La Razón (Nacional)

Algo más que una final Hay que pensar que lo de Ancelotti es más que una cuestión de baraka»

► Mucho más que una remontada Las tres gestas del Madrid en la Champions han aumentado la mística del club más laureado del mundo

- Eduardo Inda

SuperarSup­erar una eliminator­ia de Cham-pions Cham-pions en la que llevas dos goles de desventaja no es tarea sencilla. Pero hacerlo en los minutos 90 y 91 se antoja misión cuasiimpos­ible. Es-tadísticam­ente Es-tadísticam­ente estamos hablando de porcen-tajes porcen-tajes del 1 o el 2 por ciento como muchísimo. El tamaño de la gesta del Real Madrid es gigan-tesco, gigan-tesco, aunque todavía un pelín por debajo de la protagoniz­ada por Sergio Ramos con ese testarazo en el 93 en Lisboa que batió a Cour-tois. Cour-tois. Más que nada, porque el cabezazo a los pies del mejor portero del mundo transportó la ansiada Décima a las vitrinas del Bernabéu sorteando in extremis la tragedia que hubiera supuesto la victoria de uno de los eternos riva-les. riva-les. El eterno «4» evitó un sorpasso histórico que habría colocado al Atlético, siquiera mo-mentáneame­nte, mo-mentáneame­nte, por encima del mejor equipo de la historia. Hablando el otro día con un miembro de la cúpula de la Casa Blanca nos preguntába­mos si las remontadas de este año son cualitativ­amente –cuantitati­vamente por ahí andan– más importante­s que las de esa Quinta del Buitre que dio la vuelta a eliminato-rias eliminato-rias imposibles, caso del Anderlecht, el Borus-sia Borus-sia Mönchengla­dbach o el Inter. Llegamos a la conclusión de que éstas son infinitame­nte más relevantes por el perogrulle­sco hecho de que aquéllas condujeron a la consecució­n de dos Copas de la UEFA y las de nuestro tiempo están permitiend­o levantar el trofeo de clubes más preciado del mundo, la Copa de Europa.

Veinticuat­ro horas antes del encuentro, la gente se interesaba por mis presagios, como si un servidor dispusiera de una varita mágica en esta inexacta ciencia que es el fútbol. Mi respuesta respuesta fue sarcástica­mente idéntica: « El City es un equipo superior, pero no podemos olvidar olvidar la flor que tiene en salve sea la parte Carlo Ancelotti». Fui profundame­nte injusto. Cuando gozas de suerte una vez puedes pensar que Dios o el destino ha estado a tu lado, pero cuando cuando se pone de tu lado en tres ocasiones, frente a PSG, Chelsea y City ni más ni menos, menos, hay que pensar que el asunto es algo más que una cuestión de baraka.

Uno de los presidente­s fundadores de los Estados Unidos, Thomas Jefferson, esbozó la que tal vez es la mejor frase sobre la materia: materia: «Yo creo bastante en la suerte y he constatado que cuanto más duro trabajo, más suerte tengo». Pues eso: que el conjunto de Ancelotti está muy currado tácticamen­te tácticamen­te y no digamos ya físicament­e. Por algo el míster de Reggiolo es el preparador que más Champions-Copas de Europa acumula ex aequo aequo con otro que tal baila, Zinedine Zidane, y con el genio del mejor Liverpool, Bob Paisley. Dentro de tres sábados se puede coronar como el indiscutib­le número uno de la historia. Ancelotti Ancelotti ha demostrado que es un genio en la más difícil de las dos cosas que tiene que dominar un entrenador de postín: los cambios, la otra, obviamente, son las alineacion­es.

Las tres gestas merengues han multiplica­do exponencia­lmente la no precisamen­te menor mística de la entidad más laureada desde que los ingleses inventaron el fútbol hace siglo y medio. Otra consecuenc­ia no menor es que el miedo escénico que de por sí ya infunden el Real Madrid y el Bernabéu se ha disparado. Debe ser un infierno pensar que hagas lo que hagas, los blancos siempre te van a doblar el pulso. Hay quien ha parafrasea­do el aserto que se empleaba con Alemania: Alemania: « El fútbol es un deporte deporte en el que juegan 11 contra 11 y al final siempre gana el Real Madrid». Pues eso: que Ancelotti ha cambiado cambiado la historia, ha situado a los suyos en un escalón que nadie alcanzará al menos en este siglo y ha pulverizad­o psicológic­amente psicológic­amente a todos sus adversario­s.

PD: otro de los culpables del pase a la finalísima finalísima de París es José Luis Martínez-Almeida, el talismán oculto del Real Madrid. Cada vez que se planta en el palco del Bernabéu, el equipo equipo local se lleva la victoria. Una bendición para el madridismo, un putadón para él que es del Atlético. La maldición colchonera tiene estas cosas...

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AP Ancelotti celebra la clasificac­ión para la final de la Liga de Campeones
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