La Razón (Nacional)

Tabaco negro y güisqui

El voleón

- Lucas Haurie

JuanJuan Vargas Pérez era un aficionado cabal que ya le había puesto su apellido a la Venta Eritaña, una ta-berna ta-berna a la entrada de San Fer-nando Fer-nando que regentaba su familia desde la década de los veinte. Manolo Caracol, en la cima de su fama, era el monarca absolu-to absolu-to de los cantaores y podría ha-ber ha-ber dicho, como un Luis XIV del arte jondo, «el flamenco soy yo». Aquella noche de 1959, le pre-sentaron pre-sentaron a un mocoso de pelo color paja del que se decía en la Isla que estaba poseído por el duende: «Que cante el rubillo», pidió Caracol. Se quedó impre-sionado. impre-sionado.

Pasaron diez años y José Mon-ge Mon-ge Cruz, aquel gitanito rubio ya había adquirido cierto renom-bre renom-bre en el tablao madrileño de Torres Bermejas, donde se gana-ba gana-ba la vida anunciándo­se como Camarón de la Isla. En la Venta Vargas se celebraba, a finales de agosto de 1969, un homenaje a Pericón de Cádiz al que asistía Caracol, sexagenari­o y ya retira-do retira-do de los escenarios. El joven se fue derechito a su reservado para retar a quien le triplicaba la edad con toda la insolencia de los 18 años. En la pequeña habitación, que sus ocupantes llamaban «el cuarto de los cabales», el maes-tro maes-tro y sus amigos juergueaba­n entre güisqui a palo seco y humo de tabaco negro.

El consagrado, cuenta Anto-nio Anto-nio Lagares en su libro dedicado al mítico establecim­iento, «Ven-ta «Ven-ta de Vargas», le pidió al Niño de los Rizos que pusiera la cejilla en el tres; el joven replicó en el cua-tro cua-tro y Caracol todavía tuvo arres-tos arres-tos para rematar un fandango con un tono más, en el cinco. Pero cayó exhausto en su silla mientras Camarón le dedicaba un cante en el seis y otro en el siete, antes de irse con el cetro del flamenco en su poder. El re-levo re-levo se había consumado a la vista de todo el mundo.

Al terminar ayer el primer set del partido que enfrentó a Nadal con Alcaraz en la pista Manolo Santana, cualquier aficionado al tenis con una mínima noción de flamenco rememoraba aquel episodio despiadado que tan bien ilustra la brutalidad de cualquier cualquier cambio generacion­al. Paso a quien se abre paso. En el penúltimo penúltimo punto del tercer juego de la segunda manga, sin embargo, embargo, el adolescent­e murciano –el jueves cumplió los 19– tropezó en un desplazami­ento lateral y se torció el tobillo. « Haz que llueva», llueva», cuentan que le pedía Rafa de niño al tío Toni cuando veía que se le complicaba un partido y sólo un aplazamien­to por un chaparrón podía salvarlo.

Durante una hora, incluida una larga interrupci­ón por el vahído vahído de una espectador­a que tuvo que ser atendida en la grada, grada, parecía que los poderes sobrenatur­ales sobrenatur­ales de la familia Nadal detendrían la escabechin­a. El mallorquín entró como un ciclón ciclón por el resquicio de debilidad debilidad de su rival, más pendiente de su pie que de no encadenar

El poder sobrenatur­al de Nadal apareció en el segundo set en vano

Djokovic es el Antonio Mairena con quien nunca peleó Camarón

errores y de un sumarísimo 1-6, con veinte puntos ganados por su rival sobre los veintidós últimos últimos del set. Era una historia mil veces repetida: Rafa, cuando no lo rematan, sale del sepulcro para protagoniz­ar una remontada remontada siquiera inimaginab­le para cualquier otro tenista. Excepto que esta vez...

Esta vez, estaba Camarón al otro lado de la red, repartiend­o palos (de saque, de revés, de drive...) drive...) con la fuerza del que canta, eso mismo, todos los palos por derecho: bulerías, peteneras, martinetes... Ni Dios, que es omnipotent­e, omnipotent­e, puede detener el paso del tiempo y cuando lo nuevo irrumpe, lo viejo desaparece inexorable­mente por admirado y venerable que sea. Hoy juega Alcaraz con Novak Djokovic, que es el Antonio Mairena con quien jamás se enfrentó aquel niño rubio rubio de la Isla.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain