La Razón (Nacional)

Roca Rey pone Madrid bocabajo sin espada

El peruano pincha una faena volcánica al sexto toro de la tarde de Victoriano del Río, en un deslucido festejo de San Isidro que colgó el cartel de «No hay billetes»

- Patricia Navarro.

UnUn minuto de silencio guardábamo­s en la memoria de Miguel Báez « El Litr » que apenas unas horas antes perdía la vida en Madrid a los 91 años. Una vida de leyenda que-daba que-daba atrás, en los ruedos y fuera de ellos. Calmaba de pronto el revue-lo revue-lo que acompañaba a un «No hay billetes» en Las Ventas, la locura para llegar en tiempo y hora a la localidad y la explosión final de la llegada de Isabel Díaz Ayuso al ca-llejón ca-llejón de la plaza. No era la primera vez que pisaba la monumental en lo que va de temporada. Con una elevada temperatur­a en el ruedo y tendidos dio comienzo el festejo. Amenaza seria para los sanitarios.

Al borde del atontamien­to constante. constante. Fernando Adrián confirmó alternativ­a y nos despertó de un plumazo con un inicio de faena al primero de alto voltaje. El toro salía suelto, manseaba y en esas se puso de rodillas y le pegó dos pases cambiados cambiados por la espalda. El milagro fue continuado. El toro tuvo movilidad movilidad y franqueza aunque embestía en dos tiempos. En la faena Adrián intentó embarcar la embestida sin lograr compactarl­a del todo. Noble, repetidor y de honda arrancada arrancada fue el segundo para José María María Manzanares. Un toro además muy serio por delante. Al alicantino, alicantino, que ya tenía a un sector del público público a la contra antes de empezar, se le fue la faena en probaturas y ver cómo podía descifrar el misterio. No lo hubo. Un desastre fue el tercio tercio de varas al tercero, que acabó picando entre el descontrol el que hacía puerta. El ambiente estaba cruzado cuando Roca tomó la muleta muleta y quien se la cruzó de verdad fue el toro por el pitón diestro en tres ocasiones. Se le metió por dentro dentro con peligro. Al toro le costó definirse definirse a pesar de que colocaba bien la cara abajo y a la faena también también porque hubo demasiadas líneas líneas y pocas curvas. La estocada fue en los bajos. El cuarto fue estrecho estrecho de sienes pero con casi 600 kilos. Fernando Adrián se echó el capote a la espalda para hacer el quite y eso precisamen­te fue lo que le hizo su propia capa cuando lo cogió. Se salvó de milagro porque

estaba en el mismo centro del ruedo. ruedo. Quiso remendar, seguir, pero no era su toro y además estaba justo justo de remos. Así llegó a la faena de Manzanares, iba y venía como alma en pena. Un desastre. El suyo y el nuestro. Y una eternidad lo que aguantó su muerte. El quinto fue para Adrián porque es más antiguo que Roca Rey. Manseó el de Victoriano Victoriano del Río sin ningún disimulo. Una barbaridad. De aquí para allá. En varas, en banderilla­s, un completo. completo. En la muleta acudió sin entrega entrega y sin decir nada. Combinació­n Combinació­n horrible que Adrián alargó en un trasteo condenado al aburrimien­to. aburrimien­to. Nos quedaba una última bala cuando saltó el sexto. De Roca. Se estiró a la verónica. Bueno el remate. Respiraban los ánimos. No se dieron las cosas bien en banderilla­s banderilla­s y brindó al público. De rodillas rodillas el comienzo del peruano. Una arrucina y dos derechazos y el corazón corazón en un puño. Se quedó más quieto que una vela a pesar de que el toro no lo regaló. Había incertidum­bre. incertidum­bre. Y silencio. Al tercero el toro, que salía desentendi­éndose, se rajó. Lo ató a la muleta, lo cosió, meció los vuelos e hizo que el animal animal quisiera perseguirl­o. Tiró de improvisac­ión cuando el victoriano victoriano se le quedó lamiéndolo la taleguilla. taleguilla. En las cercanías arrastró la muleta para tirar de él y despacito hizo el toreo sobre el cimiento del valor y con los vuelos de la muleta. Fue una conquista serena del toro. Y de Madrid. Torero grande. Escuchó Escuchó un aviso antes de perfilarse a matar, sin prisa. En el filo de la espada espada estaba el triunfo sincero de un Roca que lo había buscado y conquistad­o. No pudo ser. Rabia infinita.

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JESÚS G. FERIA Roca Rey, ayer en Las Ventas, da un pase a uno de Victoriano

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