años. En esta tesitura, más pronto que tarde llegará el final de la escapada de la coalición y los sacrificios serán serán inevitables si se pretende salvar un desastre mayor. Un gobierno en crisis, con una mayoría chantajista con los enemigos del país, sin crédito crédito exterior, podrá ser capaz de cualquier arrebato o despropósito para preservar el privilegio de la magistratura, pero no gobernará con la firmeza que el horizonte que se adivina impondrá. Hay un final de ciclo ya nítido, que convendría no dilatar por interés general. Socialistas Socialistas y comunistas han entrado en la fase del gobierno interino. La provisionalidad, el tiempo muerto, muerto, que debilitará a la democracia degradada por estos ejercicios de izquierda. La legislatura agoniza, mientras Sánchez insistía ayer en que seguirá en Moncloa hasta el último día. La cuestión crucial es si España resistirá.