La Razón (Nacional)

Sánchez, ante el desafío andaluz

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NoNo parece que en las semanas que restan hasta la celebra-ción celebra-ción de las eleccio-nes eleccio-nes autonómica­s andaluzas vayan a bajar el pistón los nacionalis­tas y los propios so-cios so-cios de Unidas Podemos a cuenta del caso del espionaje. Al menos, esas son las noticias que llegan a LA RAZÓN, que describen cierta inestabili­dad por el flanco catalán del Gobierno, no sólo por la agita-ción agita-ción de las escuchas, sino porque la Generalita­t tendrá que proceder a implementa­r la sentencia del 25 por ciento de castellano y, ade-más, ade-más, está en vías de resolución el recurso ante el Tribunal Supremo sobre la legalidad de los indultos concedidos a los condenados por la intentona golpista. Hasta ahora, nada con lo que no haya podido lidiar el presidente del Gobierno, experto en gestos de cara a la ga-lería, ga-lería, pero, también, obligado por sus socios de investidur­a a acceder a demandas que rozan la institu-cionalidad institu-cionalidad del Estado. Y, cuando no, ha contado con los respaldos puntuales del PP, Ciudadanos y la extrema derecha para salvar vo-taciones vo-taciones parlamenta­rias clave, en un juego de equilibrio­s con ERC que, en algún momento, puede írsele a ambos de las manos. Y, en efecto, si la situación se le compli-ca compli-ca al inquilino de La Moncloa, con nuevas demandas nacionalis­tas avaladas, como en el caso de la desclasifi­cación de documen-tos documen-tos reservados, por sus propios compañeros de Gabinete, parece evidente que cualquier actuación gubernamen­tal que pueda interpreta­rse interpreta­rse como una nueva cesión, va a repercutir en la campaña electoral electoral de Andalucía, complicand­o, aún más, la situación del otrora hegemónico socialismo andaluz. andaluz. Porque no es sólo que el PSA compita con un candidato, Juan Espadas, del agrado de Ferraz, que se impuso en una campaña agria a Susana Díaz, es que en frente tiene a un rival, Juanma Moreno, actual presidente de la Junta, que despierta cierta simpatía entre los electores, no produce rechazo, que es, incluso, más importante, y presenta unos resultados en la gestión pública que, con todos los peros que se quieran aducir, se traduce traduce en dos cifras: un incremento del PIB regional del 7 por ciento, muy por encima de la media española, española, y una subida general de salarios del 8 por ciento. En estas circunstan­cias, lo que menos necesitan necesitan los socialista­s andaluces es que la campaña adquiera mayores tintes de trasfondo nacional, con un nuevo espectácul­o de la hiperventi­lación hiperventi­lación victimista del nacionalis­mo nacionalis­mo catalán. Con un problema problema añadido, que Pedro Sánchez no puede desentende­rse de unas elecciones que implican a una de las formacione­s más fuertes e influyente­s del PSOE. No. A diferencia diferencia de Yolanda Díaz, la líder de facto de Unidas Podemos –que ha elegido quitarse de en medio ante la división interna de la izquierda radical–, el presidente del Gobierno Gobierno y secretario general socialista se juega mucho en Andalucía, más de lo que quiere hacernos creer.

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