La Razón (Nacional)

Inmunodefi­ciencia adquirida

- Juan Ramón Lucas

Indignidad.Indignidad. Primero estupor, después indignidad. La cabeza de Paz Esteban servida a traición por Sánchez al in-dependenti­smo in-dependenti­smo con la pretensión de recomponer relaciones es para sus su-bordinados su-bordinados del Centro Nacional de Inteligenc­ia una ofensa de muy difícil digestión. Indignidad era el término que a quien esto firma le hacía llegar ayer una persona cercana a los servicios secretos españoles cuando le pedía una prime-ra prime-ra impresión sobre lo sucedido. Y no lo alivia el rápido movimiento sucesorio de la ministra de Defensa que ha mantenido en guardia la de Esteban hasta que ha visto que era inevitable y firmar entonces su rendición colocando a su segunda a dirigir la Casa. No es el mejor de los ejemplos para la jefa de los militares: si uno defiende la posición lo hace hasta la muerte. En este caso política. Ni siquiera lo justifica la inminencia de una cumbre de la OTAN en Madrid, porque la continuida­d al frente del departamen­to que la organiza no alivia lo mas mínimo el descrédito de esta maniobra infame de Warren Sánchez. El que siga o no la ministra es irrelevant­e para la imagen de insolvenci­a po-lítica po-lítica que la maniobra supone para el gobierno y, lo que es peor, para España.

Los servicios de inteligenc­ia son una ins-titución ins-titución nuclear del Estado. Son su sistema inmune, ese que opera por debajo de la piel y se mueve entre el sigilo y la determinac­ión, la informació­n confidenci­al y el silencio, para evitar que enemigos exteriores o mutaciones mutaciones interiores alteren el flujo vital del país. Sin unos servicios de inteligenc­ia eficaces es imposible mantener una mínima garantía de seguridad democrátic­a. La discreción es su ecosistema, la oscuridad su hábitat: si abres la puerta o enciendes la luz en un laboratori­o laboratori­o de revelado, se rompe el ciclo y la imagen muere antes de nacer. La insensata pretensión pretensión de la parte del gobierno que nada en la indigencia institucio­nal de instalar lámparas sobre los servicios secretos forma parte de la liturgia de lo estéril, del alimento basura para su propia prole política. Pero que un partido partido de tradición democrátic­a y músculo de gobierno, como el PSOE, haya hecho de los servicios de inteligenc­ia del Estado moneda de cambio resulta de una indignidad que no sólo insulta a la inteligenc­ia sino que traspasa ampliament­e la frontera de lo aceptable. El equilibris­ta de la superviven­cia política se ha puesto sobre el cable sin red, el comefuegos se ha metido en la garganta una espada cuyos filos estaban envenenado­s, porque este último último movimiento en realidad lo que hace es ponerle al nivel de patriotism­o que practican sus costaleros independen­tistas, o sea, ninguno. ninguno. Esto es lo peor de la jugada, que muestra cómo este gobierno es capaz incluso de poner a temblar a sus propios servicios secretos con tal de perpetuars­e. Aunque para Sánchez, lo peor sea que esto no ha servido para nada. Como los indultos, como todas las concesione­s concesione­s que se hacen al independen­tismo. NO van a parar. No se alivian con paños calientes. Y puestos a rodar cabezas, quieren la de la ministra. ministra. Normal: en eso son coherentes. No así la otra parte del gobierno, cojonera y nihilista, que pide crisis en el propio ejecutivo, que se desmarca de cada una de sus grandes decisiones decisiones en políticas de Estado y que se mantiene, pese a ello, amarrado a la moqueta porque es su único salvavidas.

Para Sánchez, lo peor es que esto no ha servido para nada. Como los indultos. NO van a parar

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